Hay personas y personajes que logran trascender el tiempo para convertirse en ejemplos vivos de fortaleza y sabiduría, como es el caso de Penélope. En la Odisea, de Homero, ella muestra cómo la madurez, la paciencia y el carácter pueden ser las armas más poderosas frente a las adversidades.

Sin alzar la voz, su prudencia y capacidad para manejar situaciones complejas fueron su mayor fortaleza. Durante años, resistió la incertidumbre y las presiones de quienes querían verla rendirse. Su astucia y perseverancia le permitieron sostenerse, demostrando que la verdadera fuerza no se impone con violencia, sino con inteligencia y determinación.

Esa misma madurez la hemos visto recientemente en la Presidenta Claudia Sheinbaum, frente al difícil escenario de las tensiones comerciales con Estados Unidos (EU). La negociación que logró con su homólogo Donald Trump para pausar la imposición de aranceles a productos mexicanos es una prueba irrefutable de madurez política y liderazgo efectivo.

El respaldo del pueblo de México quedó de manifiesto este domingo en la asamblea informativa convocada en el Zócalo de la capital del país, donde miles de ciudadanas y ciudadanos se reunieron para escuchar a la Presidenta, tras lograr poner una pausa a los aranceles hasta el próximo 2 de abril.

La gente no sólo celebró este triunfo, de todas y todos, como lo calificó nuestra mandataria, sino que reafirmó su confianza en un Gobierno que ha demostrado que el diálogo y la firmeza son la mejor defensa de los intereses nacionales.

Durante su discurso, la Presidenta dejó en claro que la relación con EU debe basarse en el respeto mutuo y el beneficio compartido. Su mensaje destacó la capacidad de negociación del Gobierno de México, y también subrayó que nunca habrá un divorcio entre el pueblo y el Gobierno.

El amago de imponer un arancel del 25 por ciento a productos mexicanos amenazaba con desestabilizar sectores clave de nuestra economía. La respuesta de la mandataria fue inmediata, pero no impulsiva. En lugar de recurrir a la estridencia o a la descalificación, optó por la vía diplomática, con argumentos sólidos y un mensaje claro: México es un socio, no un súbdito.

En la llamada telefónica que sostuvo con Trump, la Presidenta destacó los esfuerzos de nuestro país en temas de seguridad fronteriza, combate al tráfico de fentanilo y cooperación económica. No lo hizo desde la debilidad ni desde la súplica, sino con la certeza de que la relación bilateral debe sustentarse en el respeto mutuo.

Por supuesto, habrá quienes intenten minimizar este logro. Dirán que el problema únicamente se pospuso y que la amenaza sigue latente. Pero lo que no pueden negar es que, en el ámbito internacional, nuestra Presidenta ha salido fortalecida de estas pruebas.

México defendió su derecho a un comercio justo y basado en acuerdos previamente establecidos, como es el caso del T-MEC, como herramientas para garantizar el crecimiento y la estabilidad del país, pero también evidencia que estamos dispuestos a hacer valer nuestros derechos y exigir que nuestros socios comerciales cumplan sus compromisos adquiridos.

La madurez mostrada por nuestra jefa de Estado no es producto de la improvisación; es resultado de años de formación, de convicciones firmes basadas en la lucha social, así como de un profundo compromiso con la soberanía nacional. Ella ha demostrado que el liderazgo no se mide por cantidad de palabras, sino por la eficacia de las acciones y, hasta la fecha, las suyas fueron contundentes.

El reto ahora consiste en redefinir la relación binacional. La pausa en los aranceles es la antesala de una negociación más profunda, en la que se establezcan compromisos claros y equitativos para ambas naciones. Ya se dieron los primeros pasos con inteligencia y mesura, encaminando los esfuerzos para garantizar que México siga siendo un actor clave en la economía regional.

En el Congreso de la Unión, la mayoría legislativa tenemos claro que este es el camino correcto. No se trata de alentar la confrontación estéril ni de conceder gestos simbólicos, sino de ejercer el poder con responsabilidad. La titular del Ejecutivo ha dado muestras de que sabe cómo hacerlo y, por ello, cuenta y seguirá contando con nuestro respaldo total.

Como quedó demostrado el domingo en el Zócalo, el pueblo de México sabe reconocer a sus liderazgos. Así como millones de mexicanas y mexicanos han cerrado filas con la Presidenta, en el Poder Legislativo seguiremos defendiendo su visión de país: una nación soberana, con dignidad y con un Gobierno que pone por delante los intereses de su gente.

En tiempos de incertidumbre global, México ha mostrado que la madurez política es su mejor carta. Nuestra Presidenta es, sin duda, el rostro de ello. Ella está dispuesta a seguir haciendo historia, defendiendo la soberanía y el bienestar del pueblo mexicano, como ella misma lo expresó: con temple, con cabeza fría y con mucho amor al pueblo.

X y Facebook: @RicardoMonrealA

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