Sabemos que la dinámica de las empresas familiares es compleja. Además de las actividades que toda organización con fines mercantiles debe realizar para lograr su permanencia, las empresas familiares deben gestionar las relaciones que la familia mantiene a su interior y con su empresa. Hoy vivimos un entorno complicado y volátil en el que las familias empresarias no necesitan más problemas que surjan desde su interior. Sin embargo, los tienen. Tan es así que en México sólo una de cada seis empresas familiares logra llegar a la tercera generación.
Esta complejidad representa para las empresas familiares una ventaja, que se puede convertir en una desventaja. Cuando vemos empresas familiares que funcionan de manera admirable en contraste con otras que acumulan problemas que no parecen tener fin, afectando de manera importante a la empresa y la familia, surge la pregunta de por qué unas sí lo logran y otras no. Qué aspectos se deben cuidar para que, efectivamente, la familia sea un factor de fuerza y éxito.
Desde el Centro de Investigación para Familias Empresarias del IPADE (CIFEM) patrocinado por BBVA, en México se ha desarrollar un modelo que define los principales retos que toda familia empresaria debe abordar y resolver. De no hacerlo, en palabras de León Danco, les augura un futuro poco prometedor: “Las empresas familiares fracasan porque se dejan destruir de manera lenta pero segura por la inacción de sus directivos propietarios”.
Estos son los cuatro grandes aspectos que toda familia empresaria debe revisar y sobre los cuales debe actuar:
1. Superar los retos propios de las empresas familiares
La vinculación entre una familia y su empresa crea una serie de dilemas y tensiones que necesitan saberse manejar. El Dr. Ernesto Bolio y Arciniega, profesor decano de Factor Humano del IPADE, suele mencionar el siguiente aforismo: “Hay que unir sin confundir y distinguir sin separar”. Las familias deben entender que una cosa es tener la propiedad de unas acciones y otra poder y saber dirigir; el ser dueño no le permite a nadie dar órdenes, saltándose jerarquías organizacionales, las decisiones y los activos de la familia son de naturaleza distinta a los de la propia empresa y es fundamental no mezclar esto.
2. Planear y ejecutar la sucesión e institucionalización de la empresa familiar
La sucesión y todo lo que implica constituye la mayor área de oportunidad y donde hay que poner especial cuidado. “Toda sucesión, sucederá” y por tanto debe ser cuidadosamente preparada, ejecutada y consolidada. Este proceso debe acompañarse por la institucionalización, que consiste básicamente en establecer órganos de gobierno y estructuras organizativas, así como la profesionalización de la empresa.
3. Desarrollar una dinámica sana en la familia
Un reto trascendente y fundamental consiste en saber abordar y resolver conflictos. Evadir o ignorar las inconformidades, ofensas, abusos, reclamos, dejando que se acumulen, irá complicando la dinámica familiar, llevando esos problemas a la empresa. De acuerdo con un estudio del CIFEM-BBVA, menos de una décima parte de las familias (8%) aborda los problemas de manera oportuna, mientras que 36% pospone esta tarea y corre el riesgo de entrar en una espiral destructiva y 56% se encuentra en una situación que representa un peligro para la empresa, porque pueden pensar que hacen lo “suficiente” sin que sea cierto. Resolver los conflictos será más fácil si hay un contexto donde la familia tenga una sólida cultura familiar y empresarial con valores bien establecidos.
4. Tener perspectivas positivas de su futuro
Si bien hay que resolver situaciones del pasado y el día a día, es muy conveniente establecer proceso donde la familia se dé la oportunidad de platicar del futuro. Es necesario asegurar el compromiso de todos con el proyecto empresarial, donde se consideren los planes personal y familiares.
Existen muchas historias de empresas familiares exitosas que demuestran que sí se puede; no es fácil, pero vale la pena intentarlo.