El pasado martes, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) aumentó 1 % en agosto a tasa mensual, con cifras ajustadas estacionalmente, 4.7% en variación anual. Este fuerte incremento causó sorpresa, porque apenas el pasado 20 octubre había estimado que sólo habría crecido mensualmente 0.1% al dar a conocer el Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) de septiembre. En efecto, va un mes adelantado.
Al comparar las proyecciones del IOAE basadas en modelos econométricos, con las estimaciones del IGAE que incorporan mayor información observada, vemos que la diferencia se concentró en los sectores primarios (implícitamente) y terciario, porque el sector secundario de agosto ya incorpora las cifras observadas reportadas en la producción industrial. Cabe aclarar que el IOAE sólo calcula al sector secundario y terciario del mes previo, en este caso de septiembre, y al terciario lo hace también con dos meses de anticipación (agosto).
Así mientras que el IOAE consideraba que el sector terciario no había registrado crecimiento en agosto respecto a julio, el IGAE nos reportaba un alza de 1.2% y dado el enorme peso que tiene este en el PIB llevaría a considerar que las estimaciones del tercer trimestre se revisarían al alza y nos mostraría que la fortaleza del mercado interno es mayor a la que pensábamos, a pesar del encarecimiento del crédito por las mayores tasas de interés.
Es oportuno comentar que sobre el sector secundario hay más información y los errores de estimación son menores; mientras que en el terciario la dispersión de establecimientos y la mayor presencia del sector informal vuelve mucho más complicada la medición económica.
Una explicación de porque el sector terciario presentó un mejor dinamismo, es que se ha presentado todavía un fenómeno que se conoce como demanda reprimida, que es muy frecuente en la actividad turística, y que consiste en que cuando las personas se han visto limitadas a realizar este tipo de gastos por razones económicas o sanitarias, una vez que la situación cambia se vuelcan en un mayor gasto. También lo hemos visto en las plazas comerciales, donde una vez que se ha disipado la preocupación por la Covid-19 la gente vuelve a atiborrar los espacios públicos, a comprar ropa y calzado, etc.
El IOAE estimó que el IGAE no creció en septiembre y dio un valor de 111.7 en ese mes. Si de manera mecánica hiciéramos el cálculo con ese valor y considerando la alta correlación que hay entre el PIB trimestral y el IGAE, el crecimiento del PIB sería de 0.5% en el tercer trimestre (3T) respecto al previo y 3.4% en tasa anual.
Sin embargo, si consideramos 0% de variación del IOAE de septiembre, pero sobre el IGAE observado de agosto, los valores son mejores. El PIB crecería 0.9% en el 3T respecto al segundo y 3.8% en relación al mismo trimestre del año anterior. En este caso, es más probable que habría desaceleración porque el PIB en el 2T creció 1.4% respecto al previo. Desaceleración es crecer a una menor tasa y por eso las cifras desestacionalizadas o ajustadas estacionalmente son muy útiles porque nos muestran la tendencia en el margen, que es lo que a los economistas nos interesa.
El próximo lunes, Inegi difundirá las cifras oportunas del tercer trimestre del PIB, por lo que nos indicará cómo fue el comportamiento global y de los tres sectores y de manera implícita en el IGAE en septiembre, aunque será hasta el 25 de noviembre cuando precisará la información.
Una de las implicaciones del IGAE de agosto sería que se revisen las proyecciones del PIB del 2022 ligeramente al alza; pero no modifica la tendencia a la ralentización de la economía mexicana por las mayores tasas de interés esperadas que afectarán al consumo y a la inversión y los efectos inevitables de una recesión en Estados Unidos (EU) y en Europa, así como el menor crecimiento en el mundo.
En conclusión, las cifras positivas del IGAE en agosto, no cambian las tendencias y no podemos echar las campanas al vuelo. Tampoco es conveniente ver lo que pasará hacia adelante con el espejo retrovisor. Estos rebotes temporales no implican un repunte permanente de la actividad económica, pero no faltara quien quiera creerlo así.
ADENDA
1. Las cifras de inflación al consumidor de la primera quincena de octubre fueron mixtas: la general cayó porque la no subyacente bajó, pero la subyacente, que excluye los componentes más volátiles o precios administrados siguió su tendencia ascendente. La Junta de Gobierno subirá el 10 de noviembre la tasa 0.75% por mayoría de votos (4 a 1) replicando la decisión de la Reserva Federal del próximo miércoles.
2. Tanto la libra esterlina como el rendimiento de los bonos recibieron favorablemente el nombramiento de Rishi Sunak, como primer ministro. El exmanejador de fondos de inversión, le dio confianza a los mercados. Se necesita de un mandatario que sí entienda de economía.
3. Todo lo contrario con Xi Jinping, si observamos la reacción negativa de los mercados a sus declaraciones de mayor control estatal y de las purgas a los opositores más abiertos a la economía de mercado y al resto del mundo.
4. El desplome del mercado inmobiliario de EU sí anticipa recesión.
5. Las cifras del PIB del tercer trimestre en Estados Unidos a divulgarse hoy darán más claridad de las tendencias.
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