A las mexicanas y mexicanos: El Ejército Mexicano nació el 19 de febrero de 1913, a raíz del llamado del gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, para desconocer y combatir al usurpador Victoriano Huerta, luego del golpe de Estado contra Madero. Por esa razón es de naturaleza revolucionaria y popular. Su origen no es bélico sino social, es una organización castrense que nació del pueblo y tiene la firme convicción de alcanzar la justicia social.
Combatió la dictadura para liberar al pueblo mexicano de su yugo y de las múltiples injusticias que tenían lugar en ese entonces y que fueron la causa primigenia de la Revolución Mexicana. A nadie debe extrañar que siendo hijo de la Tercera Transformación de la República atienda hoy nuevamente el llamado del pueblo.
Asumir a plenitud lo anterior significa reconocer la genealogía de nuestras Fuerzas Armadas; son pueblo y son gobierno, una dualidad que se expresa en sus acciones cotidianas en beneficio de la sociedad y en sus atribuciones dentro de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Hemos tenido desde siempre un ejército ciudadanizado, que surgió desde abajo. Por eso es que señalar la militarización del país con sesgos políticos resulta artero, pues el Ejército Mexicano no es equiparable con ninguna otra institución castrense del orbe. Quien pretende recluir a las y los militares en los cuarteles traiciona a la Patria.
Si alguna institución ha estado cerca a la sociedad en los momentos más difíciles y goza de su confianza y respeto es el Ejército Mexicano que, de forma solidaria, valiente y responsable ha contribuido al progreso nacional en distintos momentos de la historia nacional y de diferentes maneras.
En las catástrofes naturales, en las pandemias, en la crisis de inseguridad, en la construcción de nueva infraestructura, en las regiones más alejadas y en las ciudades siempre ha estado el Ejército, para cuidar, acompañar, rescatar y defender a las y los mexicanos. Ha estado ahí para salvaguardar la grandeza de nuestro país y para tender los puentes necesarios que nos permitan transitar de la opresión a la libertad y de la marginación al bienestar.
El Ejército Mexicano ha puesto al servicio de toda la sociedad a sus mejores mujeres y hombres, profesionales en medicina, odontología, enfermería, sanidad, informática, ingeniería y aviación. Gracias al Ejército, la pandemia por Covid-19 no se convirtió en una tragedia incontrolable; y ahora tenemos los aeropuertos Internacionales Felipe Ángeles y Felipe Carrillo Puerto, el Tren Maya, la nueva empresa del Estado Olmeca-Maya-Mexica, 122 kilómetros de caminos a zonas arqueológicas y casi 2 mil kilómetros de caminos y carreteras en mantenimiento; contamos con más hospitales y las aduanas están vigiladas.
Gracias su esfuerzo, contamos con 2,750 sucursales del Banco del Bienestar donde se dispersan 800 mil millones de pesos anuales, que llegan a 30 millones de familias en todo el territorio nacional; la Guardia Nacional está integrada por 133 mil elementos; y se construyen un distrito de riego de 46 mil hectáreas. Tijuana tendrá un viaducto elevado y Monterrey tiene un acueducto con capacidad de más de cinco mil litros por segundo para resolver el problema de abasto de agua.
Si la pobreza ha disminuido, la economía se mantiene estable y se combate como nunca antes a la delincuencia es porque el Ejército Mexicano está al lado de quien más lo necesita, porque nada ha habido más importante para ellas y ellos que el amor a México.