He leído con atención el desconcertante intercambio entre Lilly Téllez y Jesús Silva-Herzog Márquez. Él la descalifica en los términos más severos y ella responde adulándolo. Él la llama “cuasi fascista, medieval, ignorante” y ella lo ensalza como “universal, agudo.” Es uno más en la extensa lista de incidentes mediáticos protagonizados por la senadora. El fin de semana, se apareció en un rarísimo video disparando un arco junto a Marko Cortés. El mismo fin de semana del cierre de campaña de las elecciones para gobernador en Coahuila y Estado de México. Téllez tuvo la oportunidad de grabarse recorriendo colonias populares y pidiendo el voto a favor de la alianza Va por México, pero prefirió figurar como arquera. Fue también el mismo fin de semana de la marcha en defensa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es decir, cuando había la oportunidad de emitir un pronunciamiento en defensa inequívoca del orden constitucional y la autonomía del poder judicial. Nada de eso le interesó a su campaña, optaron por jugar al tiro al blanco. En una entrevista con el diario El País, Téllez declaró “yo soy de derecha, pero no de ultraderecha, es muy importante dejarlo claro, no comulgo con la ultraderecha.” Y en un video muy difundido en sus redes sociales habló de “darle una oportunidad a la derecha moderna.” En un sistema democrático moderno, es indispensable la representación de los sectores conservadores. No obstante, Téllez ha usado como referentes políticos a Hernán Cortés y Margaret Thatcher, que distan de ser figuras “modernas”. Uno se murió hace siglos y la otra tomó posesión como primera ministra hace cuarenta y cuatro años en un mundo previo a la caída del Muro de Berlín, los ataques terroristas a las torres gemelas o la crisis financiera mundial de 2008. Para no hablar de la pandemia, la invasión de Ucrania, la era del populismo autoritario y la creciente tensión entre China y Estados Unidos. El mundo es otro.
En todo caso, la derecha moderna de nuestro tiempo es el partido demócrata cristiano de Ángela Merkel, una estadista de prestigio internacional que acogió un millón de refugiados. Es decir, funcionaría mejor para el contraste con la política migratoria de un gobierno mexicano que dejó morir incinerados a cuarenta migrantes. Merkel tuvo un manejo liberal de la economía, impulsora de la globalización y rescató de la crisis financiera a la Unión Europea. Frente a la patanería y estridencia de Donald Trump o la brutalidad asesina de Vladimir Putin, Merkel encarnó siempre la sensatez, la experiencia, la seriedad profesional y la mejor tradición de tolerancia y apertura liberal. Por cierto, Merkel tuvo la capacidad de integrar un gobierno de coalición con el partido socialdemócrata para construir una fuerza de gobierno más representativa. Merkel ofreció a todos sus ciudadanos la más alta calidad de servicios públicos e hizo del estado de bienestar alemán el único financieramente sustentable en Europa. Finalmente, la senadora Téllez dice en su carta “defender el rol de las familias como lo hacen las mejores tradiciones conservadoras.” En Inglaterra, país respetuosísimo de la tradición, el ex primer ministro David Cameron, del partido conservador británico (el más antiguo partido conservador del mundo) fue el promotor del matrimonio homosexual en el Reino Unido. La diversidad sexual es parte de la riqueza irrenunciable de las sociedades modernas. Por eso es perseguida penalmente por los populistas como Vladimir Putin o Recep Tayyip Erdogan. Al aprobarse jurídicamente el matrimonio homosexual, David Cameron dijo “la introducción del matrimonio civil para parejas del mismo sexo dice mucho del país que somos. Dice que somos un país que continúa honrando sus tradiciones de respeto, tolerancia e igualdad ante la ley. También envía un poderoso mensaje… es importante para crear un ambiente donde la gente no sea hostigada por su sexualidad y puedan alcanzar la plenitud de su potencial, como el gran matemático Alan Turing.” Ésa, senadora Téllez, es la derecha moderna. Aprovéchela.