“Lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja”. Marco Aurelio
(Meditaciones, Libro VI, numeral 54, Biblioteca clásica de Gredos)
Hemos aprendido de la historia electoral de México que siempre que el sistema político entraba en crisis, era severamente cuestionado en su legitimidad y eficacia.
De modo que los intelectuales orgánicos y los juristas de Estado preparaban reformas al modelo electoral que permitiese renovar la convivencia armónica entre los mexicanos.
La Reforma Política de 1977 de Jesús Reyes Heroles es quizá la más relevante de todas porque logra entender el significado político y social del movimiento estudiantil de 1968 que quiebra el régimen del Partido hegemónico de Estado.
El menos joven de quienes aquí suscribimos esta reflexión tuvo la suerte de trabajar en la LIII Legislatura, integración que aplicó algunos de los principios constitucionales y legales producto del diseño Reyes Heroliano.
Esa Legislatura estuvo compuesta por 400 Diputados, 300 de ellos bajo el principio de mayoría relativa y 100 por el de representación proporcional.
El PRI mayoritario obtuvo 289 diputados de mayoría.
Todas las fuerzas políticas de todos los signos ideológicos estuvieron representados.
Derecha, izquierda, izquierda revolucionaria y radical.
100 diputados de representación proporcional ilustres como el gran Heberto Castillo, Doña Rosario Ibarra, Arnoldo Martínez Verduzco, Leopoldo de Gyves, Arturo Wahley, Juan de Dios Castro, Pedro Peñaloza, el Búho Valle, Pablo Pascual, Ricardo Pascoe y Jorge Alcocer, Alejandro Encinas, entre otros.
El país atravesaba un periodo complicado por la debilidad de la economía, alta inflación, sobre endeudamiento, sismos y para variar, la siempre infame presión norteamericana por los temas migratorios, de seguridad, comerciales, narcotráfico y geopolíticos.
Estamos hablando de 1985 a 1988.
El Partido de Estado había revisado cuidadosamente las listas de candidatos que habrían de llegar al congreso en la segunda parte del sexenio del Presidente de la Madrid.
Todos los aspirantes a suceder a De la Madrid enviaron a sus mejores cuadros: Bartlett, Salinas, Del Mazo, Aguirre, Jesús Silva Herzog.
El PRI contó con brillantes legisladores como Ortiz Arana, Baeza, Murillo Karam, Beatriz Paredes, Santiago Oñate, César Augusto Santiago, Luis Donaldo Colosio, Eduardo Robledo, Diego Valadés, Juan José Bremer, Luis Orcí, Chelalo Beltrán, la China Mendoza, Alejandro Encinas, entre otros, quienes tuvieron la ingrata tarea de defender la política económica y contener el empuje de la apertura democrática y la Reforma del Estado.
La bancada mayoritaria era muy poderosa por su tamaño pero sobre todo por la calidad técnica e intelectual de sus integrantes.
Para combatir argumentos y posturas la oposición postuló a intelectuales de izquierda y derecha talentosos al Congreso, hubo incluso guerrilleros y ex presidiarios, dirigentes históricos del movimiento estudiantil de 1968.
Los debates parlamentarios eran de altísimo nivel, el diario de los debates y la prensa dan cuenta testimonial de ello.
Recordemos la comparecencia de Manuel Bartlett -Secretario de Gobernación- al presentar el Código Federal Electoral, y la de Carlos Salinas -Secretario de Programación y Presupuesto- al defender la política de gasto.
Aquellas comparecencias, con nuevos perfiles y prestigios plurinominales, hoy tendrían réplicas técnicas, políticas e ideológicas de nuevo calado, siempre en beneficio del proyecto de nuestra nación.
Entonces la figura de los diputados plurinominales no es el problema, lo ha sido la no regulación de su calidad política, e incluso, es una figura que debe fortalecerse garantizando una minoría nacional legislativa indígena.
El error y el abuso proviene hoy de la selección que las cúpulas de los partidos políticos realizan, las listas son un refugio para los cuates, las amantes, los ricos que pagan las posiciones, las televisoras, los grupos empresariales.
En su esencia había dos grandes principios: darle al Congreso cuadros técnicos capaces que pudiesen ordenar los debates y elaborar los dictámenes legislativos sobre política de ingresos, gasto, deuda, política exterior, entre otros rubros especializados y garantizar el ingreso al parlamento de las minorías políticas, las cuales de otra forma sería imposible alcanzar dicha representación debido a que en los distritos electorales gana el más rico, el más popular, en suma, el más fuerte.
Varias de las personalidades que hoy debaten este punto han tenido en su trayectoria ser legisladores plurinominales y eso ha beneficiado al sistema político mexicano.
Pensemos en un Congreso con 400 legisladores, 100 de ellos plurinominales, exijamos a los partidos madurez, lealtad a la República y sensatez para escoger candidatos capaces, técnicos y experimentados para fortalecer la integración de nuestra soberanía legislativa y a su vez, en correspondencia con más del 16% de nuestra población indígena de la de la República mexicana, que la nueva reforma política electoral garantice un 25% de su conformación del Congreso de la Unión con legisladoras y legisladores plurinominales indígenas.
Confiamos en la sensibilidad histórica y social de la Presidenta Sheinbaum para enviar al Congreso una iniciativa de Reformas Constitucionales que preserven principios institucionales probados y que fortalezcan nuestra convivencia democrática
Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la UNAM. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012).
Juan Carlos Reyes Torres es Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana, con estudios en Ciencia Política y Administración Pública por la UNAM y profesor de Teoría del Estado.
Coautores de Para entender la 4T (2019), con el sello editorial de Stonehenge México.