Esta semana falleció O.J. Simpson, un deportista de futbol americano afamado por el asesinato que cometió y el juicio que levantó ámpula en la sociedad estadounidense en la década de los noventa del siglo pasado.

Hemos sabido a lo largo de la historia de EUA que los juicios televisados adquieren una gran atención.

Ahora, Trump el político/presidenciable espectáculo tiene cita con un jurado penal en Manhattan.

La trama es de sexo, dinero y poder no de un jugador de futbol americano, sino de quien busca tener en sus manos la candidatura presidencial republicana y regresar a dirigir la Casa Blanca.

Donald Trump, lo sabemos, no buscará credibilidad ni acreditación u ofrecer la verdad ante la justicia estadounidense.

Su guión para conquistar la Presidencia, mantenerse en la cima y buscar reconquistar el más preciado timón de gobierno, lo sabemos, es la desacreditación de todo poder y de toda autoridad.

Ahora ese guión será actualizado presentándose como víctima de una conspiración del sistema de justicia estadounidense, de una cacería de brujas.

Trump sacará el máximo jugo al espectáculo de su enjuiciamiento, en una semana en la que las encuestas de su disputa con Joe Biden, se equilibraron a favor del Presidente demócrata, acaso por los indicadores favorables de la economía estadounidense.

En medio de la trama del escándalo, un hombre que firma biblias y que pregona la decencia, se enfrentará a una actriz porno Stormy Daniels quien afirma que aceptó US$130 mil dólares del entonces abogado de Trump,

Michael Cohen, antes de las elecciones de 2016, a cambio de su silencio.

El morbo y la perversión de la imputación a Trump supondrá acusaciones de infidelidad matrimonial y el hecho de que el abogado Cohen acusa al propio Trump de diversas ilicitudes.

Lo que es un hecho es que el 85% de los estadounidenses tiene fuertes sentimientos hacia Trump -a favor y en contra- y él se encuentra ante un irónico momento político e histórico entre dos extremos:

La puesta histriónica en escena para lograr en pose de héroe-víctima nacional recrear el consentimiento favorable de los estadounidenses hacia él, y un caso judicial en el que el jurado de Nueva York puede sancionar con responsabilidades penales.

¿Estaremos ante el momento máximo de esplendor de la política y la justicia estadounidense llevada a sus límites, con un candidato presidencial haciendo campaña política desde la cárcel?

No será esto un capítulo más de la serie televisiva de La Ley y el Orden.

Pero sí se abre la nueva temporada de la política como espectáculo al más puro estilo estadounidense y del trumpismo.

A pesar de que el juicio no será televisado, seguramente la estrategia trumpiana será darle la máxima difusión y captar la atención a este momento de enjuiciamiento judicial, para ser capitalizado mediática y políticamente para su causa.

¿Entre más ridículo, grotesco, transgresor, insultante y cínico el espectáculo, será mejor para el propósito de Trump de regresar a la Presidencia?

Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la UNAM. Publicó en 2017 Decisiones

estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012).

Juan Carlos Barrón es Licenciado en Administración, Maestro en Estudios para el Desarrollo por la Universidad de East Anglia (Norwich, Inglaterra) y Doctor en Filosofía del Desarrollo Internacional. Actualmente es Secretario Académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM.

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