En los últimos años han proliferado los libros sobre el narcotráfico que presumen grandes revelaciones periodísticas y la explicación definitiva de lo que sucede en México. Reporteros que se venden como héroes supuestamente han descubierto las más ocultas conspiraciones y también las más siniestras redes de complicidad. Hay para todos los gustos: tramas políticas, policíacas y hasta amorosas, para contarnos la vida de los capos. Se venden por millares. Procuro no leerlos, pues desconfío de su falta de fuentes periodísticas. “Dicen”, “Me contaron”, “me dijeron”, “esta reportera tuvo acceso a”, etcétera. Dependiendo la preferencia ideológica del lector, hay publicaciones que culpan al PRI, otras al PAN, y varias más a Morena.
Por otra parte, en estos días circula en nuestro país una obra maestra de seriedad y rigor académicos envidiables para entender lo que está sucediendo con ese fenómeno en México. Se trata de Amaneció un muerto: Antropología de la vida cotidiana en Badiraguato de Adele Blázquez, antropóloga francesa avecindada durante dos años en Badiraguato, Sinaloa. Ahí mero, en la legendaria tierra del Chapo Guzmán. Y este libro es eso, un esfuerzo por desmentir las leyendas y describir realidades. Con las herramientas del investigador profesional, Blázquez escribe mucho más que una etnografía. Es un retrato de la vida cotidiana de un pueblo en la mejor tradición literaria e intelectual que usted pueda exigir. Lo mismo recuerda por momentos Pueblo en vilo de don Luis González y González, que Conversaciones en el desierto de Natalia Mendoza. La calidad del texto también evoca, a ratos, las mejores novelas rurales de la tradición latinoamericana. La historia de un pueblo y la descripción pormenorizada de sus costumbres le sirven a Blázquez para extraer algunos elementos de comprensión profunda sobre la situación de seguridad. La autora no condena, no generaliza, no moraliza ni pontifica como la mayoría de nuestros analistas políticos cuando hablan de Sinaloa. Nada del simplismo del “disfruten lo votado”, sino un esfuerzo intelectual real por estudiar los orígenes y evolución de un problema que ya trasciende las fronteras de Sinaloa y afecta el país entero. Ella hace lo que le corresponde a un estudioso, ilustra para explicar. Los rumores como mecanismo de comunicación entre las rancherías, la violencia como parte de la vida cotidiana de las familias, las conexiones de la producción agrícola local con la economía transnacional, el valor de la propiedad, los conocidos en la mafia. En suma, el cultivo de amapola como articulador de la convivencia entre autoridades y gobernados, entre delincuentes y campesinos. La vida en medio de asesinatos, levantones, operativos militares y sobre todo, la construcción de una suerte de normalidad para sobrevivir y sobrellevar la crudísima realidad. Si esto fuera periodismo, se le conocería como “historia de interés humano” pero también más que eso. Un estudio puntual de la vida de seres humanos hasta en los detalles de su alimentación o las consecuencias de una mala cosecha.
En México, la seriedad intelectual pasó de moda hace tiempo. Todo el mundo opina de todos los temas todo el tiempo. Si usted quiere aprovechar para leer un libro de una verdadera especialista, pero con prosa de la mejor calidad para divulgación, no deje pasar la oportunidad de conocer esta obra. Desde la frase que da título al texto “amaneció un muerto”, Blázquez explica cómo el lenguaje se ha modificado para protegerse en un entorno de peligro. No mataron a alguien, amanece muerto. Esa es la triste realidad del México contemporáneo.

