De las cosas más lamentables, para mí, comparando los métodos y materias de enseñanza entre ayer y hoy, es la desaparición de la letra cursiva de los programas educativos básicos de la SEP: o sea la caligrafía. La fecha aproximada en que creo que desapareció fue a principios de los años 70, durante el período de don Agustín Yáñez frente a la Secretaría de Educación Pública, no lo sé exactamente.
El recuerdo (entre 1950-56) de mi aprendizaje personal de la caligrafía en la escuela es la emoción de aprender a escribir en el cuaderno, primero con el lápiz, después los ejercicios caligráficos, para pasar a la escritura cursiva con tinta, en algunas escuelas con plumillas; entre los útiles escolares los niños teníamos tinteros o plumas-fuente, generalmente con tinta color azul marino, (en el Colegio Alemán era color violeta- amoratado).
No todas las escuelas desaparecieron la letra cursiva; el Colegio Madrid y el Liceo-Franco-Mexicano, entre algunas otras, conservaron dicha escritura.
La caligrafía cambió radicalmente para dar entrada al aprendizaje de otra letra: la letra script. Dicha letra ha entorpecido la fluidez de la escritura, las letras ya no son hilvanadas para construir una palabra, que es un todo, ahora con la letra script se escribe cada letra individualmente desapareciendo el concepto de la palabra. Ahora las nuevas generaciones escriben letra por letra y esto ha producido que sea mucho más lento, por ejemplo, tomar un dictado. La caligrafía cursiva se enseñaba en la educación primaria. Los estudiantes adquirían una letra con rasgos caligráficos propios, como una huella personal, con estilos diferentes, según lo aprendido: la letra inglesa, la letra Palmer, la francesa, etc.
Por ejemplo: las estudiantes de la escuela católica para señoritas “El Sagrado Corazón” aprendían una letra particular, diferente. Por el tipo de letra cursiva sabías de qué escuela o estrato social provenían los escolapios. Cuando se entraba a la enseñanza secundaria, ya todos teníamos nuestra propia e inconfundible caligrafía.
Hoy en día ya no se escriben cartas manuscritas (que se mandaban por correo). La era digital lo ha cambiado todo, sustituye al correo y las cartas llegan en segundos a su destinatario, corrige hasta los errores gramaticales que puedas cometer. Hoy, ya a nadie le importa mayormente la caligrafía, todo es digital. La Inteligencia Artificial nos empieza a dominar. ¿Qué pasará después? Me aterra pensar en ello.
Sin embargo, hoy más que nunca se valoran los libros con dedicados por sus autores, se subastan a precios estratosféricos; los libros autografiados de la primera edición del Pedro Páramo de Juan Rulfo cuestan alrededor de 50 mil pesos; no se diga las obras de Borges y demás grandes escritores.
Para tener una buena caligrafía se enseñaba también a coger correctamente el lápiz o pluma, eso era fundamental para escribir bien.
Me permito publicar una fotografía que capturé del escritor Juan José Arreola escribiendo una dedicatoria que algún admirador le pidió que hiciera; nótese la elegancia y perfección de su mano cuando coge la pluma fuente para deslizarla en la página… (continuará)