La crisis sanitaria que vivimos ha accionado los frenos de emergencia de la economía global, generando estragos en los mercados internacionales y dejando industrias al borde del precipicio. La máxima de que la economía no para por nada y por nadie, que hay cosas que son imposibles de cambiar está en entredicho.El virus nos ha mostrado una lección, la economía puede y debe parar cuando lo que está en riesgo es nuestra supervivencia.
Ahora bien, superando la crisis sanitaria aún habrá que hacer frente a problemas que han quedado en segundo plano en este momento y a otros que han surgido a partir de ella. Puntualmente, se trata del cambio climático y de la crisis económica resultante de este parón de emergencia. Es muy importante que en nuestro intento por librar el problema económico que está acumulándose no dejemos de lado la acción climática que ya de por sí resultaba insuficiente.
Toda crisis genera oportunidades, en este caso la reactivación económica presenta una coyuntura única y muy oportuna para hacer frente a las reducciones de gases efecto invernadero que han de ocurrir para mantenernos por debajo del 1.5°c de aumento en la temperatura de la superficie terrestre. Reducciones que hace algunos meses parecían imposibles porque la economía no para por nada ni por nadie, porque simplemente había cosas que ni desde lo ideológico eran posibles, pero que hoy son una realidad.
Pero el freno de emergencia por sí mismo no resolverá una crisis que se viene agudizando década tras década, será necesaria la implementación de políticas que reconstruyan nuestra economía de otra manera, de una manera más justa y sustentable.
En todo el mundo se han anunciado planes de recuperación para reactivar la enorme y oxidada maquinaria económica, que destinan miles de millones de dólares para financiar y rescatar sectores que han quedado a punto de la quiebra. Nuestro país, muy a su manera, ha salido a anunciar, más desde lo ideológico que de lo práctico, los salvavidas a los cuales asirnos en la tempestad que ha de venir. Sin embargo, resulta sumamente preocupante que nuestra apuesta para la recuperación se enfoque a una industria sumamente volátil y frágil, que además que en su propia operación está condenada a su autodestrucción, me refiero a la industria fósil, a través de uno de los proyectos prioritarios, la refinería de Dos Bocas, en Tabasco.
Desde hace varias décadas la industria fósil ha tenido que hacer una sorteado crisis a partir de rescates multimillonarios de los gobiernos, inversiones enormes de los bancos y hasta apoyo militar para la recuperación de las crisis que les son inherentes por la misma lógica y contexto en el que opera. En días pasados fuimos testigos de algo histórico, por primera vez el precio del petróleo cayó por debajo del cero, es decir, las compañías petroleras durante los títulos de mayo tendrían que pagar para que se llevaran el crudo producido. Los futuros de junio y julio también se desplomaron llegando a estar por debajo de los 10 dólares por barril, prácticamente ninguna compañía petrolera puede operar con ese precio, pero definitivamente no Pemex, que ha comprado tiempo con su cobertura petrolera, pero que no ofrece ninguna garantía cuando se venza el plazo anual por el que fue contratada.
Este es un momento de oportunidad, que puede resultar único en la carrera contra reloj por la acción climática y tenemos que aprovecharlo, la recuperación de la crisis económica tiene que ser justa y sustentable, poniendo el bienestar de la población y el futuro de nuestro país como prioridad. Es momento de aprovechar el enorme potencial renovable de nuestro país y utilizar la riqueza renovable como la palanca del desarrollo, a través de una industria capaz de generar una enorme cantidad de empleos en toda su cadena de valor, de romper con la pobreza energética en la que vive una enorme cantidad de hogares mexicanos y transitar hacia una economía baja en emisiones. Es momento de romper con la lógica de despojo y violencia que ha permeado también en la implementación de megaproyectos renovables.
Es momento de una verdadera soberanía energética, democrática, justa y verde.
Campañista de clima y energía de Greenpeace México