Una de las premisas que está descrita en la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, es la libertad de expresión, y es a la que muchos estadounidenses recurren cuando quieren justificar sus declaraciones. Pero la libertad, sea de cualquier tipo, no puede nunca ser absoluta. Ya Rousseau decía que la libertad de un individuo termina donde comienza la libertad de otro. Son las reglas básicas de convivencia en una sociedad y parte del contrato social. De esta manera, un medio de comunicación puede publicar falsedades libremente, pero tendrá que rendir cuentas y estará obligado a responder. Las expresiones y los actos requieren responsabilidad cuando afectan a otros.
Este martes, Fox News resolvió una demanda en su contra fuera de la corte, pagando 787 millones 500 mil de dólares a una compañía de software, por divulgar teorías de conspiración contra ella. Dominion Voting Systems, que es el nombre de la compañía, tiene un valor aproximado de 30 mil millones de dólares. La demanda se dio desde principios de 2021, después de las elecciones en que Trump fue derrotado para su reelección y que no quería admitirlo, argumentando que le habían hecho fraude. Para ello elaboró teorías de conspiración que Fox News se encargó de divulgar y eso fue lo que propició la demanda. Pero, ¿se pueden decir mentiras, sabiendo que son mentiras? ¿Es eso la libertad de expresión?
Los cuatro años de la administración Trump se caracterizaron por la construcción de falsedades y teorías de conspiración que enaltecían la personalidad de un individuo y dividieron a la sociedad. Simplemente el 21 de enero de 2017, un día después de que Donald Trump asumiera como presidente, su asesora principal Kellyanne Conway, respondió a una pregunta de medios sobre una mentira que había dicho el secretario de prensa de la Casa Blanca acerca de la cantidad de gente que había asistido a la inauguración presidencial, diciendo que ellos tenían “realidades alternativas”, a lo cual el entrevistador le refutó que “realidades alternativas” son falsedades. En ese entonces los medios convencionales no se atrevían a llamar mentiras a esas afirmaciones falsas, tanto provenientes del gobierno, como de Fox News.
A lo largo de la administración Trump la expresión “realidades alternativas” se volvió su “realidad” y representó la forma de relacionarse con los medios convencionales y profesionales, a los cuales el entonces presidente llamaba fake news e incluso “enemigos del pueblo”. Así se fueron construyendo teorías de conspiración para justificar declaraciones falsas que alimentaban a su núcleo duro y para construir una base social más amplia. Trump estuvo en campaña antes y durante su presidencia, siempre convocando a su base social y alimentándolos con falsedades y acusaciones a los “otros”, a los que no se adherían a sus mentiras. Incluso, durante la pandemia, fabricó ideas irresponsablemente, de cómo combatirla.
Para evidenciar esto, el Washington Post contabilizó 30,573 mentiras solamente mientras Trump estuvo ocupando la Casa Blanca. Pero para que pudiera elaborar y repetir todas sus falsedades, era necesario tener a los medios de su lado. Los medios convencionales lo exponían en forma de acusación, con incredulidad y asombro, mientras que los de ideología de derecha, especialmente Fox News, lo mostraban como el adalid de la verdad. En los dos casos, los medios habían sido atrapados por un personaje que lo único que pretendía era que hablaran de él para acaparar toda la atención y el debate públicos.
Y Fox News, como empresa mediática, que en su nombre implica que transmite noticias, en realidad no deja de ser una empresa, con todo lo que eso significa. Lo importante es abarcar cada vez más audiencia y, para lograrlo, tiene como presentadores y comentaristas a personajes que generan identidad política entre sus televidentes, los que se alimentan de la editorialización de las noticias. Las noticias no son lo importante, lo importante es mantener un alto rating para obtener más ganancias. Así se habían manejado desde los años 90, sin embargo, con el arribo de Trump a la escena política, llegó un personaje que les daba material mediático constante por sus comentarios controversiales y que además, acaparó todos sus espacios y tiempos.
Así fueron adhiriéndose todos los presentadores a las exigencias de Trump, incluso los que no estaban de acuerdo con él y, aquellos que se manifestaban en desacuerdo tuvieron que salir de la cadena. Trump acaparaba todos sus espacios, toda su narrativa, todo su aire, los utilizaba como sus voceros mediáticos personales. Emitía mensajes controversiales para que en las otras cadenas lo condenaran y en Fox News lo defendieran, generando conflictos, tanto entre las visiones de los hechos, como entre los propios televidentes. La idea era dividir para hacer más fuerte a su núcleo duro. Fox News se dejó atrapar por Trump.
En 2020, después de haber sido derrotado por Joe Biden en las elecciones, Trump insistía en que había habido fraude. Era una narrativa que ya había preparado desde antes porque las encuestas no le favorecían. Las teorías de conspiración que elaboró eran, entre otras: que los oficiales electorales se llevaban maletas llenas de votos para tirarlos, o que votaban hasta los muertos, o que los votos por correo eran falsos y no había forma de revisar que fueran reales, o que cambiaban los votos a la hora del conteo, y muchas construcciones más.
Pero lo más interesante es que atacó a Dominion Voting Systems, la compañía del software especializado en contabilización de votos, alegando que estaba pagada como parte de un complot internacional para no permitir su reelección. Sus aliados y apoyadores más cercanos, los abogados Rudy Giuliani y Sydney Powell, propagaron falsedades diciendo que era un software producido en Venezuela por Hugo Chávez para diseminar el comunismo en Estados Unidos. También que Hillary Clinton tenía intereses económicos en Dominion con lo cual podía transferir votos de Trump a Biden.
En todos los casos, Fox News contribuyó a divulgar las mentiras para no perder a la audiencia que no quería ver a su ídolo como perdedor. Sus admirados comentaristas repetían todas las mentiras y elaboraban narrativas al respecto, mostrando a otros republicanos coreando los mismos cuentos. Mientras, al mismo tiempo, los medios convencionales tomaron su propia posición nombrando The Big Lie o La Gran Mentira a cualquier difusión que implicara que Biden no había ganado las elecciones.
A partir de diciembre de 2020, Dominion demandó por difamación a Fox News y a los medios de ultraderecha Newsmax y OANN. También demandó a los abogados Giuliani y Powell por 1,300 millones de dólares cada uno, así como a Mike Lindell, su apoyador incondicional y quien cuenta con su propio medio de comunicación.
La demanda contra Fox News fue por 1,600 millones de dólares por difamación y este martes 18 de abril, justo antes de comenzar los argumentos de los abogados, las dos partes llegaron a un acuerdo en que la cadena pagará a Dominion 787 y medio millones de dólares, o sea, casi la mitad de la demanda. Para Dominion es una gran victoria, considerando que es una compañía que vale mucho menos que su ganancia en la demanda. Además están en proceso otras demandas contra otros actores por las mismas razones.
Por otro lado, también podríamos considerar que para Fox News también es una victoria pues se evitan meses de una narrativa que los muestra como propagadores de mentiras, además de que de esta manera evitan llevar a comparecer al dueño y director general Rupert Murdoch, así como a sus presentadores estrella, Tucker Carlson, Sean Hannity y otros. Asimismo, en el acuerdo final no hay ninguna obligación para rendir cuentas a su público, no tendrán que dar ninguna explicación aceptando sus mentiras, no tendrán que aceptar nada. ¿Ganaron las dos partes? Probablemente sí.
Lo que la demanda de Dominion permitió ver es el desprecio que muchos de los actores principales de Fox tienen por Trump, incluyendo a Carlson y al propio Murdock. En Fox News sentían que podrían seguir adelante sin él. Sin embargo, las recientes acusaciones a Trump en Nueva York lo reposicionaron acaparando el aire mediático y la opinión pública, por lo tanto ya está recuperando nuevamente el apoyo de todos en esa cadena.
Habría que hacerse más preguntas más allá que la divulgación de mentiras. Por ejemplo, ¿qué pasa con la propia audiencia que diariamente consume estas historias mediáticas construidas sin responsabilidad? Para responder a esto en particular, habría que observar que los sectores de la población que sienten identidad política no se preocupan de que los medios les digan la verdad, simplemente están enfocados en que lo que les dicen corresponda con sus mismos sentimientos y creencias. Se podría decir que los líderes políticos autócratas podrían decir una serie de falsedades que satisfagan a sus seguidores, a eso se dedican. Pero lo que se debe considerar es que de los medios de comunicación se espera que nos cuenten nuestra historia inmediata, no que nos digan cómo pensar de esa historia y mucho menos que nos construyan verdades alternativas y mentiras. Eso no es libertad de expresión, es desinformación. Ese es precisamente el problema de Fox.
Los medios de comunicación tienen los recursos para funcionar como relatores de nuestra sociedad, pero deberían estar obligados a hacerlo lo más apegado a la realidad y de manera oportuna, no construir historias de satisfacción o de conflicto que cumplen con deseos de la audiencia y mucho menos de los líderes políticos. Durante todo el proceso después de las elecciones, todas las apariciones en pantalla de los presentadores incluían diversas teorías de conspiración y construcciones de la realidad. Además, generaron más enojo y deseo de subversión por parte de la base de Trump, lo cual incluso llevó a la insurrección del 6 de enero de 2021 en el capitolio. La observación que han hecho muchos analistas de la ley, es que no se trataba de libertad de expresión, se trataba de sedición y eso está penado por la constitución.
Por último, una de las preguntas más importantes sería si puede conservarse el paradigma de la democracia, tomando en cuenta este antecedente y el surgimiento de los nuevos medios que juegan con la identidad política, que no están regulados, ni obligados a decir verdades. Muchos de estos medios ya operan desde los sótanos de las casas de personajes oscuros, que ocupan mucho de su tiempo diciendo lo que se les ocurre, que nadie les objeta y que tienen miles de seguidores. Los caudillos de ahora buscan este tipo de repetidores de sus teorías conspiracionales para llegar a más seguidores.
No podemos saber de inmediato si esta demanda servirá como lección para que Fox News deje de construir verdades alternativas o mentiras, pero si sabemos que estará compitiendo por la audiencia con los nuevos medios con ideología de derecha y también con los influencers que manejan identidades, operan sin contrapesos y que tienen toda la tecnología a su alcance. Lo que está en juego para el futuro es la Primera Enmienda, la libertad de expresión y también la democracia.
Académica en la Universidad Iberoamericana. Especialista en política y medios de Estados Unidos.