Así como en los países capitalistas con un sistema político democrático la fotografía es fundamental para promocionar y hacer publicidad para incitarnos a comprar productos elaborados en los países con regímenes de izquierda, totalitarios, con tiránicos y poderosos líderes, la fotografía ha jugado un papel de capital importancia como propaganda política creando retratos fotográficos agigantados desplegados en las paredes de edificios, a veces en ruinas, de sus líderes; a quienes el “pueblo” exalta, idolatra y obedece.
Basta pensar en la fotografía del Che Guevara, de la autoría del fotógrafo Korda, que Cuba, desde el triunfo de la revolución, ha utilizado hasta el cansancio prácticamente en toda propaganda política; en China también utilizaron fotografías de Mao enalteciendo su figura de líder máximo.
El caso más extraordinario es de la cineasta y fotógrafa Leni Riefenstahl, quien fue una hermosa mujer que hacía películas muy “cursis”, siendo ella la directora, guionista y actriz protagonista, con gran éxito de taquilla. Al entrar el régimen nazi aprovechó su fama y llamó la atención del partido y hacia 1935-36 fue contratada por el partido para dirigir un documental que tituló El triunfo de la voluntad. El documental fue ideado por ella y se trataba de que durante un año aproximadamente ella filmara los diversos discursos del Fürer. Para esto, con el apoyo económico e incondicional de los nazis, pidió un gran presupuesto para su realización. Era entusiasta de su trabajo y con una gran imaginación armó los escenarios para las grandes concentraciones de soldados perfectamente alineados; acomodando varias cámaras de cine dispuestas en ángulos estratégicos capturó tanto al Fürer vociferando ante un público enardecido como a los soldados.
En su libro de memorias, Leni Riefenstahl apunta:
“En una de las manifestaciones masivas en Luitpoldhain Albert Speer (el arquitecto de Hitler) me ayudó a construir un pequeño ascensor en el asta de la bandera que permitió tomas en movimiento y generó imágenes dinámicas de las manifestaciones.”
El documental es extraordinario, no hay narrador, lo narra únicamente con un montaje alterno entre acercamientos al Fürer hablando y gesticulando ante las grandes formaciones de soldados. Indudablemente el “arte” de la Riefenstahl exaltó y llevó al paroxismo la figura de Hitler, fue un método infalible de propaganda que ayudó a la creación de la supuesta grandiosidad de Alemania en esos años. El documental recibió el Gran Premio en la exposición internacional de Técnicas y Arte de París en 1937. Además, Riefenstahl fue contratada para realizar la película oficial de los Juegos Olímpicos en Alemania; película asombrosa y extraordinaria que tardó más de tres años en terminarla y que también es considerada como una gran obra cinematográfica.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial Leni no fue enjuiciada pero el estigma de haber pertenecido de una manera tan contundente a enaltecer a los nazis la llevó a sentir un gran sentimiento de culpa. Para reivindicarse se fue a África a fotografiar a muchas tribus, capturó imágenes maravillosas de los negros, hizo varios libros donde las publicó, aun así nunca pudo superar la vergüenza que sentía de ella misma por su pasado. Murió a una edad muy avanzada; cumplidos los 70 años se dedicó a fotografiar secuencias cinematográfica submarinas de gran belleza…. (Continuará)