Mientras pensaba de qué iba a escribir esta semana, un poco cansada de leer sobre el COVID 19 -siendo sincera-, me invitaron a hablar en un panel respecto a los retos que enfrentamos los emprendedores sociales en estos tiempos de pandemia[1].
Si bien es cierto que los emprendedores nos caracterizamos por buscarle solución a cada desafío, sin duda, buscarle solución a los efectos que produce una pandemia, ha sido una tarea complicada.
Después de reflexionar respecto al tema, decidí que en lugar de exteriorizar todas las preocupaciones que nos conciernen a todos y las cuales escuchamos por todos lados –sobre todo las económicas-, analizaría desde una perspectiva positiva los efectos del COVID 19.
Esta pandemia vino a poner de cierta manera “en pausa” no solo a la economía, sino a nuestro ritmo de vida, fue un mecanismo involuntario que nos hizo pararnos a replantear nuestras prioridades, valorar lo que realmente importa, darnos cuenta de todo aquello que teníamos descuidado y, al estar en encierro, de lo afortunados que somos de gozar de libertad.
Como emprendedores, es hora de reinventarnos e innovar, buscar una solución creativa para salir adelante, identificar áreas de oportunidad, activar nuestra mente, unir fuerzas y ayudarnos unos a otros, recordar que las crisis te ayudan a hacer más con menos.
La tecnología, ahora más que nunca, juega como nuestro mejor aliado, cambiando tiempo en el tráfico por tiempo productivo a través del uso de la misma para reuniones y videoconferencias. Evolucionando hacia una flexibilidad laboral, hacia un aumento de compromiso y responsabilidad, para poder trabajar desde el hogar.
Comenzamos a comprender la importancia de consumir local para mitigar los efectos negativos en la economía del país, pues en la medida que lo hacemos, no solo en la compra de productos sino en el abastecimiento de servicios, generamos empleos e ingresos y, en consecuencia, movimiento en la economía mexicana. Esto impacta de manera trascendente a los emprendedores, cómprale a tus amigos, parientes, pequeños locales, a la tiendita de la esquina.
En esta época, no todo es malo, la gente se ha unido para proteger a los más vulnerables juntando despensas, los centros penitenciarios haciendo tapabocas, los empresarios donando espacios para montar hospitales, los bancos suspendiendo créditos y los doctores trabajando jornadas eternas sin descanso con el fin de salvar vidas.
El planeta sonríe de tenernos en cuarentena a todos, después de cómo los humanos hemos abusado con las emisiones de carbono y acabado con los recursos naturales. Que continúe mejorando la calidad del aire, que los animales se sigan apareciendo por las calles y canales, y que el cielo permanezca azul.
Debemos tener creatividad para realizar iniciativas que inspiren, contrarrestar el pánico. Por nuestra parte, entre Yo Soy y La Cana[2], nos unimos para invitar a la sociedad a escribir una carta alentadora para las mujeres privadas de la libertad de los reclusorios de Ecatepec, Barrientos, Nezahualcóyotl Sur y Santa Martha Acatitla. Aprovechar nuestra cuarentena y ser la motivación de quienes viven en confinamiento durante años.
Se hablará de un antes y un después del COVID 19, de nosotros depende si somos de los que nos quedamos estancados o de los que enfrentamos y avanzamos.
Vamos a reinventarnos, a pensar más allá, a demostrar que juntos podemos más y que entre antes comencemos a ayudarnos unos a otros, más rápido vamos a salir de esta.
México, sí podemos.
[1] Participación en el panel “Las Soluciones del Impacto Social” como Cofundadora de La Cana.
[2] Yo Soy, organización que imparte talleres de dignidad humana en centros de rehabilitación y penitenciarios (IG @yo_soy.taller).
La Cana, organización que se encarga de brindar oportunidades de cambio a mujeres privadas de la libertad para lograr su reinserción en la sociedad, principalmente a través de la capacitación laboral y empleo formal, y talleres de salud mental (IG @lacanamx).