A Dn. Lorenzo Servitje (DEP) y Dn. Alberto Núñez Esteva, pioneros de este logro
El aumento al salario mínimo general (SMG) es histórico, pues por primera vez en 40 años supera el umbral de pobreza. Beneficia a millones de personas trabajadoras. Es el cumplimiento del compromiso de Coparmex con la recuperación salarial. Es aún más meritorio en el contexto económico adverso —que no se afecta negativamente por el SMG. Abre una nueva etapa en la recuperación salarial para superar el paradigma económico de competitividad basada en bajos salarios.
El aumento para 2026 va más allá del porcentaje (13%). Lo histórico es alcanzar una meta derivada del mandato constitucional. Después de 20 años de depreciación (1976-1995), en que el SM perdió 7 de cada 10 pesos y 20 años de estancamiento (1996-2016) que se mantuvo estático y violaba flagrantemente la Constitución, por fin el SMG alcanza un monto suficiente para cubrir el costo de 2 canastas básicas (CB). Así supera el umbral de pobreza, pues la canasta básica de Inegi/Coneval equivale a la línea de pobreza y 2 CB es lo mínimo para un salario suficiente para quien trabaja y su familia, lo mínimo son 2 personas.
Beneficia a quienes menos ganan. Hay 6.4 millones de personas con trabajo formal registrado en el IMSS, con salarios de pobreza. Con esta decisión, el año próximo habrá casi cero.
La decisión es tripartita, se tomó por consenso unánime entre gobierno, sector empresarial y sector sindical. Hay que reconocer el impulso de Coparmex para llegar a este momento. Su compromiso “por una nueva cultura salarial” de 2017 y reiterado en 2019, permitió alcanzar este objetivo.
La decisión del sector empresarial tiene además mayor mérito en el ambiente económico adverso. Muchas voces de “analistas” levantaron nuevamente fantasmas o problemas reales para oponerse a la recuperación del SMG. Se equivocan. Con la fórmula de recuperación aplicada desde 2017 no ha habido efectos negativos, además el aumento diferenciado empieza a corregir la sobrevaluación del SM en la frontera.
La evidencia de estos años es contundente en la ausencia de efectos negativos. No hay efecto inflacionario: Mientras el SMG aumentó casi 4 veces (395%), la inflación acumulada es 50.3%, entre diciembre de 2016 y enero de 2025. No hay “efecto faro”, mientas el SMG multiplicó su valor real por 2.5 (255%) el salario promedio de los trabajos formales registrados en el IMSS aumentó 25%. Tampoco se incentivó la informalidad, que se mantuvo estable, con una mínima reducción de 57% a fines de 2016 a 55% en 2025.
El panorama económico adverso no es culpa de la recuperación del SMG. La productividad estancada no es imputable al SMG, en todo caso es al revés, los bajos salarios contribuyen a la baja productividad. Mucho menos las barreras arancelarias y la amenaza de Trump sobre el TMEC, la falta de inversión pública en infraestructura, el cuello de botella energético, la piratería, el contrabando, el ambiente de incertidumbre jurídica por la reforma al Poder Judicial o la inseguridad en carreteras, las extorsiones y el cáncer del crimen organizado. No se le puede “cargar ese muerto” al SMG. Seamos serios.
Con esta decisión histórica, como sociedad civil, hemos logrado uno de nuestros propósitos, pasamos a una nueva fase, con tres líneas de acción:
- Avanzar en la recuperación responsable y gradual para llegar a un SMG suficiente para 2.5 CB en 2030.
- Impulsar la adopción voluntaria del salario digno, con base en productividad y conforme a la capacidad y condiciones de cada empresa.
- Exigir al SAT y al IMSS para que las retenciones de impuestos dejen de castigar a quienes ganan los salarios más bajos.
Desde Acción Ciudadana Frente a la Pobreza hemos contribuido en algo para lograr este paso sustancial, aunque también inicial. Por lo pronto, en 2026 se acabaron los salarios de pobreza. Enhorabuena.

