A las mexicanas y mexicanos: El Día Internacional de la Mujer siempre es una fecha propicia para reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro, porque como he sostenido en diferentes espacios, es una lucha continua y continuada; es la revolución más larga en la historia de la humanidad, la cual, aún está inconclusa.
Es mucho lo que hemos hecho, pero también mucho lo que debemos seguir haciendo para alcanzar la igualdad sustantiva no como una meta, sino como un principio fundamental para establecer la justicia social y la democracia. Para poder vivir de manera cotidiana y sin obstáculos nuestro día a día. Para que los enunciados legales dejen de ser sólo eso y se conviertan en realidades permanentes para todas las mujeres sin distinción alguna.
A pesar de que las demandas y necesidades de las mujeres son diferentes a lo largo y ancho del país, existe un clamor generalizado que nos une y hermana: vivir una vida libre de violencia.
Hoy es tiempo de mujeres, de ser protagonistas, de comprometernos verdaderamente con otras mujeres y con sus circunstancias, de ser sororarias, de hacer comunidad y tejer redes para sostenernos las unas a las otras.
Las mujeres de todas las edades tenemos más claro que nunca, que nuestra lucha es contra el modelo patriarcal, neoliberal y conservador que nos ha impuesto barreras. Un modelo ejercido desde una élite económica y política que recrea el machismo a ultranza, que ha cosificado nuestros cuerpos y convertido nuestra fuerza de trabajo en una mercancía.
Es de fundamental relevancia que Claudia Sheinbaum proponga realizar desde el ámbito de las políticas públicas cambios estructurales para el empoderamiento femenino, para hacer de la justicia una realidad cotidiana y asegurar una vida libre de la violencia para las niñas, las adolescentes y las mujeres.
Para lograr lo anterior es necesario cerrar la brecha salarial hasta lograr la igualdad de ingresos tanto en el sector público como en el privado, a través de tabuladores transparentes.
La justicia debe llegar a todas las mujeres de manera pronta y expedita, de ahí la importancia de un programa nacional de Abogadas de las Mujeres en los Ministerios Públicos que trabajen de manera coordinada con las fiscalías.
Para evitar decisiones discrecionales sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, la Ley General de Salud debe garantizar el ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos, y avanzar con paso firme en la participación política de las mujeres y en su incorporación a la más alta esfera de toma de decisiones.
Cómo género no podemos dejar atrás a otras mujeres, por eso es tan importante construir un nuevo modelo de agrarismo que incluya a las mujeres del ámbito rural para contar con mejores y más justos esquemas de tenencia de la tierra. Y si de justicia social se trata, el hecho de que 150 mil mujeres reciban reconocimiento de derechos agrarios y que las mujeres jornaleras puedan acceder a centros de educación inicial para que enfrenten con más herramientas los retos que el mundo moderno plantea, hará una significativa diferencia.
El empoderamiento debe dejar de ser una circunstancia y hacerse presente en las calles de México. Contar con senderos seguros significa caminar sin miedo, con libertad y autonomía.
Coincido plenamente en que para establecer la igualdad sustantiva hay que elevarla a rango constitucional como un principio y como un derecho, tenemos que tipificar a nivel nacional la violencia feminicida y eliminar las asimetrías legislativas para edificar un nuevo andamiaje jurídico e institucional que permita saldar la deuda histórica y social que el Estado tiene con poco más de 50% de la población, no solo como un acto de elemental justicia, sino como una exigencia de la democracia.
Activista Social
@larapaola1