A dos años y medio de que concluya el sexenio, la cuarta supuesta transformación comienza a hacer implosión. En cualquier país democrático, un fiscal que inventó delitos para encarcelar a su sobrina política ya hubiera sido cesado, o hubiera tenido que renunciar. Además, la fortuna de Alejandro Gertz Manero ha crecido de manera inexplicable. Ya le han aparecido residencias en Las Lomas, en Madrid, en París y quién sabe dónde más, junto con decenas de autos de lujo que detectó la Unidad de Inteligencia Financiera. El hermano fallecido de Gertz Manero le “heredó” su fortuna, que incluía millones de dólares estacionados en las Islas Caimán, dinero que fue expatriado por la compañía Jano Ltd., de la que el fiscal era vicepresidente, aunque él dice no “saber nada” de esa compañía de buzón. Todo eso se puede corroborar revisando los llamados “Panama Papers” que se encuentran disponibles en Internet. La UIF solo tiene que aprender a usar Google. Este fin de semana el exconsejero jurídico de la presidencia, Julio Scherer, acusó formalmente a Gertz de tráfico de influencias y otros crímenes.
La única explicación lógica de que no haya sido cesado es que Gertz Manero ha realizado un excelente trabajo en la Fiscalía recopilando información sobre todos sus enemigos, pero también sobre sus amigos. Santiago Nieto tuvo que renunciar a la Unidad de Inteligencia Financiera solo porque su lujosa boda en Guatemala contrastaba con la pobreza franciscana que predica Palacio Nacional. Pero a raíz de la renuncia nos enteramos de que la UIF espiaba a la FGR y la FGR a la UIF. Cuando renunció Julio Scherer como consejero jurídico aprendimos además que Scherer espiaba a Gertz Manero. ¡Qué bonito gobierno, donde todos se espían entre sí, para poder mandar al otro a la cárcel en caso necesario! Es como el código de honor siciliano, la omertá, que logra el equilibrio al interior de la mafia al jurar todos sus miembros no delatarse. En México la omertá se basa en documentos que incriminan.
Así es, la impunidad gubernamental está fundada en lo que un político le sabe al otro. Véase si no el caso de la desacreditada Yeidckol Polevnsky, tan falsa que ni el nombre es verídico. Durante meses se negó a celebrar un Congreso Nacional de Morena para poder manejar ella la asignación de candidaturas para las elecciones intermedias de 2021. Sin Congreso no se le podía remover de la Presidencia interina del partido. Estuvo “jineteando” a Morena durante meses, sin mandato, hasta que finalmente la pudieron desbancar. El nuevo presidente de Morena, Alfonso Ramírez Cuellar, ordenó una auditoría y encontró fraudes. Por eso, en julio de 2020 acusó a Polevnsky de “lavado y daño patrimonial” a Morena por 400 millones de pesos pagados por inmuebles y 395 millones pagados por adelantado a una empresa de un amigo suyo. ¿Y qué ocurrió? Que después del interinato de Ramírez Cuellar al frente de Morena, el nuevo dirigente, Mario Delgado, le dio carpetazo a la denuncia y se desentendió del asunto. Además, hizo diputada a Polevnsky en esta legislatura. ¿Cómo puede alguien robarle cientos de millones de pesos al partido y ser recompensada con una diputación? Seguramente por los “otros datos” que Yeidckol posee. Estuvo encargada de la organización de la campaña presidencial de 2018 y nadie mejor que ella sabe de dónde salió, y donde quedó, todo el dinero para financiarla. Por eso Yeidckol es intocable, por su archivo mental y posiblemente por documentos en su poder. Quizás no es la más popular, pero si la persona más poderosa en Morena.
En el caso de Gertz Manero es para mí obvio que opera el mismo mecanismo. Apenas había la Suprema Corte decidido otorgarle un amparo a Laura Morán y Alejandra Cuevas y ya el presidente calificaba a Gertz de persona “honorable” en su homilía matutina. No importa que gracias al espionaje electrónico se hubiera revelado una llamada telefónica de Gertz Manero donde se le escucha conspirando para extorsionar los votos de los miembros de la Suprema Corte. También en ese caso el presidente lo exoneró. El problema no era que el fiscal estuviera conspirando, sino que estuvieran grabando las fechorías. Eso es lo que había que perseguir. Y aunque se ha hablado de su inminente renuncia, Gertz no se va y, si se va, se irá solo con garantías de que no será llamado a dar cuentas.
En México la impunidad a veces dura solo un sexenio. Cuando se acaba el gobierno y con él la omnipotencia del presidente, se da un reacomodo de fuerzas que conduce al canibalismo entre la clase gobernante. En este gobierno la antropofagia ya comenzó antes de cumplidos los seis años. Pero Gertz Manero es el que tiene todas las fichas en su poder, es decir, los dossiers sobre senadores, diputados, jueces y miembros del gabinete, incluida la familia presidencial. Puede hacer y deshacer a su antojo sabiendo, que como Yeidckol, es intocable. Contemplando todo esto no sorprende que México ocupe el lugar 135 en el ranking mundial “Estado de Derecho” del World Justice Project. Por debajo de nuestro país solo se encuentran Venezuela, Nicaragua, Honduras, Haití y Bolivia en América Latina.