La polémica empezó por la difusión de investigaciones periodísticas, que señalaron que el Cártel de Sinaloa estaría reclutando a estudiantes y profesores de química con el objetivo de fabricar fentanilo. Primero lo difundieron medios mexicanos y luego el asunto llegó a las páginas del New York Times.

Las reporteras a cargo de la investigación del diario estadounidense, Natalie Kitroeffy y Paulina Villegas, aseguran que les tomó mucho tiempo documentar lo que ahí describen: hay reclutadores del grupo criminal que van a las escuelas para encontrar a sus “cocineros” y los contratan por un sueldo de poco más de quince mil pesos al mes. Hablaron con tres estudiantes de química, dos agentes de alto rango y un reclutador de alto nivel.

Hay datos al respecto que ya habían sido publicados en un reporte de inteligencia de la Secretaría de la Defensa Nacional. Estos fueron difundidos por hackers que, presuntamente, secuestraron esa información y la hicieron pública en 2020.

Cuando el tema fue planteado a la presidenta Sheinbaum durante la conferencia mañanera, ella lo negó categóricamente. Dijo que había preguntado en el gabinete de seguridad y no tenían información al respecto. De hecho, comparó lo publicado por el NYT con la serie de televisión “Breaking Bad”, en la que un profesor de química estadounidense con problemas económicos, encuentra abundantes ingresos con la fabricación de drogas sintéticas.

La referencia a la serie de Netflix sería simplemente anecdótica, si no supiéramos que los cárteles de la droga históricamente han reclutado a los perfiles que les han hecho falta para su sostener su operación. Lo mismo pilotos que agricultores, pasando por policías y hasta alcaldes. Así que no es descabellado pensar que, si hacen drogas con precursores químicos, recluten a personas con conocimientos en la materia.

En muchas regiones del país, ser parte de las bandas criminales no es opcional. Basta recorrer albergues y campamentos en la frontera con los Estados Unidos, para encontrar a muchas madres michoacanas o guerrerenses que huyen de las comunidades junto con sus hijos, antes de que estos cumplan 12 o 13 años. Y es que esa es la edad a la que se los llevan “a trabajar con los malos”. Así que mejor huyen con ellos antes de que se los arrebaten los delincuentes.

El punto de partida para terminar con un problema, es tener un diagnóstico realista y claro. Sin esa hoja de ruta, no es posible siquiera empezar a atender lo urgente. Ya la administración anterior se esforzó en negar que en México se produjera fentanilo. En contraste, este gobierno ha demostrado que combatirá frontalmente a quienes lo producen. Tan es así, que la semana pasada hubo un decomiso millonario de esta sustancia en Sinaloa. Negar la realidad solo nos aleja más de la solución. Ojalá esta nueva estrategia contemple más acción y menos negación.

@PaolaRojas

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