Raúl Lavista se convierte en un afamado director de orquesta (entre 1941 y 1948) gracias a la transmisión semanal de sus conciertos por la radio, con los que, al cabo de siete años de haber debutado en este medio, logra difundir la buena música y cautiva a un público que semanalmente abarrota la sala “Azul y Plata” de la XEW para presenciar sus conciertos. La práctica de dirigir estos conciertos y su propia música que compone para el cine lo convierten en un hábil director de orquesta.
Llega entonces en 1948 con los méritos necesarios para ser invitado como director huésped de lo que era realmente su “sueño dorado”: dirigir a la Orquesta Sinfónica Nacional.
El 6 de agosto de 1948, a la edad de 34 años, el maestro Raúl Lavista se presta a dirigir a la Orquesta Sinfónica Nacional en el Palacio de Bellas Artes con un programa que ha escogido con cuidado. El concierto fue todo un éxito y, quizás, una de las noches más importantes en la vida musical de mi padre.
El libro de recortes que hizo mi madre contiene numerosas críticas y reseñas de ese concierto. Me permito seleccionar fragmentos de la hecha por el crítico Junius.
RAÚL LAVISTA Y LA SINFÓNICA, por Junius (Excélsior ca., 9 de agosto 1948):
“En el concierto del viernes pasado, en el Palacio de Bellas Artes, correspondiente a la actual temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional, se tuvo el acierto de confiar la batuta al joven y brillante compositor Raúl Lavista, bien conocido entre los círculos cinematográficos y radiofónicos de nuestra capital, habiéndose distinguido siempre, quizás más que nadie, por sus constantes y meritorios esfuerzos para elevar el nivel artístico de las transmisiones a su cargo, en las que ha contado con la cooperación de algunos de los más distinguidos solistas que nos han visitado en estos últimos tiempos.
“Lavista, a sus años, es todo un veterano del ‘pódium’. Por centenares pueden contarse las veces que ha dirigido, y como es natural, dadas sus envidiables facultades, ha logrado desarrollar ampliamente su personalidad y adquirido aplomo, seguridad y dominio sobre sus subordinados habituales o accidentales. Añádase a esto que Raúl es uno de nuestros rarísimos músicos a quienes les gusta la música, y no pierde ocasión de asistir a buenos conciertos o de estudiar a fondo los millares de discos que posee o puede conseguir.
“Nada de extraño tiene, pues, que su actuación haya constituido un triunfo muy sonado.
“El numeroso público lo ovacionó tan cariñosa como estruendosamente, y los músicos filarmónicos prorrumpieron en alegres dianas, muy bien merecidas”. (Continuará)
Programa de Raúl Lavista para el concierto en el Palacio de Bellas Artes con la Orquesta Sinfónica Nacional; 6 de agosto de 1948. FOTO: CORTESÍA PAULINA LAVISTA