Hugo López Gatell ya renunció a su subsecretaría para buscar un puesto de elección popular (y fuero, claro), lo que no impidió que antes de irse siguiera emponzoñando todo lo que tiene que ver con el proceso de vacunación contra el Covid. Molesto quizás porque sin su presencia se anunció que se le permitirá a farmacéuticas y hospitales privados importar y aplicar vacunas, de inmediato trató de limitar el daño a su autoridad. Según HLG aquellos que prefieren las vacunas de Pfizer y Moderna lo hacen por “razones ideológicas”. La Secretaría de Salud anunció que para la campaña de vacunación en el otoño se utilizará la vacuna cubana Abdala, la rusa Sputnik y el resto se comprará en los mercados de vacunas. Solo se aplicarán 25 millones de dosis, aunque hay 130 millones de mexicanos. Por su parte el presidente dijo que “a todos” se le aplicará la vacuna, así que ni en eso se ponen de acuerdo.

Pero veamos quien ideologizó el proceso de vacunación.

La vacuna Sputnik fue la primera que se anunció en 2020 en el mundo, aunque la Organización Mundial de la Salud estuvo tratando de obtener la documentación de Fase 3 hasta 2021. Rusia montó una ofensiva diplomática y logró vender la vacuna en algunos países, incluidos México y Argentina. En este último país se comenzó incluso a producir y se anunció que en México se embotellaría la vacuna. El laboratorio que estaba haciendo esto en Argentina, sin embargo, comenzó a tener problemas con el envío de los agentes farmacéuticos de Rusia, así que dejo de producir en 2021. Con la invasión de Ucrania el Fondo Soberano de Rusia (que maneja la vacuna Sputnik) se enfrenta desde entonces a todo tipo de sanciones y restricciones, ya que no puede utilizar la red bancaria internacional. Sería interesante saber como le va a pagar la Secretaría de Salud a los rusos por las vacunas del otoño. ¿En cash?

Ni siquiera quisiera poner en duda la eficacia de la vacuna Sputnik, pero aún no está actualizada para las nuevas cepas del Covid. El estudio de Fase 3 para la versión actualizada de Sputnik apenas comenzó en Rusia en septiembre. Entretanto los argentinos, que tantas esperanzas pusieron en Sputnik, porque el presidente argentino detestaba a Pfizer más que el presidente mexicano, ya adquirieron las vacunas de Pfizer y le dieron la espalda a Sputnik.

Con la vacuna Abdala ocurre algo similar. No ha sido actualizada aún y aunque parece que es efectiva, el problema de producción es similar. Para poder exportar la vacuna, los cubanos tuvieron que mudar la fábrica donde se produce a una zona económica especial, para evadir las sanciones de EU. La transferencia de la producción no ha concluido, así que es incierto cuantas vacunas puedan producir los cubanos en los próximos meses.

Así, que, sin hablar de ideología, es claro que tenemos productores que pueden entregar millones de vacunas de inmediato y productores que enfrentan graves problemas financieros y de logística. Cualquier comprador de vacunas sería cauto y seleccionaría las vacunas que si están disponibles y por las que se puede pagar con transferencia bancaria. Y además ya están actualizadas.

Con lo que llegamos a la famosa vacuna de la Patria, promovida por el CONACYT con la H. HLG ve difícil que se pueda aplicar en 2023 mientras que la Secretaría de Salud no lo descarta.

La vacuna de la Patria no es tan patriótica. Fue diseñada en Nueva York, en el hospital Mount Sinai y la compañía Avimex adquirió una licencia para producirla. Aunque la jefa de CONACYT de la 4T (por eso la H) no se cansa de decir que la vacuna “está lista”, los resultados de la Fase 3 no han sido publicados en ningún lado. Por eso ya inventó, por sus pistolas, una “Fase 2R”, que sería de emergencia, que permitiría aprobar a la vacuna sin tener listos todos los estudios necesarios. Pero HLG ya dijo donde está el problema: una vacuna requiere un estudio de Fase 3 y además que su producción sea inspeccionada, es decir, que se autorice la producción en masa. No es lo mismo una vacuna producida en el laboratorio que una vacuna manufacturada en millones de dosis. De hecho, la vacuna de Pfizer ya estaba lista desde principio de 2020 y el retraso en aplicarla se debió a que antes había que aprobar las fábricas donde se iba a elaborar en Europa y Estados Unidos. Si CONACYT con la H aboga por saltarse ese paso, se trataría, una vez más, de jugar con la salud de los mexicanos.

Pero el “pueblo es sabio”, así que seguramente se vacunaran más personas aprovechando la apertura del mercado de vacunas mientras HLG se dedica a seguir racionando las vacunas cubana y rusa a través de los servidores de la nación. Las clases medias votarán con los pies y no porque adoren a los Estados Unidos, sino porque no creen en HLG y otros falsos profetas. No hay que descartar que HLG saboteé el proceso de aprobación de las vacunas comerciales hasta el último suspiro en su cargo, cegado por la ideología que lo ha llevado a cometer tantos errores, desgraciadamente fatales.

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