No es pretensión de esta columna descalificar el trabajo periodístico de tres colegas de The New York Times (NYT) que el domingo pasado publicaron un reportaje en el que dan cuenta, con el apoyo de dos breves videos sin audio y tres fotografías, de la operación de un presunto laboratorio clandestino para la elaboración de fentanilo, ubicado en pleno centro de Culiacán.
Tampoco es objetivo de estas líneas convencer a que se acepte sin chistar la respuesta que sobre el reportaje ha dado el gobierno de México, toda vez que dudar sobre las versiones oficiales es un principio básico de quienes hacemos periodismo.
Lo mejor, en todo caso, sería analizar objetivamente lo que viene desde ambas partes, con el ánimo de aproximarse a la verdad lo más posible respecto al tráfico de fentanilo, la adicción y alta mortalidad que provoca en Estados Unidos, las amenazas de injerencia y/o invasión con las que Donald Trump pretende resolver el problema y la violenta y sangrienta confrontación que su trasiego hacia el vecino del norte genera entre los cárteles que operan en México.
Es un hecho que desde México llega a EU el mayor volumen del fentanilo que ha matado cada año, de 2021 a 2024, a más de 70 mil estadounidenses, en medio de una verdadera epidemia de sobredosis de drogas, de acuerdo con el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de aquel país.
Allá, sobre todo entre quienes conforman y creen en el gobierno que tomará las riendas de la Casa Blanca dentro de 17 días, se asegura que ese fentanilo se “cocina” en México, pero nuestro gobierno insiste que llega aquí ya producido. Reportes de la Unidad de Inteligencia Naval de la Secretaría de Marina reconocen que en México solamente se encapsula, es decir, se le da la presentación con que se vende al adicto.
Uno puede inferir que la hipótesis que se planteó el reportaje del NYT titulado “Así es un laboratorio de fentanilo del Cártel de Sinaloa” era la de desmentir la versión de nuestro gobierno y demostrar que aquí se produce fentanilo en laboratorios clandestinos.
La toxicidad letal de esa droga es muy alta, con una potencia cien veces superior a la de la morfina. A la euforia intensa que provoca le sigue una depresión respiratoria que lleva a la muerte por asfixia con dosis superiores a los 0.2 miligramos, es decir, 200 microgramos que equivalen, para que se dé una idea, a tres o cuatros granitos de sal.
El opioide sintético entra al cuerpo por inhalación, por contacto en las mucosas o hasta en la piel de quien consume.
De ahí que los famosos “cocineros”, los que elaboran la potente droga, requieran de trajes especiales de protección y de laboratorios donde se puedan controlar las condiciones de exposición y existan equipos especializados para realizar la síntesis química del fentanilo.
De acuerdo con un análisis realizado por la Secretaría de Marina de los dos videos sin audio de diez y trece segundos, así como de las tres fotografías mostradas en el reportaje, las imágenes no ilustran cabalmente tales requerimientos de protección y sí a dos hombres no identificados expuestos, solamente con cubrebocas quirúrgico, a un polvo blanco colocado en una mesa que el texto periodístico asegura es fentanilo ya terminado, y a otras sustancias que se dice son hidróxido de sodio y acetona. Nunca se mencionan los principales precursores químicos para sintetizar fentanilo que son: 4-ANPP, anilina y cloruro de propionilo.
Las reporteras explican en su texto que los “cocineros” no usan el equipo de protección requerido para evitar los efectos de los gases tóxicos que genera la elaboración del clorhidrato de fentanilo “porque ellos ya tenían tolerancia a la droga letal”.
“No existe descrito científicamente ningún fenómeno fisiológico conocido como tolerancia letal a la toxicidad”, asegura el médico Alejandro Svarch Pérez, director de IMSS-Bienestar quien afirma tajantemente que, si hubiera sido fentanilo lo que estuvieran produciendo, el operador “hubiera durado 30 segundos y hubiera caído fulminado”.
De ahí que el análisis referido de la Secretaría de Marina concluya que “no existen elementos suficientes para demostrar que la información presentada en el artículo del New York Times documenta un laboratorio de síntesis de clorhidrato de fentanilo”.
Y sobre esa base está el comentario de la presidenta Claudia Sheinbaum de que el reportaje no es creíble o verosímil. No dice ella que no haya trasiego de fentanilo de México a Estados Unidos, sino que los datos y la información aportados en el reportaje del NYT no muestran lo que se asegura es un laboratorio de fentanilo, lo que se suma a otros asertos negativos contra México y su gobierno, hechos por el rotativo neoyorquino.
Muy probablemente haya en México laboratorios clandestinos, sin que necesariamente aquí se produzca el mayor volumen del fentanilo que llega a Estados Unidos si no, como asegura el gobierno mexicano (y habría que documentarlo con algo más que con su simple palabra), llega aquí ya “cocinado” para su encapsulamiento y posterior trasladado al vecino del norte.
Lo que casi seguramente mostró el NYT fue uno de los muchos laboratorios clandestinos para elaborar metanfetaminas, no fentanilo.
Sin que bajen la violencia y los volúmenes del trasiego de drogas, el gobierno mexicano asegura que no está de brazos cruzados.
La química bióloga Zúñiga Estrada, directora de la Cofepris asegura que se ha endurecido la regulación sanitaria de fentanilo y diversos opioides y optimizado la plataforma del Sistema Integral de Sustancias que dará seguimiento de la entrada al país de esas drogas hasta su destino final. Además, se agregó en una reforma vigente desde ayer al tráfico de fentanilo como uno de los delitos graves que ameritan prisión preventiva oficiosa y se realizó entre 2023 y 2024 el aseguramiento de precursores químicos por un monto de mil 684 millones 722 mil 852 pesos.
Acaso al reportaje del Times le falta ese rigor que le aporta verosimilitud, no obstante, el valor mostrado y que debe reconocérsele a sus autoras por meterse ahora sí hasta la cocina en ese mundo violento y peligroso.
Y a las respuestas del gobierno mexicano, le faltan elementos que más allá de sus asertos documenten contundentemente la información que contienen sin dejar la percepción de que su reacción se queda solamente en el denostar a periodistas.
Instantáneas:
1. DEPORTACIONES MASIVAS. Faltan diecisiete días para saber si, como amenazó Donald Trump, iniciarán las deportaciones masivas de migrantes sin documentos. La presidenta Claudia Sheinbaum informó ayer en su conferencia mañanera que ya se cuenta con un plan para enfrentar tal situación, pero no quiso dar más detalles. Dijo que esperará el momento adecuado para detallarlo. Debe ser un plan de gran envergadura, pues se trata de un problema de gran envergadura. Hablamos de casi cinco millones de mexicanos en esa condición, de acuerdo con datos del secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente.
2. ES UNA MUJER quien con mayor contundencia ha respondido a las amenazas de deportaciones masivas de indocumentados anunciadas por Trump. Se trata de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, quien advirtió que echará las bases militares estadounidenses asentadas en ese país centroamericano si el próximo mandamás de la Casa Blanca deporta a los miles de hondureños que residen sin papeles en el vecino país del norte. “Frente a una actitud hostil de expulsión masiva tendríamos que considerar un cambio en nuestras políticas de cooperación con Estados Unidos, especialmente en el campo militar, en el que sin pagar un centavo por décadas mantienen bases en nuestro territorio”, añadió la mandataria hondureña.
3. FELIZ DIJO ESTAR la presidenta Sheinbaum de volver a ver lleno de turistas a Acapulco en la reciente temporada vacacional de fin de año. Buena calificación a la tarea de reconstrucción del puerto encabezada por la gobernadora Evelyn Salgado tras los huracanes “Otis” y “John”. Igual de nueva noticia es el hecho de que las celebraciones de fin de año en el puerto guerrerense hayan registrado saldo blanco con el operativo de seguridad implementado por los gobiernos federal y estatal. Los que deben estar más felices son las y los acapulqueños, porque fueron parte fundamental de la reconstrucción de su ciudad después de la catástrofe.
@RaulRodriguezC raulrodriguezcortes.com.mx