Cuando se inventó la radio, tuvieron que pasar alrededor de cuarenta años para que cincuenta millones de personas adoptaran esta nueva tecnología como medio de entretenimiento e información. En cambio, apenas cinco años después de su creación, Facebook tenía seiscientos millones de usuarios. Este es un ejemplo de la velocidad con la que suceden los cambios en la actualidad, y el poder que tienen para influir en la vida de la población.

Tal dinamismo choca con la inflexibilidad de ciertas estructuras que componen al Estado, imposibilitando su rápida adaptación a los cambios de la modernidad. Esta rigidez ha ocasionado que ciertas problemáticas, cuyos efectos podrán ser exponenciales, se conviertan en las urgencias que los Estados tendrán que resolver. De esta manera, las políticas públicas diseñadas en todos los países se enfocan en la corrección o mejora de ciertas situaciones, pero también en las consecuencias negativas que buscan evitar. En el caso de México, la lista es larga, pero existen temas cuya atención es ya urgente.

Entre ellos se encuentran los que podrían ser catalogados como presiones externas, que cada vez serán más y para los cuales se tendrán que anticipar soluciones adecuadas. Dentro de este rubro encontramos, por ejemplo, la acelerada automatización que podrá sustituir el trabajo realizado por personas, los efectos mayores del cambio climático, la reestructuración de las relaciones económicas y sociales provocadas por el crecimiento de plataformas digitales, la escasez de recursos vitales como el agua, y la desconfianza ciudadana hacia la democracia.

Estas problemáticas son comunes a nivel mundial, pero de cada nación depende implementar soluciones que permitan su superación. En nuestro país, durante décadas, estos temas no habían sido prioritarios para quienes se encargan de diseñar normas y políticas públicas, lo cual nos colocó en una posición de rezago en comparación con otras latitudes. Ya se están desarrollando programas que nos permitirán enfrentar estos retos y sus efectos, de manera efectiva, pero aún queda mucho terreno por cubrir y para cada caso específico se tendrán que plantear soluciones que conviertan estas urgencias en oportunidades.

Existen también urgencias que se generaron lentamente dentro del mismo Estado mexicano. En esta categoría se encuentran las siguientes: reforzar y hacer valer nuestro Estado de derecho, solucionar la crisis de pensiones que México enfrentará en los próximos años, evitar el colapso del Poder Judicial a través de una reforma adecuada, sanar nuestras finanzas y lograr una correcta administración de la deuda pública, y generar políticas que nos acerquen al cumplimiento de la agenda 2030, para tener un país libre de carencias sociales.

Estos retos son más problemáticos que los externos, pues se encuentran en las estructuras caducas que hemos heredado del antiguo régimen. No haberlos atendido a lo largo de años generó efectos demoledores. Este desinterés, plasmado en las políticas neoliberales, provocó un aumento en el número de personas que viven en pobreza, así como que más del noventa por ciento de los delitos no se denuncien, que los índices de impunidad estén cercanos al cien por ciento y que los estados y municipios se encuentren en situaciones financieras que rayan en la insolvencia.

Asimismo, los efectos de estas urgencias se han hecho sentir por largo tiempo en la calidad de vida de nuestra sociedad, mientras que las problemáticas de algunas otras se convertirán en realidad en el corto y mediano plazos. Por ello, las políticas públicas y las normas que se diseñen deben contemplar los retos presentes, pero también estar enfocadas en prevenir que estas situaciones se vuelvan difíciles de corregir, a través de la construcción de herramientas adecuadas para que el Estado sea dinámico y eficiente en la atención de cada uno de los retos que enfrenta.

Ante nosotros existían dos caminos posibles: uno, en el que los efectos negativos de las situaciones descritas no se atendieran, profundizando aún más las crisis. Y otro, en el que se empezaran a construir las bases para solucionar lo que ya está mal, así como las murallas que nos blinden de los potenciales efectos negativos que pudieran tener.

El cambio de régimen que estamos iniciando ha consistido en hacer de la segunda opción el camino a seguir, a través del diseño de políticas enfocadas en atender lo que por tantos años se dejó a la deriva. De esta manera, no solamente nos encargaremos de las urgencias del Estado, sino que además evitaremos que estas se conviertan en una carga para las futuras generaciones.

Coordinador de Morena en el Senado.
ricardomonreala@yahoo.com.mx.
Twitter Facebook: @ RicardoMonrealA

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