Por: Jenny Saltiel

El 1 de junio de 2025 será la primera elección del Poder Judicial Federal en México para seleccionar por voto popular a ministros, magistrados y jueces.

¿Cómo va a ser la votación propuesta en la Reforma Judicial aprobada en “nombre de la voluntad del pueblo” en la Cámara de Diputados, el Senado y los Congresos Locales?

Una aclaración. Al hablar de elecciones los ciudadanos que acudimos a votar, sabemos que nos dan boletas con los diferentes puestos a elegir: presidente, alcalde, senadores o diputados. En cada boleta, encontramos recuadros con los nombres de los candidatos y el logotipo del partido que los propone. Al votar elegimos a un candidato junto con su partido y cruzamos el recuadro correspondiente. Tal vez nos identifiquemos con el candidato, tal vez con el partido.

Nada que ver con la próxima elección del Poder Judicial.

Para empezar, no se cruzarán recuadros con nombres y no participarán —por lo menos en las boletas— los partidos políticos. De una larga lista de candidatos que puede llegar hasta 84 máximo y mínimo 20, se tendrá que apuntar en los cuadritos que estarán arriba de la boleta los números correspondientes a los aspirantes de su preferencia. Ejemplo, si elige votar por Juan González debe buscar su nombre en la lista y anotar su número en el cuadrito superior, y así sucesivamente hasta llenar todos los cuadritos en cada una de las 6 boletas que le van a dar correspondientes a cada cargo a elegir. Si no ve bien de cerca hay que llevar lentes.

Pero no se preocupe, también el INE aprobó que los nombres estén en orden alfabético, si de algo le sirve; por género, para que vea que va a ser paritario; además, se indicará cuál de los tres poderes los propone —Ejecutivo, Legislativo o Judicial—, por si le interesa.

Además, cada una de las seis boletas tendrá un color, para que se haga menos bolas: morada para ministros de la Suprema Corte de la Nación; azul para magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder de la Federación (TEPJ); anaranjada para magistrados de Salas Regionales del TEPJF; amarilla para jueces de distrito; rosa para magistrados de circuito; y verde para magistrados del nuevo Tribunal de Disciplina Judicial que sustituirá al Consejo de la Judicatura.

Ahora que si no sabe qué hace cada uno de estos miembros del Poder Judicial —sin menospreciar a nadie, creo que es lo más seguro—, o no conoce a ninguno de los candidatos, no es su familiar, amigo o vecino —que también será lo más seguro—; y decide cumplir con su obligación cívica de ir a votar puede utilizar métodos populares como: “virgen María dame puntería” o “de tin marin de do pingüé” que varios usábamos de niños. Disculpe la ironía, pero es lo que se me ocurrió.

Imagínese, en la Ciudad de México habrá en total 298 candidatos para elegir a 35 juzgadores. Estas cifras variarán dependiendo la entidad, pero el procedimiento será el mismo. En todo el país se elegirán a 881 juzgadores.

De hecho, ante la complejidad de esta elección esta vez los ciudadanos no contarán los votos, sino que lo harán los consejos distritales del INE.

Probablemente no le toque votar a donde por lo general acude porque a falta de presupuesto, se van a instalar menos las casillas y a lo mejor tenga que ir más lejos. O sea, tómese su tiempo.

A esto agréguele la discrepancia entre la geografía electoral y la judicial que tendrá como consecuencia la inequidad que en algunos lugares una fracción de ciudadanos votará por juzgadores especializados cuya competencia es para todo el territorio nacional. Así como impugnaciones de candidatos que no fueron aprobados por los “comités de selección” que cada poder eligió por insaculación o sea tómbola, sí por tómbola, después pasar una supuesta prueba de “elegibilidad e idoneidad”, cuyas listas no estuvieron exentas de errores, omisiones e inconsistencias. Por si fuera poco, súmele suspensiones y amparos de juzgadores a la reforma judicial. O sea, un relajo.

Les confieso que este artículo me costó muchísimo trabajo escribirlo para que fuera claro, espero haberlo logrado.

Son tan solo buenos deseos, pero ante este panorama, lo mejor sería suspender esta votación. Mis propuestas: poner un porcentaje de votación mínimo, del 30% —alrededor de 30 millones de votos—, para que sea vinculante como el propuesto en la reforma electoral para las consultas populares; o hacer lo que propuso el ministro Juan Luis González Alcántara y que por un solo voto no se aprobó: elijamos por voto popular a los 9 ministros de la Suprema Corte y el resto que se quede como está, para no poner en riesgo la profesionalización del Poder Judicial y el despido de miles de juzgadores.

Incluso algunas asociaciones y partidos políticos harán un último esfuerzo para frenar este proceso llevando el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos: otro buen deseo.

P.D. Darío Celis en su columna de b del pasado 6 de febrero señala que Estados Unidos pondrá a revisión la Reforma Judicial por el riesgo que implica a la seguridad nacional y en lo económico por violación al T-MEC. ¿Será?

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