Las últimas semanas hemos tenido información de diversas acciones por parte de trabajadores sindicalizados, que tienen por objetivo, la defensa de sus derechos laborales. Países europeos y de Norteamérica, considerados desarrollados, han sido escenario de la disputa.
Los trabajadores franceses rechazan la reforma de pensiones que el presidente Emmanuel Macron intentó aprobar sin votación parlamentaria, con la finalidad de estabilizar las finanzas públicas. Algunos sindicatos declaran que, en lugar de aumentar el tiempo de la vida laboral, mejor aumente impuestos a los ricos (www.nytimes.com/es/2023/03/27).
Por su parte en Alemania, sindicatos convocaron a una huelga de 24 horas en el transporte ferroviario (www.europapress.es), se extendió el paro hacia algunos aeropuertos, dicha movilización tiene como finalidad una exigencia de aumento salarial.
Una ola de huelgas se dejó ver en Reino Unido el mes pasado. El neoliberalismo sigue socavando los ya disminuidos derechos laborales que los trabajadores tuvieron en la etapa del Estado Benefactor.
En Norteamérica se están desarrollando protestas de trabajadores de la educación, por ejemplo, en Los Ángeles se dio una huelga masiva de los profesores con mayores condiciones precarias, de las escuelas públicas, exigen un aumento salarial de 30%. En Canadá, la Federación de Maestros de Escuelas secundarias de Ontario (OSSTF/TEESO), señalaron en noviembre del año pasado, que la organización sindical de los trabajadores del sistema de educación pública, recibió un fuerte ataque al aprobarse el proyecto de ley 28 (https://goo.su/GUWjRKa).
Los mercados laborales en los países desarrollados son segmentados, y se dividen en primarios y secundarios. Los primarios demandan fuerza de trabajo nativa y en su mayoría cuentan con los últimos vestigios de los derechos laborales ganados durante el Estado de Bienestar. Las movilizaciones de trabajadores que comentamos en este espacio, corresponden a este segmento.
Como señala Michael J. Piore, el mercado laboral secundario, demanda fuerza de trabajo que se incorpora a empleos con bajos salarios, inestables y precarios, que en su mayoría son trabajadores inmigrantes.
La demanda de trabajadores extranjeros quedó evidenciada en la pandemia de Covid-19. Fueron los que no dejaron de trabajar cuando se cerraron las actividades no esenciales. Como lo señala textualmente un informe de la OIT titulado El valor del trabajo esencial, recién publicado: “Los países de ingresos altos dependen de trabajadores migrantes internacionales para buena parte de los servicios clave en ocupaciones como la agricultura, la limpieza y saneamiento”.
Mientras exista la demanda de trabajadores internacionales pero no les proporcionen permisos de trabajo, lamentablemente, seguiremos siendo testigos de las tragedias que marcan la travesía de los trabajadores internacionales irregulares, como la ocurrida el día 27 de marzo en las instalaciones del INM en Ciudad Juárez.
Todos los segmentos laborales estamos sintiendo la ofensiva del capital, la respuesta de los trabajadores por la defensa de nuestros derechos laborales, debe emanar de la organización de toda la clase trabajadora en su conjunto.