El presidente Andrés Manuel López Obrador tiró al bote de la basura instituciones “neoliberales y conservadoras” como Diconsa y Liconsa, con su cantaleta de siempre debido a la corrupción. Inventó al inicio de su gobierno Seguridad Alimentaria Mexicana con su otra cantaleta de que “por el bien de todos, primero los pobres”. Al frente, rescató de la tumba a un político de larga data priista como Ignacio Ovalle; quien fue el primero en darle trabajo en el Instituto Indigenista de Tabasco a un joven de nombre Andrés Manuel. Pero resulta que hoy, en Segalmex hay un faltante brutal acumulado por ¡19 mil millones de pesos! El escándalo es mayúsculo, pero no cómo ha sido presentado por diversos órganos o los medios de comunicación, sino por sí mismo. Apesta por todos lados: compras ficticias, empresas fantasmas y lo que fue denunciado por la valiente Presidenta del Instituto Nacional de Transparencia, Blanca Lilia Ibarra, con todas sus letras: “en los dictámenes de dos auditorías se menciona que se invirtieron 950 millones de pesos en certificados bursátiles privados…cuando la finalidad de Segalmex es garantizar el derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, especialmente para las niñas, niños y adolescentes, pero también para los grupos vulnerables”
¿Será eso lo que ha desatado la furia presidencial y por lo que AMLO ha dicho que el INAI debe desaparecer porque no sirve para nada? ¿Y que incluso mandó a su paisano y secretario de Gobernación, Adán Augusto, a exigirles a los senadores que no nombren a los comisionados faltantes del INAI, paralizándolo por falta de quórum? Aunque en pie de lucha, Blanca Lilia Ibarra está pidiendo a la Suprema Corte que autorice al INAI a seguir operando con solo cuatro comisionados.
Pero al desfalco económico gigantesco en Segalmex se suma el escándalo político, porque el gobierno de la 4T no ha dado respuesta a una pregunta fundamental: ¿dónde rayos está Ignacio Ovalle? Y es que cuando estalló la revelación infame, el lopezobradorismo lo protegió inventándole un cargo inverosímil como Coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal. Por lo que hace unos días en su mañanera, cuando le preguntaron al presidente por el paradero de su cuate Ovalle, contestó socarronamente: “creo que está en Gobernación, ¿no?”
Lo grave es que el asunto no está para malos chistes: 19 mil millones de pesos es muchísimo dinero público que nos está siendo robado a todos nosotros. Siempre he creído que la corrupción no debe medirse en depósitos con muchos ceros en un papel, sino en lo que podría haberse hecho con esos recursos. Así que, si estimáramos su costo en cien millones de pesos cada unidad, podríamos haber construido 190 escuelas, universidades u hospitales. Es el tamaño de esta corrupción.