Este domingo se materializó la decisión más debatida y trascendental que absorbió la atención internacional durante las últimas semanas: la renuncia de Joe Biden a la campaña por la reelección a la presidencia de Estados Unidos. Con su respaldo a la Vicepresidenta Kamala Harris, la encrucijada es clara: el cierre de filas Demócrata en torno a Harris en pos de la unidad, o un enfrentamiento en la primera Convención Nacional Demócrata abierta desde 1968 que arriesgue un escenario de caos y división interna de cara a las elecciones generales de noviembre.
Si bien el escenario de unidad pareciera el más óptimo, no está exento de retos. Pese a que la última palabra la tienen los 3,936 delegados Demócratas, cabe destacar que no fueron éstos, ni la presión del electorado, de los medios o de sus propios asesores quienes lograron la dimisión de Biden. Fueron los legisladores quienes tras las bambalinas del Capitolio desplegaron una serie de agudas negociaciones y serán precisamente ellos quienes en gran medida orienten quién encabezará la boleta.
En este sentido, el mayor obstáculo que encabeza Harris como candidata de unidad es el bloque de congresistas Demócratas que abogan por una competencia genuina para la nominación. Para dicho bloque, la elección “por dedazo” de Kamala Harris sería no sólo perjudicial para el partido, sino una traición para su base. Así mismo, abogan porque las encuestas tampoco la favorecen considerablemente y que quizás no es la mejor figura para dar batalla en estados fundamentales como Pensilvania, Michigan y Wisconsin.
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Este argumento ya hace eco en las filas Republicanas, que acusan a un partido Demócrata poco democrático, en donde “las élites, los medios y los donantes” son quienes bajaron a su propio candidato por sus pocas posibilidades de triunfo. Entre líneas, en el comunicado del propio ex presidente Barrack Obama subyace este argumento, al apostar por la creación de un proceso encabezado por los líderes del partido “del cual emerja un sobresaliente nominado.”
La influencia de líderes demócratas como Chuck Schumer, Hakeem Jeffries y Nancy Pelosi, así como de dinastías políticas como los Clinton y Obama serán cruciales en esta determinación. Hasta ahora, pese a que distintos perfiles han dado su apoyo a Harris, otros han mantenido una postura ambigua que refleja la incertidumbre y la falta de unanimidad dentro del partido. La rápida consolidación de un bloque pro-Harris en el Congreso, con el apoyo de grupos influyentes podría jugar un papel crucial en este contexto.
Bajo el entendido de que Harris deberá demostrar su capacidad para atraer votantes en estados bisagra en donde las encuestas muestran que los Demócratas enfrentan una desventaja de hasta 7 puntos, otro factor determinante es la rapidez con la que haga público a quién elegiría como Vicepresidente. Más aún con la elección de JD Vance como compañero de fórmula de Donald Trump, quien suma réditos electorales en el disputado midwest estadounidense al presentarse como el hombre común de la clase blanca trabajadora que los sacará del olvido de la actual administración. Pese a que suenan varios nombres de gobernadores y gobernadoras desde antes del anuncio de hoy, son precisamente éstos quienes pueden ser el primer obstáculo en la senda hacia la unidad si, en las próximas horas y días, alguno de ellos asegura el apoyo de 300 delegados para contender por la candidatura.
El hecho de que Biden no haya renunciado a la presidencia deja a Harris sin el beneficio de la incumbencia. Sin embargo, aún así le da acceso al fondo de aproximadamente 91 millones de dólares con el que cuenta la campaña Biden-Harris. Este aspecto, crítico para ganar cualquier campaña, sería más complicado si otro candidato emergiera de una convención abierta. Así mismo, de acuerdo a las encuestas, Kamala Harris cuenta con un mayor apoyo de votantes independientes y moderados, así como mejores posibilidades que Biden con sectores como mujeres, personas de color y jóvenes demócratas entre 18 y 29 años.
Hasta el momento, todo parece indicar que la votación pre-convención que había organizado el Partido Demócrata continúa en pie para la primera semana de agosto. Si Kamala Harris logra un voto mayoritario, se convertiría en candidata incluso antes de la convención que inicia el 19 de agosto. El foco de atención está nuevamente del lado de los Demócratas; pero la decisión partidista de hacer de la elección de la candidatura presidencial una competencia o una coronación es la que determinará de qué lado cae la moneda.
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mahc