Esta semana, las principales calles del barrio de Polanco , en la Ciudad de México , aparecieron tapizadas con la fotografía de un hombre sonriente. En el cartel aparecía su nombre, Marcio de Campos , y una invitación: “Denúncialo. Bajo investigación por extorsión y violación a la Ley Olimpia ”.
Los carteles fueron antecedidos por una denuncia penal, con fecha de la semana pasada. Se presentó ante la Fiscalía de Secuestros de la Ciudad de México. En la copia de la denuncia, que revisé para esta columna, se dice que la denunciante es una mujer, madre de un niño de tres años, quien asegura que De Campos es su expareja, que la ha violentado, y pide a las autoridades que la protejan.
“No permita que mi caso se convierta en una estadística más, impida que esta situación por la que mi hijo, mis seres queridos y yo estamos pasando escale al punto en que no haya vuelta atrás, como cuando una mujer acudió a solicitar la protección de las autoridades competentes y terminó asesinada por su exesposo”, dice ella, en el documento, haciendo referencia al feminicidio de Abril Pérez Sagaón , asesinada en noviembre de 2019.
No pude hablar con la denunciante, así que relato aquí la historia basándome en el documento de la denuncia. Cuando le pregunté por el caso, De Campos me dijo que “niega categóricamente tener relación en los hechos de los que tristemente está siendo víctima” su expareja, que expresa su solidaridad con ella y que está dispuesto a colaborar con las autoridades.
La denunciante es venezolana, llegó a México en 2014 y aquí se separó de su exesposo, en 2019. Un año después conoció a un hombre con el que comenzó a salir. Ese hombre es De Campos, quien trabaja como director de la cadena de suministro de Braskem-Idesa, la empresa que administra el proyecto Etileno XXI , uno de los principales nodos en la política energética actual en México.
La joven afirma en su demanda que confió a este hombre algunos de los secretos más importantes de su vida. La relación no duró mucho. Un día, dice ella en su alegato, él se presentó sin invitación en una comida familiar; otra vez actuó violentamente cuando realizarían un viaje, y la última, y definitiva, fue cuando ella asegura que descubrió que él estaba grabando cuando tenían relaciones sexuales, a sus espaldas.
En septiembre pasado, ella asegura que terminó la relación. El 24 de diciembre, poco después de publicar que tenía una nueva pareja, en sus redes sociales , recibió en su casa un arreglo floral fúnebre con el nombre de su hijo. “En ese momento sentí desfallecer y un miedo que jamás había experimentado en mi vida”, se añade en el documento.
Al arreglo fúnebre siguió otra escena grotesca. Un día descubrió que alguien había pintado enormes carteles ofensivos en todas las puertas de su camioneta. Luego le enviaron mensajes anónimos que relatan detalles de su vida, fotografías de su casa, de su mejor amiga, diciendo que la asesinarán. Todos los datos en esos mensajes, dice el documento judicial, eran confidencias que ella hizo a quien señala como su agresor. En su denuncia, ella asegura que otras mujeres se han acercado a contarle experiencias similares, que tienen el común a De Campos, como su supuesto violentador.
En la denuncia, ella pedía que el director de Braskem-Idesa compareciera por el caso este jueves 18 de febrero. El columnista Darío Celis adelantó en su colaboración de esta semana en El Financiero que eso ocurriría, pero el director de la empresa no acudió a la audiencia, ya que sus abogados alegaron que estaba fuera del país, según me dijo para esta columna Eduardo Amerena, el abogado de la mujer.
En la compañía, han zanjado el caso con una velocidad preocupante. Aunque la denuncia se presentó hace apenas una semana, me dijeron que ya habían realizado una investigación interna, determinaron que se trata de un “tema estrictamente personal” y que su colaborador se defenderá de los señalamientos.
Braskem-Idesa se precia de ser una compañía con altos estándares éticos, que toma muy en serio la violencia de género. Su empleado asegura que no tiene nada que ver en todo lo que le está sucediendo a ella. Veremos si en las próximas semanas deciden que vale la pena responder algo más a las autoridades, o a la prensa, por las acusaciones, o seguirán pensando que lo que supuestamente hace su colaborador en su tiempo libre, así sea algo tan grave como lo que se le acusa, no es asunto de la empresa.