Por Cuauhtémoc Cárdenas
Para hablar de izquierda en política, hay que empezar por preguntarse ¿de qué quiere hablarse? ¿De izquierda, como corrientes de pensamiento, posicionamientos y acción política? Se dicen de o en la izquierda quienes se presentan como socialistas, anarquistas, comunistas, socialdemócratas y seguramente muchos más, y por otro lado, según cada caso, pueden visualizarse con alcances nacionales, internacionales o necesariamente universales.
Y así como hay múltiples corrientes, posicionamientos o formas de actuar que se presentan como izquierdas, las hay que se definen de derechas y de centro.
Al respecto, cito a Susan Neiman (“Left is not woke” (La izquierda no está alerta). Polity Press. Cambridge, U. K. 2023.), que nos dice que “una variedad de posiciones de izquierda está siempre en oferta”, y “[Lo] que distingue a la izquierda de lo liberal es que, junto con los derechos políticos que garantizan las libertades de palabra, creencia, tránsito y votar como se considere conveniente, también reclamamos derechos sociales, que sostienen el ejercicio real de los derechos políticos”.
Por su parte, Luis Villoro (Juan Villoro y Guillermo Hurtado, coordinadores: “La identidad múltiple”. El Colegio Nacional. México. 2022.) expresa que “izquierda y derecha no son formas de explicar el mundo, sino de justificar nuestras acciones en él”. Y ubica a la izquierda al señalar que “el terreno privilegiado de la izquierda es la oposición a un sistema de dominación constituido. Cuando deja de ser oposición y llega a una posición política en que puede imponer su poder, su gobierno sólo tiene sentido si se ejerce para contribuir a hacer desaparecer las condiciones y estructuras de dominación. Si acaba ejerciendo, a su vez, otro poder impositivo, si olvida su vocación disidente y establece un nuevo sistema de dominio, se traiciona a sí misma y deja de ser izquierda”.
Creo entonces, que la geometría o la orientación geográfica para ubicarse en política, no aclaran las cosas.
Si se quiere, entonces, definir una corriente o un posicionamiento político, hágase por los contenidos, por las prioridades: derechos de la gente, grado de intervención del Estado en la economía, prevalencia de lo colectivo sobre lo individual o viceversa, concentración o descentralización del ejercicio del poder, etc., lo que puede complementarse al precisar la estructura del Estado: republicano, monárquico, parlamentario, etc.; así como las formas de accionar: activismo político o social, sólo de pensamiento y reflexión, electorales, no electorales, legales, pacíficas, insurreccionales, armadas, etc.
Otra cuestión sobre izquierdas, derechas y centros, es que no existe ninguna persona u organización, por conocedora, valiosa o importante que se le pueda considerar, a la que se le reconozca autoridad para determinar qué persona o qué organización se ubica en un lado o en otro, o cual no.
Lo único que al final resulta válido es la autodefinición, y si se trata de otros, sólo cabe aceptar la forma como se autoidentifiquen y, a los demás, sólo toca respetarlos, se esté o no de acuerdo.
Si en una charla entre compañeros y amigos me preguntan si estoy en la izquierda o en la derecha, responderé, sin dudarlo, que en la izquierda.
Pero añadiría: me identifico ideológica y políticamente con la Revolución Mexicana, en particular con las ideas, realizaciones y personajes que a mi juicio representan su parte más avanzada, y al respecto, empiezo por decir que las ideas y posicionamientos que originaron el movimiento se han ido actualizando con el paso del tiempo, en función de cómo han evolucionado condiciones políticas, sociales, económicas, culturales, tanto nacionales como internacionales; entendiendo, además, que el pasado no se repite, y menos mecánicamente, pero enseña, por lo que recurrir a la memoria será siempre importante.
Con base en los principios ideológicos y normativos de la Constitución promulgada en 1917, inició el desarrollo del proyecto que bien puede llamarse de la Revolución Mexicana, al avanzar el tiempo, ampliando derechos sociales y políticos, fraccionando los latifundios, creando condiciones para el aprovechamiento de los recursos naturales para impulsar el crecimiento de la economía, creando instituciones, desarrollando infraestructura, haciendo siempre prevalecer lo colectivo sobre lo individual. Así se fue, con avances y retrocesos, hasta llegar a la negación de la Revolución Mexicana con el gobierno que inicia en 1982, que da comienzo, además, a una etapa de franco retroceso con la imposición del neoliberalismo: incremento de la desigualdad social, concentración de la riqueza en grupos cada vez más reducidos de la población, renuncia al dominio del Estado mexicano sobre el aprovechamiento de los hidrocarburos y el servicio público de electricidad, cesión de los mercados nacionales a productores del exterior, dependencia económica y cultural, subordinación política, corrupción, crecimiento de la inseguridad y de la delincuencia.
Ahora, volviendo a la democracia, empiezo por decir que su valor fundamental es la igualdad: ante la sociedad, ante la ley, frente a las oportunidades de mejoramiento; que la democracia es antidogmática, tolerante, que acepta coincidencias y diferencias, y respeta tanto lo igual como lo diferente; reconoce mayorías y minorías; o no puede llamarse democracia.
Y si se transporta la democracia a lo internacional, su objetivo central es edificar un mundo de iguales, sin dependencias ni subordinaciones políticas, económicas ni culturales, sin privilegios ni exclusiones, de paz.
Y volviendo al tema: La izquierda hoy y mañana: ¿cómo reconfigurarla o redefinir a la izquierda?
La izquierda hoy y mañana: hoy existen y mañana seguirán existiendo muchas izquierdas. Insisto, no hay una izquierda única.
La izquierda que me interesa como corriente de pensamiento y como posicionamiento político es la que se identifica con las posiciones avanzadas de la Revolución Mexicana, que considero son hoy las de una democracia amplia, igualitaria, que privilegie lo colectivo sobre lo individual, con mercado (no de mercado) regulado por el Estado para crear condiciones de equidad en la competencia y para el beneficio común, institucionalmente sólida, desenvolviéndose en un Estado pleno de derecho, con objetivos claros como:
• lograr el pleno rescate de la soberanía nacional,
• alcanzar vigencia de un efectivo Estado de derecho,
• con crecimiento sostenido de la economía en el largo plazo y distribución equitativa de los beneficios,
• erradicación de la pobreza y mejoramiento sostenido de los niveles de vida,
• respeto y ejercicio cabal de los derechos de la gente,
• protección y mejoramiento cualitativo del territorio y sus recursos,
• aprovechamiento social y económicamente racional de los recursos naturales no renovables y renovables,
• reversión de las reformas a los artículos 27, 25 y 28 constitucionales de diciembre de 2013,
• lograr un mundo en paz, de solidaridad constructiva.
Alcanzar los objetivos actualizados que señalo a la Revolución Mexicana, requiere actuar política, social e intelectualmente para ello. Hacerlos realidad demanda construirles un respaldo social y político que llegue a formar una mayoría ciudadana actuante.
Se dice rápido, pero formar una mayoría social y política actuante exige una labor a realizarse seguramente en el largo plazo, persistente, tesonera, transparente, que aprovechara todas las posibilidades electorales, de organización social, de impulso económico, de acuerdos entre fuerzas políticas y sociales de vocación democrática y progresista.
Este es el camino que veo para reconfigurar en nuestro país una izquierda con futuro, con objetivos claros, que convocara a organizarse hasta construir una mayoría social y política que lleve las ideas a convertirse en realizaciones y plantee los caminos a recorrer hacia adelante.
Integrante de @pormxhoy