Se ha anunciado en varios países que las restricciones aplicadas durante la epidemia en curso van a ser, o ya fueron, levantadas. En Gran Bretaña planean eliminar pronto la obligación de que personas infectadas con el virus SARS-CoV2 se tengan que aislar. En Dinamarca se levantaron las restricciones sociales desde hace unos días. En California, la obligación de utilizar mascarillas en lugares cerrados expiró el 15 de febrero. Se pregona ya el regreso a la normalidad y eso es lo que hay que examinar: ¿cuál normalidad?

Los niveles de contagio por la variante Omicrón del virus son aún muy altos. Al momento de escribir, en Estado Unidos se registran 185,000 contagios diarios. En Alemania hay ahora 3.3 millones de casos activos, es decir, casi 4% de la población está contagiada. Sien embargo, el número de personas en los hospitales, aunque sustancial, es ya inferior a la ocupación hospitalaria en los picos anteriores. Omicrón ha resultado ser una variante más benigna, pero continúa siendo mucho más letal que la influenza, sobre todo para las personas que se han negado a vacunarse.

El fin de la pandemia y el riesgo aceptable
El fin de la pandemia y el riesgo aceptable

La figura adjunta muestra, de forma condensada, la historia de la epidemia en Alemania, un país para el que se tienen muchos datos del sistema de salud. La gráfica muestra el porcentaje de las personas con Covid que tuvieron que ser atendidas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en cada mes de la epidemia, desde marzo de 2020 hasta enero de 2022. Al principio, como se puede apreciar en la figura, hasta 8% de los contagiados por Covid tenían que ser ingresados a la UCI. Ese número está “inflado”, ya que en esos meses no se aplicaban aún suficientes pruebas y se estaba subestimando muchísimo el número de contagios existentes. Ya para el verano de 2020 se habían estabilizado las cifras. Además, los hospitales tenían más experiencia y por eso sólo entre 1% y 2% de los enfermos de Covid ingresaba a la UCI. Esto cambió con el arribo de la variante Delta, más agresiva, y que incrementó el porcentaje hasta 3%. A partir del verano de 2021 comienza a haber ya una masa crítica de personas vacunadas en Alemania y desde entonces, y hasta diciembre de 2021, comenzó a bajar el porcentaje de personas contagiadas ingresadas a la UCI, de 3% a 0.5%. Finalmente, con la propagación de la variante Omicrón se redujo aún más ese porcentaje y ahora de cada 1200 contagiados por Covid sólo una persona tiene que ser atendida en la UCI. La curva pareciera mostrar que vamos saliendo de la epidemia.

Sin embargo, hay que considerar otro factor: el número absoluto de contagiados es mucho mayor que en las olas anteriores del Covid. Eso implica que el número total de personas en los hospitales y el número de decesos sigue siendo bastante alto. De ahí que se tenga que plantear la pregunta: ¿Cuál es el nivel aceptable de riesgo social para levantar restricciones y volver a la normalidad pre-epidemia? O dicho de manera más descarnada: ¿Cuántos decesos puede aceptar la sociedad como costo de ese retorno?

Podemos mirar el caso de la influenza para tratar de encontrar una respuesta. En Estados Unidos, con sus 329 millones de habitantes, hubo entre 30 y 50 mil muertos por influenza en años pre-epidemia. Es esa una enfermedad a la que estamos “acostumbrados”. Actualmente mueren por Covid siete personas al día en EU, por millón de habitantes. Extrapolando a todo el país, durante un año, eso equivale a 840 mil muertes adicionales a los 2.7 millones de fallecimientos en años normales. Un número así de fallecimientos por Covid es 28 veces mayor que los que produce la influenza.

Claro que se espera que los decesos sigan bajando, una vez que la cuarta ola del Covid pierda fuerza, pero aun así la interrogante sería si la sociedad está dispuesta a pagar un nivel de letalidad cinco, ocho o más veces superior al de la influenza, cada año. ¿Cuál es el límite de lo socialmente aceptable?

Para dar respuesta a esta interrogante, una posibilidad es medir la saturación del sistema de salud debida al virus SARS-CoV2. En Alemania, durante la segunda ola se llegó a ocupar 25% de las camas de las UCIs en todo el país con pacientes Covid. Ahora ya bajó a 5% del total de camas ocupadas. Recordemos, de cada 1200 personas infectadas una ingresa a la UCI. En Estados Unidos tendrían que bajar los decesos por Covid por un factor de 3.5 para tener la tasa de mortalidad de Alemania. Si así fuera, el número anual de decesos por Covid sería ocho veces el número de decesos por la influenza.

Me parece que los gobiernos de países con un buen sistema de salud están apuntándole implícitamente a esa meta: alcanzar una situación en donde el riesgo de morir por Covid, cada año, sea menor a diez veces el riesgo de morir por influenza. Pero mantener ese nivel de riesgo significa mantener el nivel de respuesta inmunológica ya alcanzado en la población, es decir, hay que seguir vigilando cómo se comporta el virus ante las vacunas y ya se sabrá si campañas de vacunación anuales serán necesarias como para la gripe.

Para resumir: viendo el descenso en el número de fallecimientos por casos de Covid, hay razón para ser optimistas, pero 2022 todavía seguirá poniendo a prueba a los sistemas de salud en todo el mundo. El nivel de riesgo solo bajará paulatinamente. Por eso no se puede bajar la guardia todavía, ni respecto a las vacunas ni respecto a precauciones elementales como usar mascarilla en lugares muy concurridos. Quedan al menos diez meses de transición por delante.

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