Ser estadista no es lo mismo que ser gobernante. El estadista siempre tiene una visión integral e incluyente y por ello toma la representación de todos, tanto afines como opositores. La ideología siempre ha estado ausente en la actuación de los grandes estadistas, pues ésta conduce a la exclusión y a enfrentamientos innecesarios. Una causa de gran significado nacional hace converger las expectativas de todos los ciudadanos en busca de un mejor país, guiados por la confianza en su líder.
En cambio, el gobernante tradicional generalmente trae una visión localista y se enfoca en la actividad doméstica. La 4T es un proyecto de gobierno de alcance local y contaminado de ideología, lo cual tarde o temprano aislará a nuestro país del mundo altamente desarrollado.
Sin embargo, en estos tiempos de globalización, -donde los países están entrelazados comercial, económica y políticamente-, un país con la importancia que tiene México en el contexto multinacional, necesita proyectar una visión internacionalista.
López Obrador no gobernó para México, sino para su proyecto personal, denominado “La cuarta transformación”. Gobernó para sus seguidores y en contra de sus críticos. Las circunstancias personales, respecto a su corta experiencia como administrador público antes de ser presidente, -que se limitó a ser jefe de gobierno de la Ciudad de México-, le llevó a gobernar con visión totalmente política y demagógica.
En contraste, la presidenta Sheinbaum tiene la formación académica, la experiencia como administradora pública y como política, así como la capacidad de entender el mundo globalizado de hoy, lo cual le ofrece una visión para actuar como estadista.
Sólo debe aceptar nuestra mandataria que debe trascender los compromisos ideológicos, -así como los emocionales-, que le vinculan con su mentor, al cual cita a la menor oportunidad y manifiesta que su gobierno es la continuidad del anterior. Estas circunstancias le limitan de modo radical, pues le generan compromisos que generarán conflictos.
Lula, Petro y Boric, -tres presidentes latinoamericanos de izquierda-, no han tenido empacho en desentenderse y guardar distancia de los dictadores Maduro y Ortega y proyectar mundialmente un compromiso con la libertad, con la verdad, con la justicia y con la democracia, lo cual fortalece a cada uno de ellos dentro de su propio país, pues esta política de estado genera certeza y confianza.
En contraste, el gobierno de la presidenta Sheinbaum antepuso compromisos ideológicos con el dictador Maduro y se abstuvo de exigir la presentación de las actas electorales que legitimarían su triunfo si es que existen.
El “Plan México”, el gran proyecto que este gobierno ha lanzado para promover la inversión y la llegada de capitales tiene dos grandes barreras: la inseguridad y la indefinición respecto a la certeza jurídica, lo cual tendrá graves repercusiones para el futuro de México. La reforma judicial realizada sobre las rodillas y con total improvisación será un escollo frente a los temores de los inversionistas.
La diferencia entre una visión de estado y un proyecto de gobierno dependerán de las decisiones y la voluntad política de la presidenta Sheinbaum. El inicio de esta evolución sería olvidarse de la retórica antineoliberal y además, buscar alianzas con sus detractores para encabezar un gran proyecto de nación.
Los tiempos que vienen
Que nuestra presidenta no haya estado invitada directamente por la Casa Blanca a la investidura presidencial de Donald Trump y si lo hayan estado los presidentes Nayib Bukele, de El Salvador, Javier Milei, de Argentina y Daniel Noboa, de Ecuador, tiene grandes significados.
Una cosa es presidir un país lejano como lo son El Salvador, Ecuador y Argentina, lo cual muestra cercanía afectiva, ideológica y un gesto amable para con ellos por parte del presidente Trump. Sin embargo, es muy diferente ser el vecino inmediato, -de la puerta de al lado-, con quien compartes más de 3,000 kilómetros de frontera y uno de tus principales socios comerciales y haber sido ignorado; la omisión es un desaire.
Nuestro país estará representado por nuestro embajador Esteban Moctezuma, lo cual simplemente cubre los protocolos diplomáticos.
Esto indica como serán los aires que se avecinan, -no para México-, sino para este gobierno. Es tiempo de tomar precauciones y cuidar las declaraciones. De quien abiertamente declara querer el Canal de Panamá y Groenlandia, se puede esperar cualquier cosa por más arriesgada que ésta sea. Por ello es importante trascender el manejo improvisado y emocional de López Obrador para asumir una política exterior de estado, muy institucional y definida en equipo con los expertos.
Intimidante
La fotografía oficial de Donal Trump tiene grandes significados semióticos que rebasan a cualquier mensaje verbal.
Normalmente las fotos oficiales de los presidentes, -en cualquier parte del mundo-, son amables y carismáticas, pero esta es intimidante, con una mirada dura y profunda y en lugar de una discreta sonrisa, los labios apretados.
Es una excelente fotografía con grandes contenidos que se deben analizar. Seguramente no fue la decisión estética de un fotógrafo especializado en retrato, sino la percepción de grandes expertos en mensajes no verbales que le muestran al mundo como será este gobierno.
Transmite autoridad y muestra a un hombre voluntarioso y decidido, que oculta sus pensamientos. Alguien de quien se puede esperar cualquier decisión por difícil que sea.
A su vez, el retrato del vicepresidente J.D. Vance es amable y sonriente, lo cual indica que su rol será el de suavizar las heridas que deje el estilo impetuoso de Trump. Buena estrategia.
Hasta Hamás lo entendió
Hasta el grupo terrorista Hamás, -que sembró violencia en la franja de Gaza-, ha leído bien los tiempos que vienen con Donald Trump como presidente, sumado a ésto la debilidad de Rusia, -desgastada en Ucrania-, el derrocamiento del dictador Bashar al-Asad en Siria, el cambio de gobierno en Líbano y la debilidad de Irán, -todos ellos sus aliados-, y seguramente por ello han aceptado la tregua que se negaron a firmar anteriormente, durante varios meses.
En contraste, Nicolás Maduro no sólo no negocia una salida decorosa a su derrota electoral en Venezuela, sino que amenaza con desestabilizar Puerto Rico para que corte sus relaciones muy estrechas con Estados Unidos.
Definitivamente no entiende que llegó el fin de su era. Sobrevalorar la ayuda militar de Cuba y Nicaragua para enfrentar a Estados Unidos, -que ha incrementado la recompensa para quien ayude a capturarlo-, muestra visión corta y mucha soberbia. Al tiempo.
Desapariciones en Oaxaca
Se ha convertido en una práctica cotidiana convertir a las víctimas de desaparición o asesinato en sospechosos de narcomenudeo, ser miembros de grupos delictivos en pugna o actores de cualquier delito.
Esta práctica gubernamental debe convertirse en un delito, pues los funcionarios públicos que acusan a las víctimas como delincuentes sin aportar pruebas atentan contra la honorabilidad y la reputación de éstas, pues la presunción de inocencia es un valor universal. Esta verborrea debe ser castigada con fuerza y gravedad. ¿Y la CNDH?... ¡Ausente!
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Fotografía del perfil de R. Homs: es de David Ross