Durante casi medio siglo, ConCreces fue un emblema del éxito financiero y de la cooperación económica en Oaxaca. Fundada en 1973 como la Unión de Crédito Industrial y Comercial de Oaxaca (UCICO), nació con una misión clara: ofrecer alternativas de financiamiento a los pequeños empresarios marginados por la banca tradicional. Fue un proyecto de economía solidaria adelantado a su tiempo, que convirtió el crédito en una herramienta de desarrollo regional.

Por décadas, ConCreces sorteó con solvencia las crisis que hundieron a otras instituciones. En el colapso económico de 1994-1995, mientras los bancos imponían tasas de interés cercanas al 90% y la inflación superaba el 50%, la Unión mantuvo créditos entre 15% y 18% gracias al respaldo de Nacional Financiera. Aquella decisión permitió que decenas de negocios oaxaqueños sobrevivieran. Los ahorradores, por su parte, disfrutaron de rendimientos superiores al promedio nacional. La solidez y la prudencia hicieron que ConCreces reuniera más de dos mil socios y administrara una cartera superior a los dos mil millones de pesos, consolidándose como la unión de crédito más importante del sureste mexicano.

Pero esa historia de éxito comenzó a desmoronarse en 2021. La pandemia de COVID-19 debilitó a los acreditados y, sin apoyo federal, los socios buscaron capital externo. Fue entonces cuando un grupo empresarial prometió inversión privada y nuevos modelos de negocio. Confiando en ese proyecto, los socios más antiguos aportaron recursos –uno de ellos, Juan José Gutiérrez Chapa, puso más de 74 millones de pesos de su propio dinero– para rescatar la institución. Nunca volvieron a ver ese dinero ni las cuentas claras. Hoy, paradójicamente, son esos socios originales, los que arriesgaron su capital, a quienes se acusa de haber provocado el colapso.

Sin embargo, fue la nueva administración, la que llegó con el grupo extranjero, la que detuvo la colocación de créditos, ocultó la cobranza y dejó de informar a los socios. A partir de 2022, las irregularidades se multiplicaron: venta de carteras con pérdidas millonarias, omisión de mandatos de la autoridad reguladora, alteración de documentos legales y contratos con evidentes conflictos de interés.

A ello se sumó la opacidad. Para recuperar lo más posible del dinero de los ahorradores, la administración anterior creó un fideicomiso que logró recuperar cerca del 50% de los fondos de los socios. Dado ese éxito, se creó un segundo fideicomiso, que no funcionó como el primero porque la nueva administración prometió diversas garantías, pero varias de ellas no eran 100% suyas (70% eran de la Sociedad Hipotecaria Federal), ocultó activos y excluyó a socios de su administración. Ahora se menciona que un tercer fideicomiso fue creado; ¿para beneficiar a quién? Ninguna explicación se ha dado al respecto.

El deterioro en transparencia y rendición de cuentas fue rápido y profundo. Firmas de auditoría y agencias calificadoras que durante años habían evaluado positivamente a ConCreces se retiraron ante la falta de transparencia. En abril de 2025, la autoridad financiera revocó su autorización para operar como unión de crédito.

La actual administración no ha presentado informes financieros de 2023 ni 2024, evita convocar asambleas y busca desviar la atención culpando a quienes dieron origen y estabilidad a la institución. Los socios originales, que durante décadas reinvirtieron sus ganancias en ConCreces, son ahora las principales víctimas: su dinero desapareció y su reputación, también.

Las preguntas se acumulan: ¿dónde están los activos prometidos?, ¿qué ocurrió con los bienes que deberían seguir en poder de la Unión?, ¿por qué no se transparentan los fideicomisos?, ¿quiénes ganan con el silencio?

ConCreces fue, durante casi medio siglo, un símbolo del esfuerzo oaxaqueño y de la posibilidad de construir desarrollo desde la cooperación. Hoy, su nombre se ve empañado por una gestión que, en pocos años, destruyó la confianza y el patrimonio colectivo que generaciones levantaron con trabajo.

La lección es clara: ninguna institución, por sólida que parezca, es inmune al engaño. Cuando la transparencia desaparece, el mérito colectivo se convierte en botín, y el progreso local se desvanece en manos de la discrecionalidad. Oaxaca tuvo en ConCreces un ejemplo de desarrollo y de honestidad. Y en honor a ese legado, lo mínimo que se espera de quienes formaron parte de ella es respeto a la verdad y cuentas claras.

Académico

Google News

Comentarios