El pueblo, como escribiera Víctor Hugo en esa magistral obra que es Los miserables, es como el océano: a veces calmo, a veces furioso, pero siempre profundo. Esa imagen poderosa se materializó este domingo en el Zócalo, en lo que fue no solamente una concentración masiva de personas, sino una manifestación de dignidad colectiva y, sobre todo, de soberanía popular.

Este fin de semana, la Plaza de la Constitución volvió a moverse como una marejada. Desde muy temprano, el corazón mismo de la patria empezó a llenarse de voces, banderas, porras y esperanza. Miles de mexicanas y mexicanos caminaron en completo orden rumbo al Centro Histórico capitalino con una emoción difícil de describir.

Algunos de ellos llegaron en familia; otros, con amigos o compañeros de trabajo; muchos venían desde varias partes del país. Había sol, calor, canto, pero, principalmente, una sensación de estar siendo parte de algo más grande: de la historia.

Ahí, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo cerró su gira de rendición de cuentas La Transformación Avanza, luego de recorrer 31 entidades, en lo que no fue un acto más, sino un símbolo, el del pulso de una democracia viva.

En estos tiempos, en los que la política atraviesa momentos complejos, llenar el Zócalo tiene un enorme significado. Es un acto de legitimidad, de conexión y de confianza. Porque las plazas no se llenan solo con personas; se llenan con la convicción del pueblo.

Quienes estuvimos ahí, sentimos un Zócalo que vibró como pocas veces. Fue el cierre de una gira, sí, pero también el inicio de una nueva etapa, encabezada por una mujer que ha demostrado que el poder sí se puede ejercer con inteligencia, serenidad y resultados.

La presidenta rindió cuentas, como lo prometió. Miró al pueblo de frente y compartió lo alcanzado en apenas 12 meses: 13.5 millones de personas han salido de la pobreza y el salario mínimo aumentó un 135 por ciento, en términos reales, sin generar inflación.

Además, los homicidios dolosos disminuyeron un 32 por ciento. Y en el Congreso, 19 reformas aprobadas han sentado las bases de una transformación profunda; entre ellas, la reforma al Poder Judicial. También, la inversión extranjera alcanzó cifras récord; el peso se mantiene entre las monedas más fuertes del mundo, y los programas sociales llegan directamente a la gente.

No es la primera vez que la doctora Sheinbaum pisa el Zócalo como presidenta. Estuvo el 1 de octubre de 2024, en su toma de protesta; regresó el 20 de noviembre, en el acto de unidad nacional, y volvió el 8 de marzo de 2025, para encabezar el evento por el Día Internacional de la Mujer.

Pero en esta ocasión su presencia tuvo un significado distinto: fue el primer aniversario de su gobierno, el primer informe de una presidenta en más de 200 años de historia independiente. Al decir “es tiempo de las mujeres” y “llegamos todas” dio cabida a millones de historias que antes no tenían voz.

Su presencia en esta plaza fue la de todas las mujeres que fueron excluidas del poder durante siglos. Hoy, México tiene rostro de mujer, voz de mujer y decisión de mujer. La presidenta lo expresó con claridad: “No gobierno sola. El nuestro es un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Esta es la síntesis de un proyecto político que entiende que la autoridad no se impone; se construye.

Hubo un momento, cuando el Zócalo rugió con un aplauso largo, en el que todas y todos sabíamos que asistíamos a algo más que un informe. Fue una reafirmación de lo que somos como país: un pueblo que defiende su historia, que honra su pasado y que se niega a renunciar a su porvenir.

Como afirmó la mandataria: “la justicia es para todas y para todos; si no, no es justicia”. Y agregó: “Mi compromiso es defender a la patria, estar a la altura de la grandeza de nuestro pueblo”. Ese mensaje resume el espíritu del movimiento iniciado por Andrés Manuel López Obrador.

Porque la Cuarta Transformación es un proyecto que sigue avanzando, pese a campañas negras, desafíos, críticas y resistencias, pero también entre logros concretos y la confianza de millones que saben que la transformación verdadera se construye con el pueblo.

Este primer año ha sido prueba de ello. La presidenta demostró que el Humanismo Mexicano no es una teoría, sino una práctica de gobierno, que consiste en escuchar, servir, proteger la soberanía nacional y distribuir la prosperidad.

El Zócalo, este domingo, fue el reflejo de un país que sigue de pie, en el que el pueblo no se rinde y la esperanza no se apaga. Ahí, donde se celebran las victorias y se exige justicia, la presidenta reafirmó la certeza de que la Cuarta Transformación sigue su avance, con el pueblo mexicano al centro y con la historia de su lado.

Coordinador de los diputados de Morena

X: @RicardoMonrealA

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