La imposición del director, su arbitrariedad en la toma de decisiones, y una reconversión ideológica vertical han propiciado en el Centro de Investigación y Docencia Económicas ( CIDE ) una protesta cuyo eje central es la defensa de la autonomía, la pluralidad y la libertad de pensamiento.

Although your mind’s opaque
Try thinking more if just for your own sake

The Beatles, canción “Think for yourself”

Pese a que los simpatizantes de AMLO tratan de minimizar el conflicto —“se trata sólo de un cambio de director”—, estudiantes, profesores y profesoras del CIDE se han organizado para mostrar las irregularidades de la designación y la intromisión gubernamental. Admirables han sido sus acciones y denuncia pública de los hechos. No menos esperanzadoras fueron sus movilizaciones, marchas y abiertas interpelaciones a la autoridad.

La comunidad cideíta ha sido clara en sus demandas, pero al parecer el diálogo con el gobierno está, hasta ahora, cancelado. La renuncia de José Romero Tellaeche sería un gesto de buena voluntad para reconstituir la confianza, recomponer el proceso, reiniciar la negociación y lograr así acuerdos para volver a la normalidad. Pero mientras esto ocurre, el frío arrecia y el desgaste crece. Bajo este escenario, los opositores pueden dividirse y el gobierno reafirmaría su perfil autoritario e intransigente. De hecho, la mayoría de los comunicados de respaldo hacia la comunidad del CIDE, por parte de universidades nacionales y extranjeras —e incluso premios Nobel —, piden que la autoridad escuche las demandas de los universitarios.

Preocupa cuánto durará el conflicto y algo de lo que poco se habla: qué tan profundos serán sus efectos sobre las diversas líneas de investigación cultivadas por esa casa de estudios. Aunque estudiantes y profesores han hecho un notable esfuerzo por seguir con las clases en línea, defender la causa a la par de estudiar y hacer investigación se va a tornar cada vez más complicado. El CIDE, entonces, requerirá de apoyos amplios aparte de recibir cartas publicadas en redes.

¿Podrían instituciones de educación superior como El Colegio de México, FLACSO o la UNAM abrir espacios e incorporar algunos programas y proyectos del CIDE y darles así espacio de estudio y trabajo a estudiantes y a académicos inconformes? La escisión de una institución educativa a raíz de un golpe gubernamental no es algo nuevo. De hecho, por ello se han producido innovadores proyectos y contraculturales como consecuencia.

Ante el anti intelectualismo de la 4T , es momento de defender la razón, cultivar nuestros códigos científicos, privilegiar la verdad y ser autocríticos en el debate público de las ideas. El “populismo conservador” de AMLO (R. Bartra) es antielitista, y como dijera Werner-Müller, esto significa también ser antipluralista. Sólo ellos representan al pueblo.

Por ello, se requiere reforzar el espacio universitario común con recursos, apertura y compromiso para ejercer la autonomía, que en este caso se concretará no permitiendo la intromisión gubernamental enmascarada de “transformación” y reivindicación “popular”. El reto para 2022 será ese. Preparémonos, ¡feliz año!

 Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (FCPyS).

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