En la compleja relación entre los Estados Unidos y México, el turismo tiene un rol particular que brinda beneficios socioeconómicos y culturales amplios en ambos lados de la frontera. Sin embargo, no se sincroniza forzosamente con aspectos políticos, sino que se ve influido por los factores intrínsecos que determinan y facilitan la actividad turística. Ahora que los Estados Unidos están por sostener las elecciones presidenciales más importantes en varias décadas, vale la pena valorar cómo puede afectar su resultado en el flujo turístico hacia México.
Aunque quizá no haya en el mundo dos sociedades contiguas tan desiguales en lo económico, o quizás debido a ello, ambos países son los principales países destino de los viajes de sus residentes. En 2019, 10.15 millones de estadounidenses visitaron México por avión (Departamento de Comercio de los EUA), esto es más que todos los visitantes a los países del Caribe juntos. Uno de cada seis estadounidense que viajó al extranjero por avión lo hizo a nuestro país, además de la gran actividad fronteriza por turismo que existe.
El segundo aspecto que condiciona el intercambio turístico es el lazo étnico y familiar. En los Estados Unidos residen 36.6 millones de hispanos de origen mexicano (PEW Research Center). Por razones familiares existen grandes sectores en el vecino país que viajan a México de manera periódica, y continuaran haciéndolo para visitar a amigos y familiares o, incluso, para reencontrarse con sus raíces, sin considerar expresiones políticas. Sus vínculos familiares, en tiempos de crisis, se mantienen o incluso se incrementan. El envío de remesas, aún con las profundas afectaciones al empleo en EUA, ha crecido de enero a agosto en 9.35% llegando a 26 mil 395 millones de dólares (Banco de México).
La integración económica y las cadenas de producción entre los dos países es un tercer elemento que incide en el flujo turístico hacia México. El 14.8% del total del comercio exterior de los EUA fue generado en nuestro país (Oficina del Censo). Aunque es, sin lugar a duda, el segmento que más se verá afectado por la Covid-19 y la incorporación de innovaciones tecnológicas que están haciendo la supervisión y el seguimiento factible de manera eficiente vía remota. No obstante, aunque de manera contenida, habrá viajes que los ejecutivos de empresas tendrán que realizar. Lo mismo sucede con los congresos, convenciones y exposiciones, que se han visto detenidos en su totalidad por las restricciones sanitarias, pero que de manera híbrida o limitados en asistentes se reactivarán en el mediano plazo. En ambos el factor clave para lograr dinamismo es la seguridad que pueda ofrecerse a los visitantes.
La percepción de México y de sus destinos turísticos, así como la reputación que se tenga, es un elemento importante para la generación de visitantes. No obstante, es necesario aclarar que de los 330 millones de estadounidenses (Oficina del Censo), sólo 143 millones, equivalente al 43%, cuentan con un pasaporte válido para viajar internacionalmente. Así, hay una proporción de millones de personas que no les interesa en lo absoluto salir en un viaje y que en muchos casos tienen, debido a ello, una percepción estereotipada de México y del mundo. Los comentarios de cualquier líder de opinión, incluido los políticos, han contribuido a generar una imagen distorsionada en algunos casos. Por el contrario, aquellos que viajan, aún con posiciones políticas similares a los líderes de opinión que las expresan, entienden que el mundo no es plano sino con tonalidades y que detrás de los discursos existen intereses para hacerse de votos.
Algunas otras consideraciones que sí afectan la situación del turismo en México, y en los que deberíamos prestar especial atención, dependen de las políticas públicas que de manera general las administraciones establezcan y negocien, o no, con sus contrapartes mexicanas. En este rubro, por mencionar algunos, se incorporan: restricciones o alertas de viaje, permisos de operación e inspección en materia aeronáutica y de rutas marítimas, convenios bilaterales en materia fiscal para permitir deducibilidad en congresos o convenciones, regulaciones a la aviación, facilitaciones para visas, incorporación de fideicomisos y, en general, medidas que brinden certidumbre y permitan el tráfico de visitantes de manera segura.
En caso de que Donald Trump gane las elecciones, el mejor escenario es que se mantenga un status quoen cuanto a las medidas instrumentadas para los viajes que, en conjunto con las restricciones que presentan varios destinos turísticos competidores de México para los estadounidenses, principalmente en el Caribe, están por ahora favoreciéndonos. Sin embargo, también existe la posibilidad de que la administración actual, al ganar un segundo mandato, establezca controles más estrictos tratando de ayudar a la industria turística estadounidense y profundice otras medidas proteccionistas.
En el otro lado está el candidato Joe Biden, quien parece tener la preferencia actual en el voto de acuerdo con las encuestas. Por su experiencia internacional y propuestas actuales, está mucho más abierto al comercio, a la migración, al uso de energías limpias y en general al mundo. En lo personal, por un par de accidentes fortuitos, tuve la oportunidad de estar presente en una reunión cuando fungía como vicepresidente en la administración de Barack Obama. Además de mostrar familiaridad con México, hizo propuestas específicas para facilitar la integración entre ambos países, por lo que podría concluir que facilitaría al turismo. No obstante, dependerá más de las labores diplomáticas y de gobierno que se establezcan y que consideren a un sector que es vital para la recuperación económica de México, que de posiciones ideológicas.
Director General del Fideicomiso de Turismo de Los Cabos