Por primera vez en la historia de nuestro país tenemos a una mujer liderando el presente y destino de nuestra nación. Claudia Sheinbaum Pardo es la primera presidenta de la República y la persona titular del Poder Ejecutivo más votada de todos los tiempos.
De ahora en adelante nada será igual porque la Cuarta Transformación se ha consolidado y su segundo piso ya está en construcción. Triunfó la revolución de las conciencias y los grupos históricamente excluidos están en el centro de la atención y las decisiones públicas.
Las niñas y las adolescentes hoy tienen un referente cierto y tangible, saben que ellas pueden ser lo que quieran ser, incluso, presidentas de la República. Los símbolos comienzan a permear en el imaginario colectivo, el significado de ser mujer y lo femenino ahora pasa por la conciencia, por la autonomía y el empoderamiento de las propias mujeres.
Decir que con Claudia llegamos todas, es reconocer la lucha de las mujeres a través de la historia, es asumir que hemos alcanzado una de las tantas metas que como género nos hemos trazado, y es asumir el reto de nuevas conquistas y de una batalla sin tregua que tenemos que seguir librando por la igualdad sustantiva, la libertad, la democracia, la justicia y el bienestar.
La toma de protesta ante el Congreso General el pasado primero de octubre fue especial y muy diferente. El protocolo no se confundió jamás con la parafernalia, ni hubo resabios de esa rancia clase política que emulaba a la burguesía.
La inigualable doña Ifigenia Martínez le entregó la Banda Presidencial a la gran Claudia Sheinbaum con el testimonio de Andrés Manuel López Obrador, ante un Congreso vivo y surgido del pueblo. El besamanos quedó completamente sustituido por los aplausos, los abrazos, las porras, los gritos, las emociones y el cariño de un movimiento triunfante.
El discurso de la Presidenta de la República fue escrito y pronunciado de forma intachable, su vestimenta y arreglo personal fue perfecto y congruente con sus palabras y sus acciones. Claudia Sheinbaum fue expresión clara de unidad y consenso, siempre a la altura de quien encarna en su persona la jefatura del Estado y el Gobierno de México.
Acompañada por la presencia de representaciones de ciento cinco países y su pueblo, la mujer científica llamó a la reflexión y a evaluar con la cabeza fría los logros obtenidos durante estos seis años.
La mujer de izquierda explicó los alcances del nuevo modelo de desarrollo y del humanismo mexicano, resumiendo algunos de sus principios. Dejó en claro que dará continuidad a la política social, anunció las nuevas políticas públicas en la materia, así como las que implementará en los rubros energético, de infraestructura, hídrico, financiero, fiscal, internacional y, desde luego, de seguridad, entre otros.
La mujer mandataria con todas sus letras y mirando de frente dio garantías y certeza plena absolutamente a todos los sectores de la sociedad, a los inversionistas extranjeros y a las naciones con quienes nuestro país sostiene relaciones comerciales y diplomáticas.
La líder, la madre, la abuela, la mujer de izquierda y de fe fue explícita al decir que solo lo que se nombra, existe. Reconoció a las heroínas de la patria y visibilizó a las anónimas e invisibles, trayéndolas con sus palabras a los ojos y oídos de todas y todos.
Un pueblo empoderado, digno, libre y feliz acompaña a su lideresa siempre inclusiva y sensible, quien seguirá haciendo patria y hará matria.
Activista social @larapaola1