#LaVozDeLosExpertos
“Llega la batalla Y contra él estalla Algún día va a escampar Y como sale de esta Quiere la respuesta Sabe que no es escapar” ―Sebastián Teysera, La Vela Puerca
COVID19 llegó para empujar a las empresas, de todo tamaño, a adoptar digital. Un proceso acelerado para algunos y para otros ni siquiera cerca de sus planes de desarrollo. Negocios de calle que hoy tienen que llevar a hogares en vez de recibir comensales, juntas que se volvieron videollamadas y reuniones que se volvieron mensajes de voz a las 11 de la noche.
La tecnología existe, pero faltan dos cosas para hacerlo bien: entrenamiento para jefes y empleados así como indicadores de desempeño. Venimos de un ambiente de trabajo guiado por horas laborales (digno de procesos manufactureros análogos) que llegó al ambiente de escritorio. Durante años se ha hablado sobre la forma de medir esas horas contra el trabajo real que sale del espacio de trabajo; ahora imagina las dudas que genera cuando el escritorio y la silla están en casa.
Trabajar desde casa requiere de muchos aprendizajes: poder indicar y que respeten el que no estás disponible para todo lo laboral a cualquier hora del día (cosa que ya era difícil con el celular). También requiere que el otro lado entienda que por más que sepas poner límites, hay probabilidad de que otros estén encerrados a tu lado (familia, amigos, otros) y estos también tienen demandas con peso presencial. Finalmente el reto de ajustar la agenda de trabajo y en el caso de que seas padre o madre de familia: llevar actividades de educación en casa.
La educación en casa es un tema muy complejo, más con clases que se están dando en plataformas de video que pueden sufrir la entrada de extraños e incluso estar pendiente de lo que pasa en la clase. También requiere de paciencia y ser el habilitador de ayudar a la participación en la nueva aula virtual (que varía mucho de acuerdo a las edades de los niños). Es muy distinto clases de 4 a 7 que de 8 a 13 que de 13 a 18; además la mayoría de los padres nunca recibieron ni pudieron cuestionar las plataformas que se deciden utilizar por las ‘nuevas prisas’.
nos está llenando de aprendizajes, a ser más conscientes de los permisos que damos a productos de videoconferencia a poner límites entre el espacio personal y el virtual. Lo que más cuesta es la parte en la que se crean estas plataformas dinámicas, veloces. Algo que tiene estar operando desde el teclado y la pantalla es que mucho requiere de ser capaz de auto educarse, de no tener miedo de buscar, tratar de entender, preguntar y resolver. El exceso de #ruidoblanco y de r uido en general con cadenas no ayuda a este esfuerzo autodidacta.
Muchos gerentes de personas, equipos el reto es enorme porque la barrera física de una oficina que permitía a la empatía mantenerse en un espacio de desarrollo meramente profesional, se difumina. Para las personas en equipos el estrés de poder medir su propio trabajo, saborear el éxito de sus objetivos y sentir el valor que conlleva el sentir que agrega valor con su trabajo se afronta a la pared de rendir y poder definir espacios. Para las familias es entrar en una dinámica de apoyo, resiliencia y empatía.
El reto es enorme, hay que atender y mantener la actividad alcanzando los indicadores que ya existían, aprender nuevos procesos, aprender a adoptar nuevas tecnologías (incluso saber como dar permisos de audio y video a un programa). Hay que dejar espacio para la preocupación de la seguridad familiar, para liberar la creatividad ante la incertidumbre y para buscar cosas entretenidas que interrumpan la sensación el encierro. Para esto tenemos la tecnología: videojuegos, streaming, videollamadas con amigos para platicar y brindar(se) apoyo.
Para los niños los cursos de code.org son una gozadera, para los padres los términos de uso y el acceso a expertos en seguridad por redes sociales es clave. Es maravilloso que la tecnología nos permita mantener la economía algo activa, que negocios físicos tengan opciones para seguir operando a pesar de que no reciban clientes, que grandes empresas sigan con actividades para mantener trabajos. Lamentablemente esto no aplica a la manufactura, tan importante para nuestra economía y la que trajo el modelo de indicadores de medición a los trabajos de oficina.
Tal vez sea momento de realizar un debugging (depuración) una vez que pasemos de la reacción a la reflexión. Probablemente de todo esto llegarán nuevos modelos para medirnos y sentirnos satisfechos con nuestro trabajo al mismo tiempo que agregamos valor al motor económico. Alto que terminará siendo retenido y optimizado para el futuro, después del COVID19.
Pero mientras, todavía sabemos que todo está ‘Fuera de control.’
Nota: La opinión de Ricardo Blanco es personal y no refleja la del medio ni la de la empresa para la que trabaja.