En un giro que recuerda sus tácticas de 2019, el presidente Donald Trump ha vuelto a empuñar el arma de los aranceles como herramienta de presión política y económica. El anuncio de la posible imposición de un arancel generalizado del 25% sobre todas las importaciones mexicanas y un 25% adicional sobre el hierro y el acero ha encendido las alarmas en México. El plazo vence en marzo próximo, y de imponerse los aranceles, as implicaciones para la economía mexicana podrían ser significativas.

Trump ha demostrado su habilidad para utilizar los aranceles como palanca política, buscando concesiones en materia de inmigración y tráfico de drogas, así como para intentar recapturar el músculo productivo estadounidense en sectores estratégicos como el automotriz, aeroespacial y tecnológico. Pero, ¿cuáles son los escenarios a corto y medio plazo para México, y qué deberían hacer las empresas y el gobierno para mitigar los riesgos en caso de que se implenten los aranceles mencionados?

A corto plazo, el impacto podría ser muy fuerte. La economía mexicana, que apenas creció un 1.2% en 2024 (siendo el peor crecimiento del Producto Interno Bruto -PIB- del país desde el 2020, cuando la economía mexicana se contrajo debido a la emergencia sanitaria por la covid-19), podría enfrentarse a una desaceleración aún más pronunciada.

La economía de México ha perdido dinamismo. El Banco de México ya ha recortado su pronóstico de crecimiento para 2025 al 0.6%, citando la amenaza de los aranceles como uno de los principales factores de riesgo. Si se implementan, las exportaciones mexicanas hacia los Estados Unidos —que representan más del 80% de sus exportaciones no petroleras— sufrirían un golpe directo, afectando particularmente a la industria automotriz y manufacturera. Esto no solo podría desacelerar la economía, sino también aumentar la inflación y reducir el consumo interno.

En el ámbito empresarial, las cadenas de suministro se verían profundamente afectadas. La integración económica entre México y los Estados Unidos es tan intrincada que las piezas cruzan varias veces la frontera antes de convertirse en productos terminados. Un arancel del 25% interrumpiría este flujo, encareciendo los costos de producción y disminuyendo la competitividad de las empresas mexicanas. Además, la paralización de inversiones —estimada en más de 60,000 millones de dólares— podría prolongarse, afectando el empleo y debilitando aún más la economía interna.

A medio plazo, el panorama no es más alentador. Aunque algunos analistas sugieren que las empresas podrían adaptarse al buscar nuevos mercados o ajustar sus cadenas de suministro, la realidad es que el cambio no será inmediato ni sencillo. La dependencia de México del mercado estadounidense limita las opciones de diversificación. Además, Trump busca repatriar la producción a los Estados Unidos en sectores clave, como el automotriz, lo que podría disminuir la demanda de insumos mexicanos a largo plazo.

Ante este complejo escenario, las empresas mexicanas deben actuar de manera estratégica y audaz. Es crucial diversificar sus mercados de exportación para reducir la dependencia del mercado estadounidense. Esto implica explorar oportunidades en Asia, Europa y América Latina. Sin embargo, diversificar no es solo encontrar nuevos compradores; también requiere ajustar productos, procesos y estándares para adaptarse a diferentes mercados. Las empresas deben invertir en innovación y tecnología para mejorar la competitividad y reducir costos de producción. Además, deben fortalecer sus cadenas de suministro internas y buscar proveedores locales para disminuir la exposición a aranceles y fluctuaciones internacionales.

Por su parte, el gobierno mexicano necesita tomar decisiones firmes y coordinadas. La primera acción debería ser continuar e intensificar las negociaciones diplomáticas con los Estados Unidos, utilizando todas las herramientas comerciales y políticas disponibles. México también debe fortalecer su posición en otros acuerdos comerciales para abrir nuevos mercados y reducir la dependencia de los Estados Unidos. México cuenta con una red de 14 Tratados de Libre Comercio con 50 países (TLCs), 30 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs) con 31 países o regiones administrativas y 9 acuerdos de alcance limitado (Acuerdos de Complementación Económica y Acuerdos de Alcance Parcial) en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).

El País participa activamente en organismos y foros multilaterales y regionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la ALADI.

Además, el gobierno debe implementar políticas fiscales y económicas que fortalezcan el mercado interno, incentivando la producción local y el consumo nacional. Esto incluye reducir la carga fiscal sobre las pequeñas y medianas empresas (PYMES) para fomentar la competitividad y la creación de empleo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México hay aproximadamente 4.9 millones de PYMEs. También es crucial invertir en infraestructura logística y digital para facilitar el comercio exterior y mejorar la competitividad global.

Pero no es solo responsabilidad de las empresas y el gobierno. La academia también tiene un rol fundamental. Las universidades, escuelas de negocios y centros de investigación deben colaborar estrechamente con la industria para desarrollar soluciones innovadoras y formar a líderes empresariales capaces de navegar en entornos económicos inciertos y desafiantes. Es crucial actualizar los programas educativos para incluir conocimientos en comercio internacional, negocios, análisis de riesgos y estrategias de diversificación de mercados.

Los potenciales aranceles de Trump representan un desafío significativo para la economía mexicana, pero también una oportunidad para fortalecer su estructura productiva y diversificar sus relaciones comerciales. México debe actuar con visión y audacia, implementando estrategias innovadoras y sostenibles que reduzcan la dependencia de un solo mercado y fortalezcan su competitividad global. La colaboración entre empresas, gobierno y academia será clave para transformar esta amenaza en una oportunidad de crecimiento y resiliencia económica que nos lleve a un desarrollo sostenible nacional.

Dr. Pablo Necoechea

@pablonecoechea pablonecoechea@gmail.com https://www.linkedin.com/in/pablodavidnecoechea/

Pablo Necoechea, experto en innovación, sustentabilidad y responsabilidad social empresarial. Es Licenciado y Maestro en Desarrollo Económico por la Universidad Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Maestro en Innovación y Competitividad por Deusto Business School, Maestro en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, y Doctor en Economía y Gestión de la Innovación del Programa Interuniversitario de la Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Politécnica de Madrid. Pablo ha trabajado como investigador en temas de energía y sustentabilidad para el European Centre for Energy and Resource Security (EUCERS) del King's College London. Además de haber sido consultor senior en firmas reconocidas especializadas en Consultoría; ha desempeñado papeles como funcionario público gestionando proyectos de innovación y sustentabilidad. Y, ha compartido sus conocimientos como profesor universitario en la Universidad Anáhuac Norte y el Tec de Monterrey, y como Gerente Nacional y Director ESG y Sustentabilidad en reconocidas empresas en México. Actualmente es Director Regional de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey para CDMX y Región Centro Sur.

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