“A menudo las dificultades para las masas son tan grandes que comienzan a dudar”
Elías Canetti, Masa y Poder.
Revivir Ecuador recuperando la herencia del pasado o matar a la vieja política para que el país pueda prosperar.
Ese es el dilema que enfrentan hoy 13.7 millones de ecuatorianos que elegirán Presidente e integrantes del Congreso Federal.
Los candidatos con más probabilidades de ganar son el actual presidente Daniel Noboa por el partido Acción Democrática Nacional, y Luisa Gonzalez por Revolución Ciudadana, el partido del ex Presidente Rafael Correa.
En la práctica la elección se plantea como un enfrentamiento entre los defensores de la herencia de Correa y los que quieren destruir ese legado.
Lo que más llama la atención del proceso es que, aunque los proyectos de ambos candidatos son muy diferentes, las estrategias de comunicación de sus campañas son muy parecidas.
Ambos se enfocaron en eventos con discursos breves y amplios momentos dedicados a actividades deportivas y a la convivencia con sus seguidores.
Mientras que Noboa corría al lado de su equipo y un grupo de simpatizantes, Gonzalez hacía eventos de ciclismo en los que recorría amplias distancias.
Al final de tales eventos los candidatos transmitían imágenes de personas que intentaron seguirles el paso en su recorrido y no lo lograron.
Al parecer los estrategas de campaña de ambos bandos consideraron que exhibir las cualidades atléticas de su candidato era una buena forma de activar el efecto halo.
El efecto halo consiste en la tendencia a concentrar la atención en un solo rasgo destacado de una persona y a partir de él formarnos una imagen de conjunto positiva sobre ella.
En otras palabras, los estrategas de campaña buscaban que los votantes, al ver el desempeño destacado de los candidatos en correr o hacer ciclismo, asocien que también tendrán desempeños destacados en otros ámbitos, incluido el ejercicio de gobierno.
Otro punto en que las campañas coincidieron, sobre todo en la recta final, fue que en sus publicaciones en Tiktok e Instagram presentaron menos a los candidatos hablando y más a los candidatos saludando a sus seguidores, conviviendo con ellos y hasta bailando con ellos.
Al parecer sus estrategas consideraron que al final de la campaña era necesario mostrar a los candidatos como personas empáticas, cercanas, que comparten los gustos de la gente sencilla y que son capaces de convivir con ella con naturalidad.
Es probable que esto se deba a que las encuestas internas de ambas campañas mostraran un margen de diferencia pequeño entre correísmo y anti correísmo, que solo podría destrabarse mediante la confianza personal que inspire cada candidato.
Esto tiene su base en que tendemos a sentir confianza en las personas con las que compartimos afinidades y gustos.
Por eso Luisa González se esmeró en mostrar que podía cantar la letra completa de una canción muy popular entre los jóvenes ecuatorianos y Noboa hizo lo propio bailando reguetón con destreza.
Un elemento que puede explicar el gran parecido de las campañas es que el candidato que se percibe como líder imite la campaña del segundo lugar. Es una estrategia que la teoría clásica de juegos ha mostrado como valiosa para el líder cuando hay una carrera entre dos jugadores.
En esos contextos imitar la estrategia del segundo lugar favorece el mantenimiento de la ventaja.
Por la forma en que se desarrollaron las campañas es difícil saber con precisión quién copia a quién, pero es una acción que revela cierto nivel de sofisticación en el manejo de las campañas.
Otro factor que puede hacer que la elección sea pareja en esta primera vuelta es que González y Noboa cuentan con elementos diferenciadores que terminan por equilibrarse.
Noboa cuenta con la difusión que las redes sociales de su esposa, Liviana Valbonesi, destacada influencer (940,000 seguidores en Instagram y 750,000 seguidores en Tiktok), logrando la resonancia de su campaña y apostando por la movilización del aparato de gobierno a su favor.
Por su parte, González cuenta con una estructura de partido sólida capaz de promover el voto a su favor en campo, es decir, más allá de las redes sociales.
En cuanto a las encuestas, solo la de la empresa IPSOS muestra una ventaja de Noboa suficiente para ganar en la primera vuelta.
Las encuestas de Informe Confidencial y Comunicaliza muestran una ventaja para Noboa, pero no suficiente para ganar sin necesidad de una segunda vuelta.
Finalmente, la encuesta de la empresa Negocios y Estrategias, da una ventaja a González, aunque no suficiente para ganar sin necesidad de una segunda vuelta.
No ha habido estallido para las masas.
Así como ni el ex Presidente Lenin Moreno aparece como factor de diferenciación y de peso en el proceso electoral, ninguna de las estrategias ni las personalidades de Luisa González y Daniel Noboa han logrado la conmoción de los electores.
Estos factores hacen que lo más probable sea que tengamos una elección con pocos puntos de diferencia entre Noboa y González y lleve a Ecuador a la definitiva, la segunda vuelta.
Compuertas de futuro.
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Todos en algún momento de nuestras vidas recurrimos a sus instancias para casarse, si se nos roba el celular, en hechos pequeños y de gran envergadura para resolver conflictos privados, con la autoridad y empresariales. De ahí la importancia de participar en esta elección para influir con nuestro voto hacia una impartición de justicia justa.
Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012). Es especialista en temas de sistema político electoral y seguridad pública y diseñó la metodología de análisis estratégico y cualitativo DISENSUM aplicada a campañas presidenciales.
José Antonio Dorantes es consultor en comunicación, relaciones públicas y manejo de crisis, con especialidad en el desarrollo de mensajes para activar cambios de percepción en el ámbito político, el cuidado de la salud y las finanzas personales. Tiene una certificación en Marketing Digital por la Columbia Business School y una en Leading Organizational Change por el Massachusetts Institute of Technology.