Una frase de su discurso de toma de posesión referente al atentado que sufrió en Pensilvania en julio del año pasado, resume la megalomanía del delincuente convicto Donald Trump, cuadragésimo séptimo presidente de Estados Unidos:

“Dios me salvó para hacer a América grande otra vez”.

Así, al hablar de lo que viene, al considerar su llegada a la Casa Blanca como “el inicio de una nueva época de oro de los Estados Unidos”, Trump retrocedió en la historia casi 500 años, la regresó a los tiempos del “derecho divino de los reyes” al que los monarcas apelaban para justificar sus excesos de poder.

Dentro de ese caparazón triunfalista y dogmático están fincadas las órdenes ejecutivas con las que ha iniciado su segundo periodo en la Casa Blanca y que afectan al mundo entero y a México de manera peligrosamente directa y ventajosa.

Entre ellas la que ya declaró a la frontera con nuestro país en estado de emergencia, lo que implicará, entre otras medidas, desplegar al Ejército para contener lo que llama “invasión de delincuentes”, seguir la construcción del muro, sin papeles, exigir que se queden en México, cerrar la aplicación CBP One mediante la que se hacían solicitudes de asilo y revocar la ley que da el derecho a los nacidos de indocumentados en Estados Unidos de obtener la nacionalidad norteamericana.

Asimismo, declaró Tal requerimiento legal estadounidense, faculta a sus fuerzas armadas a intervenir en nuestro territorio para aniquilarlos y contener el tráfico de fentanilo. Quizás (y a estas alturas ya son muchas las dudas) no estemos ante el escenario de una invasión militar, pero es muy probable que pronto estemos viendo operaciones como la que detuvo aquí y trasladó a Estados Unidos al capo del cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada.

Otra orden ejecutiva se refiere a la creación de un nuevo departamento para recabar lo que Estados Unidos cobrará como aranceles. No se refirió, por lo pronto, a la imposición a México de un arancel de 25%.

Trump también ordenó el cambio de nombre del Golfo de México por el de Golfo de América o Golfo de Estados Unidos, medida que tendrá obligatoriedad para ellos, no para el resto del mundo en tanto las autoridades internacional competentes así lo declaren.

Y ya en el colmo de la soberbia hegemónica, reiteró que recuperará el control del Canal de Panamá. “Se lo devolvimos, pero los tratados canaleros no respetaron un buen trato para quienes lo construimos… ahora está en manos de China y lo vamos a recuperar”.

Así ha empezado la segunda era Trump, encabezada por un grupo de halcones que se dicen “pacificadores” y “unificadores” para encubrir su infamia intervencionista.

@RaulRodriguezC

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