“De victoria en victoria los sobrevive a todos. Los triunfos que él celebra expresan con mayor precisión qué es lo que perseguía. El triunfo es ridículo cuando el enemigo se ha rendido sin verdadero combate”. Masa y Poder. Elías Canetti
El jurado de New York declaró culpable a Donald Trump de 34 delitos de fraude fiscal, violación de leyes que regulan campañas electorales y de falsedad documental.
Trump y sus abogados han sabido desde el principio que tanto este juicio como los otros pendientes los iban a perder, y por lo tanto, todo debe ser parte de una estrategia de capitalizar lo que se presente en plena campaña presidencial.
Por eso se trata de un espectáculo para sus seguidores, a lo que ya suma, justo después del veredicto judicial, la impresionante recaudación de recursos a favor de la campaña partidista trumpiana.
El juez que lleva el caso, John M. Merchan -afamado por ecuánime y prudente- y a quien Trump ha llamado “tirano”, ha resistido toda provocación u ofensa personal y a su familia que le ha proferido Trump, aduciendo que él debe procurar los derechos de Trump y asume que “debe defenderse ante ataques políticos”.
Debemos ver la sentencia que dictará el juez Merchan: una multa millonaria, una sanción de prestación de servicios a la comunidad en las calles de la ciudad, o que el ex presidente purgue tiempo en prisión como candidato presidencial.
“Estamos ante una estafa” “Una cacería de brujas”, expresan Trump y su equipo legal, para quienes cada uno de estos escenarios representa un táctico teatro político mediático a escenificar.
No es la primera vez que tendría Estados Unidos un candidato presidencial en la cárcel.
En 1920 Eugene Debs, del entonces Partido Socialista, fue acusado y sentenciado por sedición. No alcanzó a ganar pero tuvo una no menospreciable votación superior al millón de votos en la elección presidencial.
Trump afianza sus pasos con base en el rompimiento de la ley: se ve a sí mismo como un paladín que debe romper la ley para defenderse y lograr conquistar la Presidencia.
Veremos la habilidad de Trump para eludir la aplicación de las leyes fiscales, penales y constitucionales, dados los acontecimientos de la toma del Capitolio del 6 de enero de 2020, el actual veredicto judicial en Manhattan y los restantes juicios penales que deberá afrontar.
Ya puede usted prever el reloj de la implosión al interior del sistema de poder estadounidense: el juez Merchan dictando su sentencia a Trump en la mañana del 11 de julio próximo, y cuatro días después, realizándose en Milwaukee, del 15 al 18 de julio próximo, la Convención Nacional Republicana que ungirá candidato presidencial a Donald Trump.
Todo ello está resultando terriblemente peligroso para las instituciones estadounidenses.
Luchando por una de las presidencias más poderosas del orbe, ya pululan imágenes que ironizan la coyuntura y avizoran a Biden en silla de ruedas, asistido por una enfermera y a Trump con grilletes, asistido por un oficial penitenciario, en plena confrontación de los debates presidenciales.
Trump, el lobo del caos, no aceptaría su derrota el día de las elecciones, independientemente de lo que pase o de qué tan abultado sea la diferencia, de triunfar el candidato demócrata presidencial.
Biden y los adversarios de Trump deben estar muy preocupados ante este escenario de ruptura total, de implosión del sistema político y constitucional.
A su vez, Biden busca virar la historia de otro laberinto hasta ahora sin salida y que le debilita sus posibilidades para su reelección presidencial.
Recientemente, Biden ha incitado un alto al fuego respaldando el último plan israelí exhortando a Hamas a llegar a un acuerdo.
Diversos países de la Unión Europea han dado su apoyo.
El Plan contempla tres fases: devolución de los rehenes y alto al fuego total.
El alto el fuego total duraría seis semanas. Las tropas israelíes también tendrán que retirarse de las zonas pobladas de Gaza.
Entre los rehenes podrían ser liberados mujeres, ancianos y heridos, además de un centenar de prisioneros palestinos.
A su vez, alrededor de seiscientos camiones de ayuda humanitaria podrán entrar en la zona cada día. Una segunda fase supone la retirada del ejército israelí y el cese de los combates en tanto las fuerzas armadas élite anti terroristas israelíes ya no estarían en la Franja de Gaza.
En la tercera fase, se iniciaría la reconstrucción de la Franja de Gaza. Con la ayuda de la comunidad internacional y de Estados Unidos, la Franja de Gaza podría iniciar su reconstrucción dando prioridad a hospitales, escuelas y viviendas. El proyecto podría durar entre tres y cinco años.
No es posible saber si este mapa de ruta se aceptará en torno al futuro sobre Gaza, en tanto Hamas e Israel han logrado sus objetivos políticos más extremistas después del episodio terrorista del 7 de octubre pasado: Hamas no ha sido exterminada como pretendía la estrategia del ministro Netanyahu y a su vez, se evitaría que Israel escale más allá del genocidio, las atrocidades del gobierno post atentado terrorista.
Pero un acuerdo como el señalado sí daría tiempo y oxígeno político a las posibilidades de Biden, quien se ve presa de la desesperación para seguir avanzando contra su principal adversario, Donald Trump.
Lo que es un hecho hasta ahora es que no ven la suya ninguno de los dos candidatos presidenciables.
Biden atrapado en el polvorín genocida israelí y Trump ante la antesala de la prisión por este o futuros juicios penales, que como supone su estrategia busca poner en jaque y en campaña de desacreditación al propio sistema de justicia penal estadounidense.
Trump está mirando uno a uno a la cara en esta fase de esta ofensiva personalizada contra él por el sistema político y judicial, y como expresa Canetti, ha elegido este camino tortuoso como su camino de sobrevivencia y a la vez, de victoria a victoria para lograr su candidatura y ganar la Presidencia.
Siempre presentándose así mismo como la víctima más inocente y más codiciada. Nada más le falta declarar que si fuese necesario gobernar desde la cárcel, él estaría profundamente dispuesto a todo sacrificio y espectáculo que sea necesario.
A su vez, en México se efectúa hoy domingo la elección constitucional presidencial.
Quien resulte ganadora de la contienda presidencial de México, deberá ser muy cuidadosa, cautelosa, dado que es muy importante estar atentos a lo que se presentará para discernir cuáles son las decisiones de gabinete y de política binacional/exterior que debe adoptar el gobierno mexicano.
En efecto, es tan importante tanto para nuestro país como la profunda expectación mundial sobre el resultado y desenlace de la elección presidencial estadounidense del martes 5 de noviembre de 2024.
Todo apunta por ahora a que la estadounidense vira hacia su degradación y explosividad civil, política y constitucional.
Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la UNAM. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012).
Juan Carlos Barrón es Licenciado en Administración, Maestro en Estudios para el Desarrollo por la Universidad de East Anglia (Norwich, Inglaterra) y Doctor en Filosofía del Desarrollo Internacional. Actualmente es Secretario Académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM.