#LaVozDeLosExpertos
En agosto de este año me imaginaba y describía en este espacio un mundo no tan utópico ni futurista en el que la policía conseguía acceso a las cámaras de las comunidades para mejorar sus servicios de seguridad y prevención al delito.
Las cámaras, que en la vida real uno paga con su propio dinero, no están conectadas al circuito cerrado de la policía (C5, CCTV) pero la teoría indica que, si la policía requiere información de alguna ubicación, puede pedir ayuda a la comunidad en la zona del incidente para recolectar material audiovisual.
Algo hermoso de Internet en general es que la privacidad y el control de los datos personales se informa y se transparenta desde hace tiempo. Pero ¿qué pasa cuando hay “grises” y la misma privacidad es parte del servicio que la empresa ofrece a terceros? A primera vista, el poder ofrecer información de lo ocurrido en los alrededores de tu barrio a la policía puede sonar bueno e, incluso, lo imaginas ayudando a vivir en un espacio más seguro pero también puedes preguntarte a qué nivel de detalle pueden pedir ese material.
Ring, quien hoy cuenta con más de 600 agrupamientos de policía en Estados Unidos asociados al programa de solicitud de material audiovisual, habilita la opción para que la policía pueda pedir segmentos de video a través de la aplicación a los dueños de un timbre ‘inteligente’ de su marca. Para poder saber en qué zona y a quiénes solicitar el material visual la policía tenía acceso a un mapa de densidad (‘heat map’ o mapa de calor) en el que podían trazar la zona de búsqueda y así contactar a los vecinos propietarios de este tipo de dispositivos en ese sector. Todo eso muy bien hasta que te pones a hacer zoom en dicho mapa.
Un individuo que se dedica a temas de privacidad compartió con un medio de EU la información del mapa que, hasta julio de este año, Ring ofrecía a las agencias policiacas que se unían a su programa. El mapa muestra con colores qué tantas cámaras hay en ciertas zonas, conforme ibas haciendo zoom se iba desvaneciendo la densidad. Todo hasta llegar a un punto en el que casi podrías ver cuántas cámaras-timbre hay por cuadra.
Aunque no muestre exactamente el punto GPS de su ubicación, de cierto manera muestra en qué casas podría estar ubicada la cámara, lo que va en contra de ciertos datos de privacidad y manejo de datos personales. Dentro de esto, aunque concuerdo que los mismos policías patrullando podrían ir viendo qué casa tiene y cuál no tiene en el mundo físico y no en mapas digitales, el tema de fondo es que es muy diferente que la policía pida un cierto bloque de video entre un bloque de tiempo específico vía la aplicación y otro que te lo pida en persona, con un uniformado armado en la puerta de tu casa.
Ya sea que el video tenga puro #ruidoblanco, nieve estática o las imágenes de un accidente de tránsito frente a tu domicilio o negocio, también, en cierto bloque de tiempo, existen otros datos personales.
La mayor parte del tiempo no pasa nada frente a las cámaras, algunos pueden sacar la lengua o bailar y entretener al que vigila los monitores; aunque lo más probable es que nadie vea eso antes de que se grabe encima el video. Pero, además de la oportunidad de saber qué vecino ensucia tu jardín, es verdad que cuando algo pasa son muy útiles y ayudan a resolver casos que, de otro modo resultarían todavía más complejos.
Mucha gente no se siente segura, pero también muchos gobiernos están buscando tomar control sobre la privacidad de las personas. Este tipo de productos, por un lado, sirven para mantener a nuestra comunidad segura, con consentimiento, pero también se pierde el anonimato y se habilitan nuevas herramientas para posibles acosos –si retiran el poder del consentimiento–.
Nota: La opinión de Ricardo Blanco es personal y no refleja la del medio ni la de la empresa para la que trabaja.