Cuando en enero de 1994, entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entre México, Estados Unidos y Canadá, se buscó, a través de un acuerdo comercial innovador, convertir a América del Norte en el bloque comercial más grande y dinámico del mundo.
Durante este tiempo el propósito de integración comercial ha enfrentado diversas situaciones que han ameritado la revisión de las reglas y enfrentado además la crítica por la no inclusión de sectores como el petróleo y la energía eléctrica, además del libre tránsito de trabajadores, como ocurre en la Unión Europea.
Con la firma de ese acuerdo comercial se establecieron reglas encaminadas a eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación de bienes y servicios; establecer condiciones de competencia leal; aumentar las oportunidades de inversión; proteger los derechos de la propiedad intelectual; crea procedimientos eficaces para la aplicación y el cumplimiento, entre otras.
En junio de 2019, el Senado de México aprobó el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en sustitución del TLCAN, en el que se incluyeron reglas de origen respecto al contenido regional, que implican, entre otras, que las armadoras de vehículos que deseen comercializar sus vehículos en América del Norte debían aumentar el valor del contenido regional (VCR) del 62.5 por ciento al 66 por ciento y en cuanto a productos específicos, es decir, las autopartes especiales (estructura), tendrían como mínimo un VCR del 75 por ciento, las autopartes principales (motorización), el 70 por ciento y las partes complementarias (accesorios), el 65 por ciento, como requisito para exportar vehículos sin pagar impuestos.
Además de que el valor de contenido laboral (VCL), para el sector automotriz debería tener salarios superiores a los 16 dólares por hora, entre otras reglas.
Las nuevas reglas contenidas en el T-MEC entraron en vigor el 1º de julio de 2020, una vez ratificado por los congresos de los tres países y con cambios acordados sobre disposiciones ambientales y laborales que fueron exigidos por Estados Unidos, no terminaron de superar diferencias sustanciales en sectores como la industria automotriz y la agroindustria.
La renegociación del T-MEC generó buenas expectativas para el comercio regional y, en particular, para la economía mexicana, sobre todo porque se espera pueda funcionar como palanca que detone la recuperación económica, pues recordemos que nuestra economía depende en gran medida de la de Estados Unidos y casi tres cuartas partes de la economía nacional dependen del comercio internacional.
Por ello, resulta fundamental aprovechar las ventajas competitivas que el T-MEC genera en la región, pero también trabajar para superar las diferencias que las reglas del mismo provocan en sectores que, además del energético y el medio ambiente, pueden agravarse en áreas como la automotriz y la agroindustria.
No olvidemos que en mayo de 2020, el gobierno de México denunció la falta de aplicación de las leyes laborales en la industria agrícola y en el procesamiento y empacado de proteína en Estados Unidos, que comprenden falta de pago de salarios y de tiempo extraordinario, la exclusión de trabajadores agrícolas de horas extra, salario mínimo y el derecho a la organización y negociación colectiva, documentando además el incumplimiento en protocolos de descanso, falta de regulación federal de estrés por calor, la disparidad de salarios entre trabajadores de empacadoras y plantas de procesamiento de proteínas, el incumplimiento de protocolos de Covid-19, falta de acceso a indocumentados a recursos legales como la reinstalación o pago de salarios caídos y falta de atención a casos de violencia y acoso sexual, entre otras más.
Por su parte, Estados Unidos presentó la primera disputa laboral bajo el las reglas del T-MEC, para que se revise si a los empleados en una empresa de General Motors se les niega el derecho de libre asociación y de negociación colectiva.
Recientemente, en la primera reunión de la Comisión de Libre Comercio del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, el gobierno de Joe Biden abordó los temas de su interés en asuntos laborales, agrícolas y energéticos en relación a México, y un litigio sobre cuotas de importación de lácteos respecto a Canadá.
Sin duda, el proceso de integración económica con Estados Unidos y Canadá, y la consolidación de la mayor zona de libre comercio en el mundo, continuará encontrando diferendos, que demandan una posición firme del gobierno mexicano que permitan hacer del T-MEC uno de los pilares de la recuperación económica.
En este proceso de reactivación económica se requiere de acciones decididas del Estado mexicano y, sin lugar a dudas, será muy valiosa la participación de las entidades federativas, las cuales han empezado a tener una fuerte vinculación a nivel internacional que les permite tener una dinámica económica tal que ya interactúan con gobiernos locales de Estados Unidos y con empresas que con inversiones fortalecen las economías estatales.