El famoso libro “El Arte de la Guerra”, que ha inspirado a personajes famosos de la historia, y hoy sigue siendo leído por nuevas generaciones como fuente de inspiración en tiempos de confrontación, está siendo olvidado en la era del Covid-19 para la promoción turística.
En un contexto muy complicado para México, en donde la demanda en los mercados principales, tanto nacionales como internacionales, se encuentra sumamente deprimida por la incertidumbre de viaje y por los efectos económicos directos, además de recursos limitados por parte de estados, destinos y empresas para invertir en campañas, la opción principal a la que se está recurriendo para generar flujo turístico se resume en la reducción de precios.
Siguiendo la ley de la demanda, por su relación inversa, se busca un punto de equilibrio en donde la decisión del viajero sea influida principalmente por el bajo costo. No obstante, esta opción genera distorsiones importantes que afectan la calidad de la experiencia, al reducir los márgenes de operación. Provoca también un efecto de sustitución, tanto en el tipo de hoteles contratados como en los destinos seleccionados, que deprecia las características únicas y vocación de servicio con el que nuestro país se ha caracterizado.
Sin lugar a duda, la situación actual presenta un reto sin precedente, en donde la prioridad para las unidades de negocio en el sector turístico es mantenerse a flote y sobrevivir. Sin embargo, es importante recordar que en la demanda de un bien o servicios no sólo influye el precio. Eso sería suponer que todos los demás factores del mercado no cambian – ceteris paribus –, lo cual es casi imposible en un fenómeno tan complejo como el turismo, lo que se acentúa en la era Covid-19 es que sucede precisamente lo opuesto, con decisiones de corto plazo y una incertidumbre constante.
Sin descartar que un buen descuento es siempre bienvenido, en los últimos años, la disposición del potencial viajero para adquirir un viaje ha sido afectado más por los gustos, preferencias o deseos, que se convirtieron en los factores clave en el proceso de decisión. Asimismo, inciden en sentido opuesto los miedos, rechazos o fobias que se tengan. Así, hoy en día será difícil que se elija viajar sin tener certeza de la seguridad higiénica y de los protocolos implementados y, por ello, anteceden, o deben hacerlo, a la decisión basada sólo en el costo.
El valor de la promoción turística reside precisamente en posicionar a los destinos, experiencias y servicios de forma que satisfagan a la demanda con elementos, campañas y estrategias de comunicación eficientes, que resalten aspectos únicos y se diferencien positivamente de la competencia. La batalla en la atracción de flujo turístico no debe residir en la vulnerabilidad del competidor, sino en aspectos internos como el nivel de servicio, hospitalidad, la belleza natural, atractivo cultural y el valor de la experiencia, armas con las que nuestro país cuenta de sobra.
Los meses por venir, y por lo menos la mitad del año 2021, sin duda presentarán situaciones muy difíciles para la industria turística. De manera organizada, con los recursos que se cuentan, el compromiso de la cadena de valor, el ímpetu de 5 millones de personas que laboran (o la hacían) y la convicción de los beneficios que por muchos años el sector ha aportado, se debe de preparar el terreno y anticiparnos para retomar el camino exitoso que el turismo ha tenido en México.