Si usted no tiene una respuesta para esta pregunta, dé vuelta a la página o brinque a otro click en su computadora o dispositivo electrónico. Es muy probable que se ubique entre los 4 de cada 10 mexicanos a quienes no importa si vivimos o no en democracia.

El periodismo no es ya (o no debe serlo) un canal para entregarnos información masiva, la que ya recibimos (más cuantiosa que nunca) por redes sociales y otras múltiples vías, pero sin contexto para su comprensión, lo que provoca que esos contenidos nos sean inútiles, incluso para pensar, pues solo nos entretienen.

Durante décadas hemos creído temer que alguien censure o suprima los libros, los periódicos o prohíba las noticias sobre el mal desempeño de nuestros gobernantes. Que nos despoje de la libertad para entender y participar. Pero nos acercamos a la posibilidad de que libros, periódicos y noticias estén ahí, pero que la mayoría simplemente no los busque porque no le interese cambiar su realidad; que tenga libertades formales que no pueda ejercer, ahogadas en un mar de trivialidad.

Quizá ya nos hallamos frente a ese escenario. Ello explicaría que a pocos inquiete aquí que México sea el país del mundo en el que mayor número de periodistas están siendo asesinados, incluso más que en naciones en guerra. Suman 12 este año. En todo el continente americano solo nos siguen Brasil y Colombia, con dos en cada caso en 2019. O Haití y Honduras, con uno. Y llevamos varios años con este ritmo, según alertó el pasado fin de semana la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en su asamblea general que reunió en Miami a cientos de directivos de medios de comunicación.

Durante ese encuentro del principal organismo gremial defensor de la libertad de expresión en el hemisferio, el analista y autor Andrés Oppenheimer adelantó los resultados de la encuesta “Barómetro de las Américas”, que será publicada la próxima semana. El estudio arroja el más bajo respaldo social hacia la democracia en esta región en los últimos 15 años, desde que fue instituido. De un total de 20 países estudiados, México se halla en quinto lugar en materia de apoyo ciudadano a la democracia. Lo anteceden Uruguay, Costa Rica, Argentina y Chile.

El informe anual de la SIP refirió que una misión de editores internacionales visitó México 9 y 10 de septiembre para subrayar la alarma existente sobre el número de periodistas asesinados en el país. Esta misión buscó, infructuosamente, reunirse con el presidente López Obrador. Sí pudo llevar a cabo encuentros con otros funcionarios del gobierno federal, con el gobernador Cuitláhuac García, de Veracruz (el estado más letal para el ejercicio del periodismo); con legisladores y el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Durante su presencia en México, la misión de editores visitantes tomó nota de que López Obrador acumula ya más de 200 conferencias de prensa, o “mañaneras”, pero en ninguna de ellas ha emitido comentario alguno o expresado solidaridad con las familias de los 13 periodistas victimados desde el inicio de su gobierno, en diciembre pasado.

En este contexto, cobran especial relevancia los pasos iniciales que un grupo de medios de comunicación mexicanos, incluido EL UNIVERSAL, ha comenzado a emprender para contar con una estrategia, permanente y sustentable, para enfrentar los ataques contra periodistas y medios de comunicación, sea que provengan de grupos criminales, sea que hayan sido ordenados desde la política o los escritorios de agentes del Estado. Lo harán con las herramientas que les son propias (investigación, acceso a fuentes judiciales, publicación de noticias con perspectiva, entrenamiento profesional).

Este esfuerzo, que replica iniciativas en naciones como Colombia, apuesta a que funcione el sistema de procuración y administración de justicia atendiendo el vacío que, a base de negligencia e impunidad, ha ido construyendo por años en este campo.

Será un aporte que mandará un poderoso mensaje en favor de la responsabilidad y la credibilidad de los medios de comunicación. En buena hora la sociedad podría acompañar este esfuerzo en favor de la justicia y del trabajo de los periodistas, el cual consiste en velar por la verdadera vigencia de las libertades ciudadanas, en particular el vital derecho a saber. Sin duda ello abonaría a difundir la buena nueva de que a todos nos va mejor cuando trabajamos juntos para defender la democracia.

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