En esta ocasión, en el flash-back de mis experiencias fotográficas, evoco dos ocasiones en particular ocurridas en la calle de Ferrocarril del Valle, en Tizapán.
He conocido tres casas del arquitecto Antonio Peirí cuyos diseños son muy similares: la primera fue la de Salvador Elizondo cuando estaba casado con Michéle Albán, ubicada en la colonia Irrigación, casa donde escribió su novela más éxitosa titulada Farabeuf, o la crónica de un instante (Editorial Joaquín Mortiz, 1965)”; la segunda fue la del pintor Francisco Corzas, y la tercera fue la del dibujante Vlady. Las tres casas son similarmente agradables y acogedoras ya que Peirí, en sus diseños, integra a espacios altos e iluminados por grandes ventanales, la visión del jardín haciendo de la estancia o sala un lugar alegre que invita a quedarse.
En un amplio predio de la calle arriba mencionada hay dos casas (dúplex) contiguas, construidas por el arquitecto Antonio Peirí en la que han habitado y aún habitan, importantes artistas mexicanos.
La primera experiencia que hoy relato fue en la casa del pintor Francisco Corzas, quién entonces (1971) había adquirido mucha fama por la maestría de su pintura. Yo había conocido a Corzas cerca de 1962, gracias a que mi entonces amigo, el también pintor, Arnaldo Coen, me llevó a conocerlo. Corzas acababa de regresar a México, después de una beca, casado con la italiana Bianca. Recuerdo que los Corzas venían muy pobres, vivían en un espacio muy reducido y usaban zapatos tenis cuando aún no estaba de moda la ropa “deportiva”, más bien los tenis eran un símbolo de la carencia económica para comprarse un par de zapatos decentes.
Con el tiempo Francisco Corzas adquirió mucho prestigio y fama. Volví a ver a los Corzas ya como pareja de Salvador Elizondo. Nos hicimos muy amigos y los frecuentábamos mucho. Para 1971, Francisco ya era un pintor muy exitoso y pudo comprar o construir, no lo sé, la casa de Ferrocarril del Valle. Su estudio era enorme y espectacular. Los Corzas organizaban muchas reuniones con artistas de toda índole a la que nos convocaban muy seguido.
Precisamente, el 23 de mayo de 1971, Corzas y Rafael Coronel, otro importante pintor, organizaron un verdadero happening artístico en el estudio de Corzas de la calle Ferrocarril del Valle, reunieron a varios artistas para el happening, los cuales estaban muy de moda en los años setenta.
Dos pintores, Corzas y Rafael Coronel, un guitarrista de flamenco, una pareja de bailarines de zapateado (Margarita Gordon y su compañero de danza) y Salvador Elizondo, que fungía como como crítico de arte y dictaba a los pintores sus ideas sobre el “tractatus” de pintura, al unísono que el guitarrista tocaba y los bailarines zapateaban, los pintores se inspiraban y pintaban. De pronto los pintores decidieron realizar un retrato de Elizondo a cuatro manos …mientras el alcohol fluía en un torbellino de extrañas emociones, yo fungía como el único testigo fotográfico del “show”, tomé muchas fotografías del acontecimiento, debido al espacio tipográfico hoy publico una de tantas… (continuará)