“¡Alerta machista, que todo el país se vuelva feminista!” Así comenzaron este sábado su performance “un violador en tu camino” un grupo de jóvenes mujeres de Ecatepec pertenecientes a la preparatoria general Francisco Villa.

Vestidas con trajes de Cenicienta simularon el vals inocente que habrán bailado cuando cumplieron quince años.

La escena contrasta en todo con la realidad envilecida que les ha tocado vivir: danzan en círculo, se toman de la mano, se aproximan con cadencia, cierran filas y cuando la música alcanza su momento de mayor cursilería, se detienen con firmeza para exhibir un par de consignas cuyo sentido no permite ninguna ambigüedad:

El primero dice “las niñas no se tocan, no se violan, no se matan,” y el segundo “las niñas rotas con esperanza de ser libres.”

Corean esos textos para que nada vuelva a ser como es. Tratándose de mujeres, esas jóvenes viven en el municipio más peligroso del país más peligroso.

En México las denuncias por violación alcanzarán este año la cifra de 11 mil 500; asumiendo que, solo una de cada diez agresiones llega al escritorio del ministerio público, podría calcularse que el número real de violaciones rondó, este año, cerca de cien mil.

El crecimiento de esta tragedia entre 2018 y 2019 habría sido de 11%, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, (SESNSP).

2019 va a concluir también con un alza en el número de asesinatos de mujeres: alrededor de 2 mil 880; entre los cuales, poco más de 650 habrían sido tipificados por la autoridad como feminicidios (SESNSP).

La proporción de mujeres desaparecidas tampoco cede: a la fecha nueve mil expedientes permanecen abiertos (ONU).

“El Estado opresor, es un macho violador.” “Son los policías, son los jueces, el Estado, el presidente;” frases que recorren el mundo desde el pasado 25 de noviembre y las estudiantes de la preparatoria Francisco Villa añaden: “Las niñas no se tocan, no se violan, no se matan.”

No será posible volver a abordar el tema de la violencia de género sin reconocer la conciencia que la ola verde del feminismo está trayendo a los rincones más apartados del globo. De golpe las mujeres de Ecatepec han dejado de estar solas.

“El violador eres tú.” Yo, el hombre que, por acción o por omisión he consentido y reproducido mil, cien mil veces, el machismo que las violenta. El violador soy yo, por la complicidad de mi silencio, por proteger a mi cofradía masculina, por miedo a aceptar una sexualidad irresuelta, por mirar hacia otro lado, por arrogancia y falsísima superioridad.

El dedo de las jóvenes de Ecatepec me señala. Soy parte de esta sociedad ciega e insuficiente, corresponsable de la impunidad, del privilegio, de la vileza, de la canija normalización.

Ellas tienen razón: los jueces no hemos sido justos, los policías no hemos sido vigilantes, los gobernantes no hemos sido responsables, los profesores hemos abusado, los patrones nos hemos extralimitado, los maridos hemos traicionado, los padres hemos abusado de las hijas de otros padres.

Los ojos cubiertos, el pañuelo verde, la diamantina rosa y el performance “un violador en tu camino” están haciendo más por las jóvenes de Ecatepec que los miles de discursos carentes de sinceridad. Habrían de ser el principio de un trazo distinto para la relación entre hombres y mujeres.

ZOOM

Las niñas no se tocan, no se violan, no se matan. Las niñas rotas con esperanza de ser libres.

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