#LaVozDeLosExpertos
“Jump es una nueva forma de movilidad mucho más sustentable, más inteligente.” — Roberto Fernández
La novela Ecotopia (1975) es un texto de Ernest Callenbach que ilustra la idea de comunidades con bicicletas compartidas. Una novela respecto a una sociedad utópica que no utiliza energías fósiles integrando el sistema de bicicletas compartidas al sistema del transporte público. En realidad, el primer programa de este tipo es anterior, se documenta en Ámsterdam en 1965, impulsado por un grupo anarquista pero, en un mes, la mayoría de las bicicletas habían sido robadas o terminaron en los canales.
Los sistemas de bicicletas compartidas tienen diferentes objetivos. Principalmente han funcionado con estaciones que complementan la red de transporte público. En algunos países también atienden a turistas.
Por un lado, han solucionado el tema de la “última milla” o ese kilómetro entre el usuario y la red de transporte público motorizado. En otras, realmente es un programa que busca ayudar a mejorar la calidad del aire, reducir el ruido y el congestionamiento del parque automotriz.
En México no es fácil para un turista acceder al sistema de biciestaciones, incluso puede ser complicado para los habitantes en su horario habitual de trabajo. Es ahí donde entran las bicicletas que no requieren estaciones. Hemos tenido un inicio un tanto lleno de baches, pero ya hay un lineamiento al respecto, cuatro mil 800 bicicletas sin estación para la Ciudad de México.
Poco más del 30% de esas bicicletas (mil 900) serán “Jump”, bicicletas asistidas por la empresa Social Bicycles Inc. que fue adquirida por Uber en 2018. Las bicicletas asistidas sin estación son una maravilla. La primera vez que me subí a una bicicleta asistida fue en una GoCycle y, obviamente, ellos venden, no comparten, pero la experiencia era digna de “calla y toma mi dinero”. Jump llega con bicis que no dicen “cómprame” pero sí “a la orden”. Eso es importante.
La gente utiliza bicicletas compartidas por varias razones. Los que tienen bicicleta prefieren el sistema compartido por temor al robo o vandalismo, por la falta de lugares para estacionarse o, incluso, por el mantenimiento.
Con las bicis compartidas, en especial, sin estacionamiento, un tema que sigue latente es la crítica sobre dónde se dejan. Muchos carecen de la educación y decencia de dejarlas donde no estorben.
El siguiente tema en el uso de bicis y monopatines eléctricos (los cuales no me gustan nada, se me hacen mucho más peligrosos y los dejan en peores lugares) es no perder la cabeza. Aunque siempre existe el #ruidoblanco y los regaños de familiares y amigos, la realidad es que hay que utilizar el casco. Aunque entiendo que no es cómodo, siempre hay que utilizarlo, no importa qué tan corto o cómodo sea el viaje.
Espero que crezca la red de bicicletas. Es importante mitigar emisiones en esta ciudad en la que respiramos de los mofles de los autos estancados en las calles, especialmente en época de lluvias.
De acuerdo a EcoBici, en 2013 había 276 estaciones con 4 mil bicicletas con un promedio de 25 mil usuarios por día (400 mil por mes) y 95 mil 780 miembros registrados. Las bicicletas sin estación sumarán otras 4 mil 800 bicicletas a la red. Eso hay que festejarlo y por 10 pesos el desbloqueo y tres pesos el minuto, Jump es una gran opción; y llegas menos sudado que con bicis no asistidas.