Con esa frase salieron a las calles miles de estadounidenses para protestar en contra de las medidas impulsadas por Donald Trump. “Manos fuera de la democracia, manos fuera de las libertades, manos fuera de nuestro Seguro Social, de la educación, la inmigración y los derechos reproductivos de las mujeres”, se leía en las pancartas en decenas de ciudades.

Con su guerra comercial, Trump logró que la vapuleada oposición de su país se fortaleciera y fuera capaz de convocar a un movimiento multitudinario que no se veía desde las marchas de las mujeres en 2017, y el emblemático “Black lives matter”.

Hubo muchos que dejaron pasar sus omisiones en derechos humanos y votaron por él con tal de que mejorara la economía de su país. Pero los aranceles que le recetó al mundo entero la semana pasada, derivaron en una brutal caída de las bolsas, el petróleo, el dólar y las expectativas de crecimiento.

La California de Gavin Newsom ya ha empezado a explorar opciones para que su comercio con China, Canadá y México no se vea tan afectado. Si bien no hay excepciones para los estados ante una medida federal, el gobernador demócrata ha dicho que están listos para dialogar: “No tememos usar nuestro poder de mercado para contrarrestar la mayor subida de impuestos de nuestra historia”. Desde esa entidad que es por si sola la quinta economía más grande del mundo y representa el 14% del PIB de la Unión Americana, aseguró que no se quedarán de brazos cruzados.

La economía norteamericana se acerca a una recesión combinada con una inflación que no han podido detener. Un desplome de los mercados como el que se vivió el viernes pasado, no se veía desde que empezó la pandemia por Covid.

Los aranceles impuestos por Estados Unidos fueron mayores a lo esperado, y la reacción de China llevó al mundo a temer el impacto de una guerra comercial total.

Trump ha venido actuando como si no existieran contrapesos. Su intención de recuperar empleos dentro del sector manufacturero, está saliendo muy cara. Luego del viernes negro, recalcó que no cambiará el rumbo y les reiteró a los inversionistas que “jamás” cambiará sus políticas. Después de eso, se fue a jugar golf.

¿Seguirá entonces subestimando a China y actuando como si el capital político fuera infinito?

A estas alturas ya no está claro si se trata de una apuesta audaz, o de una necedad de quien tiene una visión antigua del modelo económico global.

@PaolaRojas

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