La circunstancia deletreada.

Es posible que los escenarios se vayan concatenando para que la Rectoría de la UNAM y la H. Junta de Gobierno tomen nota de los nuevos eventos que acontecen.

Las asambleas en las facultades más emblemáticas -como Filosofía y Letras, Economía, Ciencias Políticas y Sociales- ya se encauzan como asambleas tripartitas, en las cuales participan estudiantes trabajadores y académicos de asignatura con sus respectivas agendas y pliegos petitorios.

Por esa vía, seguramente se trasciende a ejercicios de deliberación conjunta en los que buscarán unificar sus demandas, que en breve serían dados a conocer al Dr. Leonardo Lomelí y a la H. Junta de Gobierno y a la comunidad universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La dramatización del conflicto.

En el paso a paso de la vida interna de estas semanas que no logra sortear obstáculos y conflictos y decantar hacia su normalización de actividades, un actor político vuelve a ser relevante después de casi 40 años, su nombre: Imanol Manolo Ordorica, quien al amparo de una carta en la que hace un diagnóstico de la UNAM solicita la movilización de los profesores de asignatura -es decir de un universo superior a la planta docente de la Universidad Nacional- que ha persistido en cíclicas condiciones de inestabilidad laboral y precarización salarial, una deuda estructural como varias que no ha resuelto la UNAM.

Después de dar testimonio de una carta pública en la que convocó la firma de apoyo de más de 700 académicos, Ordorica ha sido señalado de querer construir un liderazgo oportunista -dada su estadía y trayectoria en posiciones administrativas y de investigación élite de la UNAM- aunque en sus propuestas de cambio estructural se centra en la formación y su democratización.

Los pergaminos en tensión.

En efecto, durante estas semanas se han destacado dos pronunciamientos (uno de ellos muy cercano a posiciones que podrían catalogarse pro institucionalidad actual) que bajo la temática general de la defensa de la UNAM, sustentan diferentes verdades y tensiones discursivas.

Por un lado, se defiende la institución como un espacio histórico de educación pública y pluralidad, emblema de la justicia social y motor cultural y científico de México.

Sin embargo, esta defensa está imbricada con cuestionamientos a su capacidad de autotransformación y crítica interna, donde se denuncia la persistencia de estructuras jerárquicas, falta de democracia interna, precariedad laboral, y violencia institucionalizada, especialmente hacia estudiantes y profesores

En contra, se observan discursos que califican las críticas y protestas como amenazas a la "normalidad", usando un tono alarmista para desacreditar la protesta estudiantil y política.

Estas posturas suelen invisibilizar las causas profundas del descontento, mezclando hechos criminales con demandas legítimas y promoviendo una defensa acrítica de las autoridades vigentes, que históricamente han detentado privilegios dentro de la UNAM.

La hermenéutica aplicada sugiere que en ambos lados del discurso existe una lucha por el poder simbólico sobre la noción de "verdad" en torno a la UNAM: unos buscando preservar su prestigio y funcionamiento actual, los otros exigiendo una transformación radical para hacerse corresponder con criterios de justicia social, democracia participativa y derechos laborales efectivos.

Mientras una postura más crítica asume una especie de alarma institucional sobre un supuesto asedio sin precisar a los responsables, denunciando la confusión y mezcla entre hechos criminales y protesta legítima.

Esa postura defiende la protesta estudiantil y señala que se descalifica injustamente a los estudiantes, destacando que sus demandas son legítimas y urgentes; destaca problemas estructurales reales y antiguos: precariedad laboral, violencia de género, ausencia de democracia y gobiernos obsoletos. El retorno a la "normalidad" se presenta como insuficiente y negador de estas realidades; critica la defensa acrítica de la institucionalidad actual que no representa a amplios sectores y urge una transformación profunda, plural y democrática y a su vez, llama a un diálogo abierto y la participación real de estudiantes, académicos y trabajadores para construir una universidad renovada, justa y participativa.

El otro polo de universitarios que propenden a la defensa de la institucionalidad en lo fundamental, denuncia un asedio sistemático a la UNAM con amenazas de bomba, violencia y actos de sabotaje, que busca generar miedo e inestabilidad en la institución, reconoce demandas legítimas pero alerta sobre grupos que aprovechan la inestabilidad para desbordar el orden en la universidad, pone énfasis en amenazas externas que afectan la autonomía y prestigio de la UNAM, generando zozobra, reivindica la autonomía universitaria como un valor a defender frente a ataques externos y convoca a defender la UNAM ante el acoso y resguardar su autonomía y prestigio.

Ambos polos reconocen la magnitud de la crisis y la necesidad de defender la universidad, pero divergen fuertemente en el diagnóstico y en los sujetos que identifican como causantes o responsables de la situación.

El institucional pone mayor énfasis en la amenaza externa y la inestabilidad provocada por actores violentos, mientras que el que promueve el cambio de fondo insiste en las deficiencias internas estructurales y las demandas legítimas de cambio de amplios sectores internos.

Un paréntesis final espejo del calado de la naturaleza de la crisis.

Como ha quedado demostrado con la toma de la Facultad de Contaduría, orillada a mantener el paro de manera indefinida cuando mediaba un acuerdo de suspensión del paro, este cruce de agendas e intereses de los tres grandes sectores de la universidad, como son el estudiantil, los trabajadores administrativos y los académicos, ya empieza a gravitar como un nuevo proceso al interior de las facultades; por ejemplo, en Ciencias Políticas y Sociales hoy viernes habrá asamblea tripartita, precisamente para ampliar el pliego petitorio con las demandas de cada uno de estos sectores, lo cual avizora un conflicto sumamente largo, de gran calado y de difícil solución.

Los contrastes y polos evidenciados, que por definición no son los únicos ni los fundamentales en la vida interna de las comunidades de la UNAM, reflejan al menos dos verdades subyacentes: la UNAM enfrenta peligros externos evidentes, pero también profundas crisis internas, cíclicas, que requieren transformación, diálogo, democratización y capacidad de liderazgo y de gobierno.

La política sugiere que una solución integral debe atender ambas dimensiones y superar la polarización discursiva y generar un nivel de acercamiento distinto de la Rectoría con la comunidad estudiantil -contexto de solución y reloj que parece haber agotado su tiempo vital-, por lo que ojalá se construyan consensos vitales ahora con este nuevo amasijo de sectores y agendas, mientras una nueva metodología y procesos de diálogo permanente siguen siendo imprescindibles, hay un evidente duelo de poder y sigue construyéndose el crisol de señales para un futuro incierto de la UNAM.

Ilustración:

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios