La mayoría de los alimentos que nos permiten vivir, y más aún, que nos dan gozo, satisfacción y comensalidad además de satisfacer el hambre, dependen de la tierra en el sentido literal de la palabra: vegetales, cereales, legumbres, frutas y todo tipo de carnes.
Las actividades económicas que son la base de nuestra alimentación constituyen el sector primario de la economía, que agrupa actividades de agricultura, ganadería, pesca y forestales. Este sector aporta el 4% del PIB (2022) y ocupa a 7 millones de personas (INEGI, ENOE 2022 -IV).
Pero 6 millones tienen trabajos informales (86%). La mitad trabajan por su cuenta, en la llamada “agricultura de subsistencia” y 2.5 millones son personas con trabajo asalariado informal. En consecuencia, 92% carecen de acceso a la seguridad social. Además el 84% carecen de ingreso suficiente para superar el umbral de pobreza, pues no ganan lo suficiente para adquirir dos canastas básicas.
Producir la base de nuestra alimentación a la vez produce pobreza. Y lo hace en proporciones mayores al resto de los sectores, donde también predomina la precariedad.
El sector primario “industrializado”, incluyendo el sector exportador, contribuye a la precariedad. Como sucede en el conjunto de la economía, también hay salarios de pobreza y trabajos informales en la parte más dinámica y rentable del sector primario y no solo entre “campesinos minifundistas”.
Por ello el derecho al trabajo digno es relevante y urgente también “en el campo”. Y ahí aquiere un papel muy relevante una agenda específica: el fortalecimiento de la economía social, pese a que en México es aún muy débil y desconocida.
Gracias a un estudio reciente del INEGI, sabemos que el “sector social de la economía”, formada por ejidos, comunidades, cooperativas y empresas de propiedad social, aporta el 34% del PIB del sector primario en México. Y también aporta más de la mitad de las remuneraciones de ese sector, 54% (INEGI. Estudio de Caso de la Economía Social 2013 - 2018).
Desafortunadamente la gran mayoría de las unidades económicas consideradas como sectro social de la economía por ese estudio son ejidos y comunidades y como vimos en ellas así como en las empresas privadas “industriales” con trabajadores asalariados, predominan condiciones precarias de trabajo.
Sin embargo, hay otra vía para el desarrollo inclusivo y sustentable del sector primario. Se trata de las “empresas sociales”, es decir, las unidades económicas, estables y formales, de propiedad colectiva que también forman parte del “sector social” y son la punta de lanza que muestra el potencial del “sector” y que representa un modelo alternativo de desarrollo económico respetuoso de la naturaleza.
Estas empresas de propiedad colectiva, surgidas sobre todo en comunidades indígenas, representan la vía productiva frente a la pobreza de quienes participan en el sector primario de la economía.
El estudio de INEGI identifica 86,385 unidades económicas que son empresas sociales, con diversas formas jurídicas. Aunque los datos sobre la economía social son aún incompletos e imprecisos, nos dan una noción aproximada del potencial de la economía social para lograr el crecimiento económico inclusivo y sustentable.
La pobreza laboral “en el campo” tiene dos rutas de salida, por una parte el cumplimiento de los derechos laborales en el sector asalariado “moderno” y la eliminación de los salarios de pobreza en las empresas privadas “del campo”. Por otra parte, el impulso y fomento a las empresas de propiedad social y todo su potencial de triple impacto: económico, social y ambiental.
Recientemente la ONU aprobó una exhortación a países miembro y a los organismos internacionales para “promover la economía social y solidaria para el desarrollo sostenible” (resolución A/77/L60 del 23 de marzo de 2023).
Ese llamado de la ONU retoma la resolución de la OIT de junio de 2022, donde se establecen principios, criterios y lineamientos para impulsar la economía social, es decir, las empresas y organizaciones sociales basadas en la cooperación, la propiedad social, la gobernanza democrática participativa y la viabilidad y sostenibilidad económica basada en técnicas agroecológicas acordes al cuidado del planeta.
El pasado 1º de julio se celebró el día internacional de las cooperativas. Los próximos jueves 6 y viernes 7 de julio se realizará el Encuentro nacional por la economía social, con el propósito de visibilizar esta vía de desarrollo, que representa una opción frente a la pobreza y la desigualdad y un modelo sustentable de cuidado de la riqueza natural. En los próximos años, esta vía productiva y sustentable debe ser una prioridad para el desarrollo y para que quienes producen la alimentación que nos da vida no padezcan pobreza y exclusión.
Consultor internacional en programas sociales. @rghermosillo