Una crispada reunión realizada la semana pasada en Palacio sobre la construcción de la refinería en Dos Bocas, Tabasco ―uno de los proyectos más emblemáticos y controvertidos del sexenio―, desnudó nuevamente la pugna entre el director de Petróleos Mexicanos (Pemex), Octavio Romero, y la secretaria de Energía, Rocío Nahle . El presidente López Obrador debió mediar con un manotazo que, por ahora, inclinó su aval en favor de esta última.
Tras ello, en las horas recientes han crecido versiones de que Nahle sigue elevando el tono de sus quejas ante la presunta paralización de pagos por parte de Pemex. Mientras, desde las oficinas de Romero Oropeza se filtra que esa empresa estatal presentará evidencias de irregularidades en la obra que podrían atraer un escándalo y aun exhibir a la actual administración, dentro y fuera del país. Las denuncias provendrían de la Dirección Corporativa, a cargo de Marco Manuel Herrería.
Tras el áspero encuentro privado quedaron en claro dos aspectos centrales, según fue confiado a este espacio por fuentes estrechamente ligadas al tema. El primero, que el próximo 2 de julio, que López Obrador puso como fecha límite para inaugurar la que se llamará refinería “Olmeca” ―celebrará así el aniversario de su triunfo electoral en 2018―, lo único que entrará en funcionamiento será el complejo de oficinas de ese complejo, por lo que es impredecible por ahora cuándo saldrá del mismo un primer litro de gasolina.
La segunda cuestión surgida de esa reunión es que el costo final del proyecto no será de 8,500 millones de dólares, como se anunció inicialmente, ni de 9,800 ―como informó Nahle a este diario a inicios de abril―, sino de al menos 12,500 millones de dólares, como se ha empezado a filtrar desde hace semanas en círculos financieros internacionales.
Reportes iniciales dan cuenta de que el Consejo de Administración de Pemex sesionó a finales de la semana pasada y, conforme se ha podido conocer, habría autorizado esa última cifra, casi 50% por arriba de la que fue propalada inicialmente por el gobierno mexicano como prueba de la capacidad de la ingeniería mexicana y el acompañamiento de expertos militares.
De acuerdo con los datos recabados, Romero Oropeza llevó a esa reunión una propuesta para congelar efectivamente el presupuesto asignado al proyecto a cargo de la señora Nahle. Se trata de una encomienda presidencial que Romero ha impugnado a lo largo de toda esta historia, bajo el argumento de que las leyes que regulan a la administración pública federal no otorgan a Energía las atribuciones para estar a cargo de una iniciativa de esta naturaleza, que debió haberle correspondido a la propia petrolera.
En contraste, según las fuentes referidas, en el encuentro bajo conducción del Presidente, la secretaria Nahle presentó una propuesta no de un ajuste presupuestal sino de tres, con diversos argumentos, que fueron desde el impacto de la inflación en diversos insumos, en particular el acero, hasta la construcción de una planta coquizadora no programada inicialmente, además de instalaciones complementarias, como una terminal marina, monoboyas, un ferrocarril y ductos que de cualquier suerte tendría que haber desarrollado Pemex.
Según los testimonios recogidos, la discusión entre Nahle y Romero Oropeza amenazaba con salir de control, hasta que López Obrador dictó lo que se debía hacerse: aumentar el presupuesto en los términos propuestos por Nahle, por lo que se encomendaría a los integrantes del Consejo de Administración de Pemex concretar esa instrucción. El mandatario indicó que, cualquiera que fuera la postura del Consejo, Pemex deberá entregar el nuevo presupuesto. Todo indica que esta trama está lejos de concluir.